'La pintura está en desuso y pienso que progresivamente tiende a desaparecer'. 'El mundo del arte es un juego social basado en la exclusividad y la distinción'
ROCÍO GALVÁN
El Mundo
Manuel Franquelo (Málaga, 1953) es desde hace años una figura consagrada del hiperrealismo y un referente silencioso para un selecto círculo de artistas. A través de una búsqueda obsesiva de la perfección, fabrica pedazos de realidad cotidiana en sus cuadros, desde donde se cuestiona la idea de lo sublime, de todo aquello que nos sobrepasa y escapa a nuestro control.
El pintor 'transfigura lo insignificante' en una exposición retrospectiva de su obra pictórica en la prestigiosa galería Marlborough. Desde allí, desvela su visión 'outsider' del mundo del arte y sus complejos juegos de poder.
Pregunta.- ¿Qué es para usted el arte?
Respuesta.- Lo que hoy en día entendemos como arte es el producto de una ideología que comienza a formarse en el siglo XVIII. Se trata de la génesis de un nuevo campo social, prácticamente inexistente en otras épocas y culturas, capaz de producir al artista (por oposición al artesano) como tal.
P.- ¿Se ha alejado el arte del público?
R.- El arte contemporáneo necesita mantener una distancia con el público para que todo pueda continuar funcionando. Esto lo explica muy bien Natalie Heinich cuando dice que el dispositivo actúa, cíclicamente, en tres fases: el artista transgrede las fronteras del arte, el público manifiesta su rechazo y, luego, los especialistas legitiman esa transgresión facilitando que la parte más avanzada del público la acepte como arte. El círculo transgresión/rechazo/legitimación se repite cada vez más rápido y el número de especialistas dispuestos a legitimar las transgresiones y la parte del público dispuesto a asimilarlas es cada vez más reducido. Esto hace que el mundo del arte sea cada vez más pequeño, más elitista, y por tanto más alejado del público en general.
P.- ¿Cree que la pintura está superada?
R.- La pintura está en desuso y pienso que progresivamente tiende a desaparecer. Lo que no quiere decir que no se continúe practicando en pequeñas burbujas.
P.- Pinta un cuadro al año y sólo ha expuesto dos veces en toda su carrera, ¿no es eso poco comercial?
R.- La cuestión clave es si puede haber arte más allá de las reglas del mundo del arte. La respuesta lógica es negativa. Para mí, al no participar plenamente de la lógica del campo, es muy difícil de comercializar.
P.- ¿Se considera una víctima del mundo del arte?
R.- Creo que toda nuestra época en su conjunto ha sufrido sus consecuencias. El mundo del arte es un juego social basado en la exclusividad y en la distinción generada por los diversos niveles de posesión de lo que Bourdieu llamó 'capital cultural'. Habría que reflexionar acerca de si todavía queremos mantener un sistema como éste.
P.- ¿Opina que el arte se ha convertido en un juego perverso?
R.- Me parece perverso que se continúe luchando por el monopolio de la legitimidad para establecer lo que es y lo que deja de ser arte. La organización del mundo del arte se asimila a un régimen fascista, no existe mucha libertad de maniobra para nadie sin sufrir un elevado riesgo de quedar excluido. Yo sería más feliz en un sistema de microculturas donde cada actor fuese más libre.
P.- ¿Cree que los artistas famosos se han vendido?
R.- Hay muchísimos artistas que participan en el juego porque así es como ellos entienden el arte. Algunos conocen lo bastante la lógica del campo artístico como para desafiarla y explotarla al mismo tiempo. Warhol o Duchamp son dos buenos ejemplos, pero no pienso que por esta razón se hayan traicionado a sí mismos. Sencillamente jugaron a manejar el juego y ésa fue su principal aportación al campo.
P.- ¿Son sus cuadros mejores que una fotografía?
R.- Si me pregunta por la exactitud del color, tono y textura de las cosas representadas, la respuesta es sí, sobre todo si tenemos en cuenta el estado de la fotografía en los años 80, que es la época en la que yo utilizaba color en mi obra.
P.- ¿Es cierto que, si hacemos una radiografía al cuadro del desnudo, podríamos ver los músculos?
R.- Sí, eso crea mucha fascinación. En esa obra traté de reconstruir la estructura física de la piel, los músculos, las redes venosas, etc., mediante múltiples capas pictóricas con el fin de que la obra resultase fabricada desde dentro hacia afuera más que pintada en el sentido tradicional.
P.- Háblenos de los extraños artilugios que inventa
R.- Para hacer el tipo de obra que yo hago no se puede utilizar únicamente el pincel, tienes que fabricar tus propios artilugios para poder conseguir ese tipo de resultado. A lo largo de los años he construido aparatos ópticos para observar el color así como aerógrafos y muchas otras herramientas de trabajo.
P.- ¿Por qué le obsesiona la perfección?
R.- Me interesa la emoción que despierta la experiencia de lo sublime producida por todo aquello que nos sobrepasa, que queda fuera de la capacidad humana, que nos resulta inabarcable. La ausencia de huella humana en mis obras, el frío distanciamiento, lo preciso... Todo ello tiene su principal razón de ser en esto.
El pintor 'transfigura lo insignificante' en una exposición retrospectiva de su obra pictórica en la prestigiosa galería Marlborough. Desde allí, desvela su visión 'outsider' del mundo del arte y sus complejos juegos de poder.
Pregunta.- ¿Qué es para usted el arte?
Respuesta.- Lo que hoy en día entendemos como arte es el producto de una ideología que comienza a formarse en el siglo XVIII. Se trata de la génesis de un nuevo campo social, prácticamente inexistente en otras épocas y culturas, capaz de producir al artista (por oposición al artesano) como tal.
P.- ¿Se ha alejado el arte del público?
R.- El arte contemporáneo necesita mantener una distancia con el público para que todo pueda continuar funcionando. Esto lo explica muy bien Natalie Heinich cuando dice que el dispositivo actúa, cíclicamente, en tres fases: el artista transgrede las fronteras del arte, el público manifiesta su rechazo y, luego, los especialistas legitiman esa transgresión facilitando que la parte más avanzada del público la acepte como arte. El círculo transgresión/rechazo/legitimación se repite cada vez más rápido y el número de especialistas dispuestos a legitimar las transgresiones y la parte del público dispuesto a asimilarlas es cada vez más reducido. Esto hace que el mundo del arte sea cada vez más pequeño, más elitista, y por tanto más alejado del público en general.
P.- ¿Cree que la pintura está superada?
R.- La pintura está en desuso y pienso que progresivamente tiende a desaparecer. Lo que no quiere decir que no se continúe practicando en pequeñas burbujas.
P.- Pinta un cuadro al año y sólo ha expuesto dos veces en toda su carrera, ¿no es eso poco comercial?
R.- La cuestión clave es si puede haber arte más allá de las reglas del mundo del arte. La respuesta lógica es negativa. Para mí, al no participar plenamente de la lógica del campo, es muy difícil de comercializar.
P.- ¿Se considera una víctima del mundo del arte?
R.- Creo que toda nuestra época en su conjunto ha sufrido sus consecuencias. El mundo del arte es un juego social basado en la exclusividad y en la distinción generada por los diversos niveles de posesión de lo que Bourdieu llamó 'capital cultural'. Habría que reflexionar acerca de si todavía queremos mantener un sistema como éste.
P.- ¿Opina que el arte se ha convertido en un juego perverso?
R.- Me parece perverso que se continúe luchando por el monopolio de la legitimidad para establecer lo que es y lo que deja de ser arte. La organización del mundo del arte se asimila a un régimen fascista, no existe mucha libertad de maniobra para nadie sin sufrir un elevado riesgo de quedar excluido. Yo sería más feliz en un sistema de microculturas donde cada actor fuese más libre.
P.- ¿Cree que los artistas famosos se han vendido?
R.- Hay muchísimos artistas que participan en el juego porque así es como ellos entienden el arte. Algunos conocen lo bastante la lógica del campo artístico como para desafiarla y explotarla al mismo tiempo. Warhol o Duchamp son dos buenos ejemplos, pero no pienso que por esta razón se hayan traicionado a sí mismos. Sencillamente jugaron a manejar el juego y ésa fue su principal aportación al campo.
P.- ¿Son sus cuadros mejores que una fotografía?
R.- Si me pregunta por la exactitud del color, tono y textura de las cosas representadas, la respuesta es sí, sobre todo si tenemos en cuenta el estado de la fotografía en los años 80, que es la época en la que yo utilizaba color en mi obra.
P.- ¿Es cierto que, si hacemos una radiografía al cuadro del desnudo, podríamos ver los músculos?
R.- Sí, eso crea mucha fascinación. En esa obra traté de reconstruir la estructura física de la piel, los músculos, las redes venosas, etc., mediante múltiples capas pictóricas con el fin de que la obra resultase fabricada desde dentro hacia afuera más que pintada en el sentido tradicional.
P.- Háblenos de los extraños artilugios que inventa
R.- Para hacer el tipo de obra que yo hago no se puede utilizar únicamente el pincel, tienes que fabricar tus propios artilugios para poder conseguir ese tipo de resultado. A lo largo de los años he construido aparatos ópticos para observar el color así como aerógrafos y muchas otras herramientas de trabajo.
P.- ¿Por qué le obsesiona la perfección?
R.- Me interesa la emoción que despierta la experiencia de lo sublime producida por todo aquello que nos sobrepasa, que queda fuera de la capacidad humana, que nos resulta inabarcable. La ausencia de huella humana en mis obras, el frío distanciamiento, lo preciso... Todo ello tiene su principal razón de ser en esto.