'Deseando amar (In the mood for love)' - Wong Kar-wai, 2000




ROCKDELUX
Eulàlia Iglesias

El epicentro del mundo, que estuvo en Europa en el siglo XIX y en Estados Unidos en el XX, se traslada a Asia en el siglo XXI. El cine no ha dejado de demostrarlo a lo largo de esta década en que las cinematografías orientales han ocupado su lugar en las carteleras como jamás había sucedido antes. Pero si hay una película que anunción por encima de cualquier otra que Asia iba a marcar tendencia en el nuevo milenio, esa es sin duda 'Deseando amar (In the mood for love)'.

Wong Kar-wai ya había demostrado de sobra en filmes como 'Chungking Express' (1994) y 'Happy together' (1997) que el cine hongkonés era mucho más que películas de tríadas y artes marciales. En 'In the mood for love' consigue conjugar un planteamiento del melodrama clásico, una historia de amor no consumado entre un hombre y una mujer del Hong Kong de principios de los años setenta que descubren que sus respectivos cónyuges son amantes, con la apropiación de elementos más presentes en el audiovisual no narrativo.

La clave del filme está en el título en inglés tomado prestado de una canción de Nat King Cole: esta es una película de "moods" (palabreja siempre complicada de traducir con exactitud), de esas emociones y sentimientos queu configuran un estado de ánimo y se escapan a cualquier explicación o narración convencional. Como desvelan las escenas eliminadas que se encuentran en las ediciones en DVD del filme, a Wong Kar-wai estuvo a punto de salirle un melodrama romántico mucho más tópico, en que los amantes explicitaban su amor a través de palabras y gestos.

Afortunadamente, el director abandonó la idea de hacer un cine de la prosa para trabajar un cine de la poesía, de la musicalidad y de la plástica, los lenguajes adecuados para tratar aquellas sensaciones que no se pueden describir con palabras. Evitó la aproximación frontal para acercarse desde el rodeo a esta insólita historia de amor contenido que se cocina muy lentamente para dejar un sabor imperecedero. Esta es una película de roces y palabras no dichas, y ya desde el fuera de campo al que se condena el romance de las parejas de los protagonistas, 'In the mood for love' apunta, toca con los dedos, todos los elementos del melodrama (las pasiones reprimidas, las represiones externas... ) siempre de forma tangencial.

Wong y sus directores de fotografía, Christopher Doyle y Mark Lee Pingbin, enmarcan a los protagonistas en una ciudad de habitaciones estrechas, pasillos diminutos y callejones angostos y oscuros hasta el punto que incluso las escenas de exterior parecen interiores (hasta la secuencia final no vemos apenas la luz del sol). Los protagonistas se ven encerrados así en un mundo claustrofóbico que marca los caminos a seguir sin posibilidad de escapatoria. Wong otorga un componente fatalista, un poco "noir", a este filme impregnado de melancolía. La historia adopta una estructura musical, casi jazzística, que rehúsa la mera mecánica narrativa para proponer variaciones en torno a una pareja que se va enamorando a partir de compartir soledades. La película se construye al ritmo de esas emociones internas que nunca llegan a desvelarse.

Pocos filmes han conseguido como 'In the mood for love' aunar la sensibilidad estética del nuevo audiovisual con esa devoción, que tuvo su época álgida en los años cincuenta, por explotar al máximo las posibilidades fotogénicas del cine. Desde todos y cada uno de los vestidos que luce la actriz Maggie Cheung hasta la forma en que Tony Leung Chiu Wai se fuma sus cigarrillos, todo es hermoso en este filme que sin embargo no cae en ningún momento en la estilización hueca. Se trata de esa hermosura que sólo se puede conjugar en el tiempo cinematográfico.

La película también marca un punto y aparte en la carrera de Wong Kar-wai. Su perfección se ha convertido en un listón demasiado alto a superar incluso para su propio creador. Wong ha querido escaparse del maleficio de haber filmado una obra única intentando encajar, sin demasiada suerte, su universo en ciertas constantes del cine norteamericano en 'My blueberry nights' (2007). O, en '2046' (2004), tratando de superar 'In the mood for love' a través de la sobresaturación de la mayoría de propuestas que estaban en su filme anterior para al final sólo conseguir agotarlas. '2046' está plagada sin duda de bellísimas imágenes, pero la mayoría se han desvanecido de la memoria como lágrimas en la lluvia. De 'In the mood for love', en cambio, resulta difícil escoger alguno de los muchos momentos capaces de proyectarse una y otra vez en nuestra cabeza. Si me tuviera que quedar con uno, posiblemente sería aquel en que, al ritmo de la inmortal melodía creada por Shigeru Umebayashi, los dos vecinos cruzan sus caminos en un callejón mientras se dirigen a degustar sus respectivas cenas en triste soledad. Una secuencia que marca el latido de cierto audiovisual del nuevo milenio.