"La lira de Orfeo", Robertson Davies


SRA. MOLINA
Solodelibros




Con ésta son ya seis las novelas que uno ha leído (y reseñado) de Robertson Davies y no puedo sino seguir insistiendo en la necesidad de leerlo. Por muchas razones, pero quizá la principal sea que Davies consigue que disfrutemos de la experiencia de la lectura con una inocencia olvidada, con una pasión purísima que, al menos a uno, le devuelve a aquellos momentos de la infancia en la que los primeros libros forjaron la compulsiva necesidad de leer.

En La lira de Orfeo se pone punto y final a la Trilogía de Cornish, en la que la historia se centra en la figura del difunto Francis Cornish, un misterioso mecenas canadiense. En los dos libros anteriores la trama giraba en torno al legado del millonario y a su propia (y excéntrica) biografía; sin embargo, en este último libro Davies se inclina más bien por ofrecer una historia acerca del arte y las dinámicas que puede generar en su manifestación más mundana. Aunque los caracteres principales son viejos conocidos (el sobrino de Francis Cornish, Arthur; el profesor Simon Darcourt; la otrora estudiante y ahora esposa de Arthur, Maria), nos encontramos con una plétora de personajes que se embarcarán en el ambicioso proyecto de montar una ópera basándose en una inacabada obra de E.T.A. Hoffmann. Así, el autor nos presenta a una joven y rebelde estudiante, encargado de llevar a cabo el proyecto como trabajo para conseguir el doctorado; a su tutora, una musicóloga sueca de apabullante personalidad; al director de la ópera, Geraint Powell, un escocés apuesto y parlanchín… En fin, a todo un elenco de personas que, con mayor o menor protagonismo, configurarán el reparto no sólo de la obra que pondrán en escena, sino del propio libro.

Como siempre, Robertson Davies hace gala de un estilo desenfadado que, no obstante, tiene la capacidad de encerrar toda suerte de reflexiones acerca de las personas y su comportamiento. La altivez de Powell, por ejemplo, termina por revelarse como una pose artística que le mantiene firme ante su inseguridad acerca de la viabilidad de la ópera; la seguridad de Arthur Cornish en los negocios se contrapone con su incapacidad para comprender a su mujer; Maria, por su parte, contempla de forma pasiva cómo su vida se le ha escapado de las manos al casarse con un hombre inmensamente rico y siente que sus ambiciones han quedado relegadas a un segundo plano. Todo ello aderezado con las peleas, frustraciones y envidias que provoca el montaje de la ópera entre los integrantes del reparto y los encargados de llevarla a cabo.

Davies tiene una capacidad especial para divertir al lector, pero sin perder un ápice de profundidad en sus texto. Puede que el término «profundidad» suene muy ampuloso, aunque en realidad con él me refiero al sentimiento, a la habilidad para poner de relieve los sufrimientos de los personajes sin que por ello el ritmo decaiga o la trama se resienta. La lira de Orfeo divierte, y mucho: los diálogos son chispeantes, los protagonistas son ingeniosos y las situaciones son rocambolescas; sin embargo, todo ello no obsta para que uno termine la lectura habiendo sentido cada emoción de los personajes, sabiendo un poco más acerca de las envidias y los sueños que nos carcomen día a día. Sin necesidad de alharacas literarias, ni de posmodernas formas de narrar, Robertson Davies crea una historia poderosa, de una hondura apenas perceptible, pero muy sólida, y con un envoltorio exquisito.

Quizá en estos tiempos que corren el hecho de recomendar a un escritor (entre otras cosas) por el hecho de que leer sus libros es divertido sea considerado una frivolidad, cuando menos. Y, sin embargo, es lo que pienso hacer: lean a Robertson Davies; léanlo porque, por encima de su indudable talento para contar historias, de sus ingeniosos y facundos personajes, de sus tramas inteligentes, van a encontrar a un autor entretenido como pocos. No les defraudará.