La banda liderada por Willy Vlautin visita nuestro país para presentar en directo “We used to think the freeway sounded like a river”, su octavo disco y uno de los mejores de “americana” del año. El próximo martes inician gira española. Al habla su líder, Willy Vlautin
EDUARDO GUILLOT
Efe Eme
La discreción es la norma de Richmond Fontaine. El grupo de Willy Vlautin debutó en 1997, y entonces fueron considerados como la versión junior de Uncle Tupelo. Más de una década después, llega “We used to think the freeway sounded like a river”, su octavo disco, en el que demuestran que ya no son alumnos aventajados de nadie, sino consumados maestros. Su visión del rock americano es, hoy por hoy, una de las más estimulantes del género, y las letras de Vlautin (que también ha publicado varias novelas) les distinguen de compañeros de generación menos dotados. A finales de mes vuelven de gira por España.
¿Cuáles eran los objetivos del grupo al entrar en el estudio para grabar el nuevo álbum?
Nos habíamos tomado un año de descanso después de la gira de “Thirteen cities”, así que cuando entramos en el estudio nuevamente habíamos ensayado un poco y estábamos preparados. Afortunadamente, teníamos con nosotros a dos ases como JD Foster, nuestro productor durante muchos años, y Larry Crane, el dueño de los Jackpot! Studios. Por lo tanto, nuestro objetivo principal era conseguir un disco de Richmond Fontaine que sonara a lo grande, tal y como suena el grupo en directo. Éramos un puñado de amigos con la misma intención: Hacer un álbum del que pudiéramos sentirnos orgullosos.
El disco tiene un subtítulo: “14 canciones escritas alrededor y acerca del Noroeste del Pacífico”. Suena a álbum conceptual. ¿Lo es?
Creo que sólo en lo que respecta a que las canciones surgieron en torno al área geográfica en la que vivo y mis ideas sobre ella. Diría que es mi mayor intento de escribir canciones de amor. Es extraño cómo suena, pero es lo que esperaba conseguir. He pasado largo tiempo pensando en el tema y escribiendo sobre el amor.
¿Se puede considerar al productor JD Foster como un miembro más de la banda?
La verdad es que sí. JD es como un componente más del grupo, o al menos un mentor o el tío sabio. Ha contribuido al grupo de muchas maneras, y sin su ayuda no estoy seguro de que actualmente siguiéramos juntos. Además de ser un gran músico, es una de las personas más inteligentes que conozco. Algunas veces tienes suerte, y que él creyera en nosotros fue una de esas veces.
¿Y Paul Brainard? Compuso contigo el CD para la banda sonora de tu novela “Northline”, y en “Thirteen cities” aparecía como invitado. ¿Ahora ya es miembro oficial?
Hemos tocado con él a lo largo de diez años. Es muy bueno con la steel guitar, y ha estado siempre entrando y saliendo del grupo. Se gana la vida como músico de estudio, así que sólo viene de gira con nosotros ocasionalmente. Por eso a veces forma parte del grupo y otras, no. Curiosamente, no ha participado de manera decisiva en el nuevo disco, porque creo que la steel guitar no encajaba demasiado en las canciones, pero es nuestro colega y nos ha ayudado durante mucho tiempo.
Como es habitual en vuestros discos, “We used to think the freeway sounded like a river” incluye varios temas instrumentales. ¿Cómo decides dejar una canción sin letra?
Siempre me han gustado los temas instrumentales, así que cada vez me apetece más incluir varios en los discos. Mis álbumes favoritos suelen tener alguno. Me gustan porque pueden predisponer al oyente de cara a las canciones siguientes, y además le dan un respiro de mis letras y mi voz. Mi intención siempre es crear un mundo con la música y las letras, y a menudo los instrumentales contribuyen a llevar esa idea a buen término. ¿Cómo lo decido? No estoy seguro. Simplemente, se me presentan como instrumentales. La mayoría de la música que escucho en casa no tiene letra.
El anterior disco se grabó en Tucson, pero esta vez habeis regresado a casa. ¿Por qué?
Nos venía bien trabajar con Larry Crane. Habíamos pasado mucho tiempo viajando, y queríamos mantenernos cerca de casa. La verdad es que yo estaba tratando de poner algo de orden en mi vida personal, y me alegré de poder quedarme en Portland. Creo que el disco y las canciones lo reflejan. También estábamos en un momento del grupo en que nos sentíamos felices de seguir juntos y haciendo música. En Tucson todos teníamos ojeras, pasar tanto tiempo en la carretera no contribuyó a que aquellas sesiones de grabación fueran fáciles.
Como en otras ocasiones, es inevitable pensar que las letras del disco tienen cierto carácter autobiográfico. ¿Es así?
La mayoría de mis canciones son mitad verdad y mitad mentira. Siempre ha sido así, es mi modo de escribir. Deseo contar la verdad, pero me resulta más fácil hacerlo a través de una historia, y la historia suele ser siempre algo que creo a partir de la ficción, aunque esta vez he tratado de escribir de una manera más directa. Canciones como ‘The boyfriends’, ‘We used to think the freeway sounded like a river’, ‘A letter to the Patron Saint of Nurses’ o ‘Two alone’ son más o menos verdaderas. Mi madre falleció mientras estaba de gira con “Thirteen cities” y cuando regresé a casa empecé a escribir de manera diferente. Por eso traté de hacer canciones de amor. Su pérdida puso las cosas difíciles durante una temporada. Lamentaba su ausencia, y al mismo tiempo me daba cuenta de que era la última familia real que me quedaba, aparte de mi hermano, con el que no me llevo bien. Me sentí solo. La esperanza que me queda es que algún día seamos amigos.
¿Cómo valoras la trayectoria del grupo, desde vuestros inicios cercanos al punk hasta el característico sonido americano actual?
Me gustaría que hubiéramos conocido a JD cuando empezamos. ¡Nos habría ahorrado mucho tiempo! La verdad es que no escucho los primeros discos, creo que escribía de manera demasiado dramática. Me hubiera gustado ser una persona más estable y haber tenido a JD para hablar con él. En lugar de eso, me pasé seis años borracho y grabé en malas condiciones. Canté borracho en los tres primeros LPs y me avergüenza bastante. Estaba pasando una mala época y no tenía confianza en mí mismo. El primer disco que grabé sobrio fue “Winnemucca”, y creo que es el primero bueno que hicimos. Así es como los agrupo: Los tres primeros, “Winnemucca”, “Post to wire”, “The Fitzgerald”, “Thirteen cities” y “We used to think the freeway sounded like a river”.
Se habla tanto de tus letras que, a veces, parece que no se da importancia a la música de Richmond Fontaine. ¿Estás de acuerdo?
La prensa, en general, ha sido muy amable con el grupo, y como letrista del grupo siempre es agradable escuchar que el oyente identifica lo que escribes. Pero me alegra que la gente, por fin, se haya dado cuenta de lo grande que es la banda. Llevamos mucho tiempo juntos, y lo hemos logrado.
En ese sentido, ¿crees que se puede disfrutar de vuestros discos sin entender los textos?
Espero que sí. Es una pregunta difícil. Creo que en directo somos buenos y la gente disfruta. Pero entrar en un LP como “The Fitzgerald” es complicado sin entender las letras.
¿Qué puedes avanzar sobre “Lean on Pete”, tu nueva novela?
Es la historia de un chaval de quince años que se muda a Portland (Oregón) con su padre. El problema es que el pasre está fuera a menudo, porque es un mujeriego y un borracho, así que el chico siempre está hambriento y sin un duro. Consigue un trabajo en el hipódromo local y se encariña con un caballo de carreras derrotado que se llama “Lean on Pete”. Sus vidas corren paralelas y el chico trata de sacarlas adelante.
¿Se publicará también en castellano, como “Vida de motel” y “Northline”?
Espero que sí. La editorial Belacqua ha hecho un gran trabajo en España con mis dos libros anteriores.
En su edición americana, “Northline” iba acompaña de un CD a modo de banda sonora. ¿También “Lean on Pete”?
Esta vez no. “Northline” fue muy dura a nivel personal, y por eso escribí algunas canciones que me permitieran sobrellevar el trabajo. Las canciones y las historias siempre van juntas en mi caso cuando lo estoy pasando mal.
¿Has hecho giras como escritor, al estilo de las de Nick Cave?
Sí, me encanta hacer lecturas en público. Es fácil, no necesitas llevar equipo, lo puedes hacer sobrio o con un par de copas, y siempre estás rodeado de gente que ama los libros. Además, siempre tienen lugar en bibliotecas o librerías, que son dos de mis lugares favoritos.
¿Cuáles eran los objetivos del grupo al entrar en el estudio para grabar el nuevo álbum?
Nos habíamos tomado un año de descanso después de la gira de “Thirteen cities”, así que cuando entramos en el estudio nuevamente habíamos ensayado un poco y estábamos preparados. Afortunadamente, teníamos con nosotros a dos ases como JD Foster, nuestro productor durante muchos años, y Larry Crane, el dueño de los Jackpot! Studios. Por lo tanto, nuestro objetivo principal era conseguir un disco de Richmond Fontaine que sonara a lo grande, tal y como suena el grupo en directo. Éramos un puñado de amigos con la misma intención: Hacer un álbum del que pudiéramos sentirnos orgullosos.
El disco tiene un subtítulo: “14 canciones escritas alrededor y acerca del Noroeste del Pacífico”. Suena a álbum conceptual. ¿Lo es?
Creo que sólo en lo que respecta a que las canciones surgieron en torno al área geográfica en la que vivo y mis ideas sobre ella. Diría que es mi mayor intento de escribir canciones de amor. Es extraño cómo suena, pero es lo que esperaba conseguir. He pasado largo tiempo pensando en el tema y escribiendo sobre el amor.
¿Se puede considerar al productor JD Foster como un miembro más de la banda?
La verdad es que sí. JD es como un componente más del grupo, o al menos un mentor o el tío sabio. Ha contribuido al grupo de muchas maneras, y sin su ayuda no estoy seguro de que actualmente siguiéramos juntos. Además de ser un gran músico, es una de las personas más inteligentes que conozco. Algunas veces tienes suerte, y que él creyera en nosotros fue una de esas veces.
¿Y Paul Brainard? Compuso contigo el CD para la banda sonora de tu novela “Northline”, y en “Thirteen cities” aparecía como invitado. ¿Ahora ya es miembro oficial?
Hemos tocado con él a lo largo de diez años. Es muy bueno con la steel guitar, y ha estado siempre entrando y saliendo del grupo. Se gana la vida como músico de estudio, así que sólo viene de gira con nosotros ocasionalmente. Por eso a veces forma parte del grupo y otras, no. Curiosamente, no ha participado de manera decisiva en el nuevo disco, porque creo que la steel guitar no encajaba demasiado en las canciones, pero es nuestro colega y nos ha ayudado durante mucho tiempo.
Como es habitual en vuestros discos, “We used to think the freeway sounded like a river” incluye varios temas instrumentales. ¿Cómo decides dejar una canción sin letra?
Siempre me han gustado los temas instrumentales, así que cada vez me apetece más incluir varios en los discos. Mis álbumes favoritos suelen tener alguno. Me gustan porque pueden predisponer al oyente de cara a las canciones siguientes, y además le dan un respiro de mis letras y mi voz. Mi intención siempre es crear un mundo con la música y las letras, y a menudo los instrumentales contribuyen a llevar esa idea a buen término. ¿Cómo lo decido? No estoy seguro. Simplemente, se me presentan como instrumentales. La mayoría de la música que escucho en casa no tiene letra.
El anterior disco se grabó en Tucson, pero esta vez habeis regresado a casa. ¿Por qué?
Nos venía bien trabajar con Larry Crane. Habíamos pasado mucho tiempo viajando, y queríamos mantenernos cerca de casa. La verdad es que yo estaba tratando de poner algo de orden en mi vida personal, y me alegré de poder quedarme en Portland. Creo que el disco y las canciones lo reflejan. También estábamos en un momento del grupo en que nos sentíamos felices de seguir juntos y haciendo música. En Tucson todos teníamos ojeras, pasar tanto tiempo en la carretera no contribuyó a que aquellas sesiones de grabación fueran fáciles.
Como en otras ocasiones, es inevitable pensar que las letras del disco tienen cierto carácter autobiográfico. ¿Es así?
La mayoría de mis canciones son mitad verdad y mitad mentira. Siempre ha sido así, es mi modo de escribir. Deseo contar la verdad, pero me resulta más fácil hacerlo a través de una historia, y la historia suele ser siempre algo que creo a partir de la ficción, aunque esta vez he tratado de escribir de una manera más directa. Canciones como ‘The boyfriends’, ‘We used to think the freeway sounded like a river’, ‘A letter to the Patron Saint of Nurses’ o ‘Two alone’ son más o menos verdaderas. Mi madre falleció mientras estaba de gira con “Thirteen cities” y cuando regresé a casa empecé a escribir de manera diferente. Por eso traté de hacer canciones de amor. Su pérdida puso las cosas difíciles durante una temporada. Lamentaba su ausencia, y al mismo tiempo me daba cuenta de que era la última familia real que me quedaba, aparte de mi hermano, con el que no me llevo bien. Me sentí solo. La esperanza que me queda es que algún día seamos amigos.
¿Cómo valoras la trayectoria del grupo, desde vuestros inicios cercanos al punk hasta el característico sonido americano actual?
Me gustaría que hubiéramos conocido a JD cuando empezamos. ¡Nos habría ahorrado mucho tiempo! La verdad es que no escucho los primeros discos, creo que escribía de manera demasiado dramática. Me hubiera gustado ser una persona más estable y haber tenido a JD para hablar con él. En lugar de eso, me pasé seis años borracho y grabé en malas condiciones. Canté borracho en los tres primeros LPs y me avergüenza bastante. Estaba pasando una mala época y no tenía confianza en mí mismo. El primer disco que grabé sobrio fue “Winnemucca”, y creo que es el primero bueno que hicimos. Así es como los agrupo: Los tres primeros, “Winnemucca”, “Post to wire”, “The Fitzgerald”, “Thirteen cities” y “We used to think the freeway sounded like a river”.
Se habla tanto de tus letras que, a veces, parece que no se da importancia a la música de Richmond Fontaine. ¿Estás de acuerdo?
La prensa, en general, ha sido muy amable con el grupo, y como letrista del grupo siempre es agradable escuchar que el oyente identifica lo que escribes. Pero me alegra que la gente, por fin, se haya dado cuenta de lo grande que es la banda. Llevamos mucho tiempo juntos, y lo hemos logrado.
En ese sentido, ¿crees que se puede disfrutar de vuestros discos sin entender los textos?
Espero que sí. Es una pregunta difícil. Creo que en directo somos buenos y la gente disfruta. Pero entrar en un LP como “The Fitzgerald” es complicado sin entender las letras.
¿Qué puedes avanzar sobre “Lean on Pete”, tu nueva novela?
Es la historia de un chaval de quince años que se muda a Portland (Oregón) con su padre. El problema es que el pasre está fuera a menudo, porque es un mujeriego y un borracho, así que el chico siempre está hambriento y sin un duro. Consigue un trabajo en el hipódromo local y se encariña con un caballo de carreras derrotado que se llama “Lean on Pete”. Sus vidas corren paralelas y el chico trata de sacarlas adelante.
¿Se publicará también en castellano, como “Vida de motel” y “Northline”?
Espero que sí. La editorial Belacqua ha hecho un gran trabajo en España con mis dos libros anteriores.
En su edición americana, “Northline” iba acompaña de un CD a modo de banda sonora. ¿También “Lean on Pete”?
Esta vez no. “Northline” fue muy dura a nivel personal, y por eso escribí algunas canciones que me permitieran sobrellevar el trabajo. Las canciones y las historias siempre van juntas en mi caso cuando lo estoy pasando mal.
¿Has hecho giras como escritor, al estilo de las de Nick Cave?
Sí, me encanta hacer lecturas en público. Es fácil, no necesitas llevar equipo, lo puedes hacer sobrio o con un par de copas, y siempre estás rodeado de gente que ama los libros. Además, siempre tienen lugar en bibliotecas o librerías, que son dos de mis lugares favoritos.