El relato que declaró la guerra al ánimo burgués


En Bajo el signo de Marte, Fritz Zorn destruye el sueño de la felicidad occidental


GUILLAUME FOURMONT
Público



Marte es el planeta rojo, donde no se respira, Marte es el dios de la guerra. Rojo de cólera se sentía Fritz Zorn, ahogado por su educación en la alta burguesía suiza, cuando terminó su primer y único libro, Bajo el signo de Marte, en el que el autor se declara en "estado de guerra total".

Más de 30 años después de su publicación en alemán, la editorial Anagrama rescata una discreta primera edición en castellano salió en 1992 un texto urgente, un texto que recuerda que la sociedad occidental, presa de su propia decadencia, está condenada. Zorn falleció en 1976, a los 32 años, víctima de cáncer.

El primer párrafo de la obra lo dice todo: "Soy joven, rico y culto; y soy infeliz, neurótico y estoy solo. He tenido una educación burguesa y me he portado bien toda mi vida. Por supuesto, también tengo cáncer, cosa que se deduce automáticamente de lo que acabo de decir". Para el escritor, no cabe duda alguna: la responsable de su enfermedad es la educación conservadora que recibió. El enemigo es la burguesía.

Bajo el signo de Marte es el diario de una persona que sabe que va a morir y, al estilo de Thomas Bernhard, lucha contra la enfermedad, aunque no la suya, sino la de la sociedad. Es la sociedad que padece cáncer. Detrás del relato de su niñez, de su adolescencia, de la relación con sus padres, de sus años en la facultad, de su vida adulta, Zorn hace un análisis lúcido de la felicidad occidental y la destruye. "¿Sobreviviré a esta enfermedad? Por ahora no lo sé. En el caso de que muera, se podrá decir de mí que fui educado a muerte", escribe.

Incapaz de ser feliz

Zorn deja claro desde el principio su frustración: ha sido incapaz de ser feliz, de reírse, de disfrutar del sexo... porque recibió "la educación equivocada". Fue criado en una rica región de Suiza, la vida en su casa se dividía entre "lo bueno" y "lo complicado". Nadie nunca hablaba de "lo complicado", como las mujeres, la libertad, el comunismo. Nada debía alterar el mundo perfecto dibujado por sus padres: "Lo que era malo era el hecho de que el mundo en el cual yo crecía no debía ser un mundo imperfecto, ya que su armonía y su perfección era obligatoria". El escritor rechaza el mundo en el que nació, ataca a su familia y pone en tela de juicio el concepto mismo de familia sin condenar a sus padres, porque "nadie es perfecto", a su pasado con una crítica social de los orígenes.

Son los orígenes, según Zorn, la base de la discriminación en la sociedad burguesa. ¿Qué es "lo bueno"? "El que es rico", responde, "lo burgués es esa tranquilidad a cualquier precio, porque de otra manera algún otro puede ser molestado en su propia tranquilidad. Y eso es lo malo". Y avisa: "Hay algo podrido en Dinamarca (y también en otros estados europeos), pero evidentemente nadie se da cuenta hasta que el mal se agrava".

Con la escritura, Zorn, joven profesor de castellano y de portugués en la universidad, pensaba aliviar el dolor, tanto el que le comía el cuerpo como el que le destruía el alma. Pero leer Bajo el signo de Marte es entender que no hay salvación sin rebelión. Porque el libro no es el diario de un depresivo crónico el autor confiesa que su soledad no tiene remedio y que está al borde el abismo, sino que constata un fracaso. Frente a una "impotencia total del alma", la "mejor idea" que tuvo "fue la de contraer un cáncer". Para denunciar el pensamiento conservador "que sólo conserva la muerte".

Nadie se salva, ni Dios. "Aunque tengamos como hipótesis que Dios no existe, habría que inventarlo sólo para romperle la cara", lanza. Fritz Zorn no quiso firmar con su apellido, aunque su verdadero patronímico y su seudónimo resumen su vida y su obra: él se llamaba Angst, angustia en alemán; Zorn significa ira.