"Little Moon", Grant Lee Phillips (2009)


KEPA ARBIZU
Lumpen




Es lógico que con la cantidad de medios existentes hoy en día para promocionar y/o anunciar música, algunos discos, que por diferentes motivos no hayan hecho excesivo ruido, pasen casi desapercibidos. Algo así le ha sucedido al nuevo trabajo de Grant Lee Phillips, “Little moon”.

Este hecho puede servir de magnífica metáfora de lo que es en la actualidad el músico norteamericano. A pesar de haber cosechado algún éxito significativo con su anterior grupo (Grant Lee Buffalo), en gran medida ayudado por su aparición en la serie “Las chicas de Gilmore”, su carrera se basa en ir dando pequeños y seguros pasos para ir consolidando su posición musical, la de un “songwriter”.

En su estilo siempre ha estado presente la música de raíces. Cierto que, sobre todo con su grupo anterior, la fusionaba sin grandes complejos con el pop-rock alternativo, donde había espacio para fuertes guitarras o diferentes sonoridades. Su carrera en solitario ha ido derivando en “limpiar” su sonido, ir puliéndolo hasta despojarlo de otras influencias y quedarse en las más clásicas, el blues, el folk o el el country. Así, en sus últimos discos se ha impuesto una instrumentación mucho más acústica y relajada.

Otros aspectos en cambio han permanecido inmutables a la hora de componer. Su voz mantiene esa mezcla entre dulzura, claridad y alta dosis de profundidad, cosa que le ayuda a moverse por diferentes registros, desde el falsete hasta un tono más hondo. También a lo largo de sus composiciones siempre se ha caracterizado por cuidar las letras, y al margen de la iconografía habitual del rock clásico los temas sociales y políticos han estado muy presentes.

En “Little moon” podemos destacar que la columna vertebral del sonido la conforman la guitarra acústica y el piano, ambos elementos dan profundidad a la vez que serenidad al resultado final, que en muchos momentos está ayudado también de una abundante instrumentación. Estamos ante un disco con un poso de optimismo bastante palpable, debido en parte a la reciente paternidad del músico. Así se demuestra desde el principio, “Good morning happiness”, a pesar de tener como base musical un ritmo entre el blues y el jazz, está interpretada de una forma muy luminosa.

“Strangest thing” transmite más tensión y rabia, personalizada en la forma de cantar de Grant Lee Phillips que trae a la memoria a Bruce Springsteen, influencia que también se hace notar en la pegadiza “Seal it with a kiss”. “Blind Tom” está sostenida por el piano y una fuerte y concisa orquestación, está a medio camino entre las composiciones de Billi Joel y Randy Newman. El resultado en este caso suena algo excesivo. Todo lo contrario le sucede a la preciosa “Little moon”, interpretada con delicadeza, consigue a la perfección manejar la aparición de la instrumentación, haciéndola partícipe del sentimiento bucólico y relajante que transmite la canción. Otro tema destacado es la maravillosa “Nightbirds”, un country-rock melancólico perfectamente construido. “Violet” está dedicada a su hija, y a pesar de jugar con el tono romántico no resulta “sensiblera”. “Buried treasure” sigue manteniendo un tono mesurado, esta vez en clave de rock.

“One morning” es un folk-rock en el que destaca su pegadizo estribillo, lleno de melodía y destinado a convertirse en un cántico de esperanza. “It ain´t the same old cold war Harry” es una espléndida recreación de la música de Nueva Orlenas, muy instrumentada y con mucha cadencia. El colofón al disco lo pone “The sun shines on Jupiter”, un tema de sonido “bufonesco”, muy cercano al vodevil, pero que tiene su gracia.

Grant Lee Phillips en épocas de ruido y de oscuridad ha creado seguramente su disco más vitalista. Sin salirse de su estilo, consigue transmitir, sin estridencias, la necesidad de luchar por la esperanza. Es inevitable acabar de escuchar “Little moon” sin quedar impregnado de esa sensación, al mismo tiempo que de la certeza del talento musical que esconden sus composiciones.