Ignacio Julià: Velvet Underground fueron una mezcla volátil e irrepetible


El veterano periodista Ignacio Julià, toda una institución en el periodismo musical de nuestro país, ha logrado con la versión actualizada de “Feed- Back/The Velvet Underground: Legend, Truth” dar forma a la biografía definitiva sobre Velvet Underground, uno de los grupos más influyentes de la historia del rock. Con él charlamos alrededor de la Velvet


JAVIER MENDOZA
Efe Eme




El tam-tam tenebroso bombeando el fluir del “jaco” desde la vena hasta sus receptores en el cerebro. El dulce susurro de Nico, la musa de Felllini anunciando un nuevo día lleno de amor y promesas incumplidas de paciencia. La voz de Lou Reed escupe versos callejeros porque ahí es donde hay que estar, donde está la acción, donde están los chirridos avant-garde de Cale que, machaconamente, se empeña en reforzar Maureen Tucker. Sterling Morrison es el contrapunto perfecto pero pocos se acuerdan de él…

Parafraseando la épica de cartón piedra de Hollywood, muchos han sido los que, en un momento u otro, se han visto atrapados por el sonido adictivo de The Velvet Underground pero ninguno, que se sepa, como Ignacio Julià. Un plumilla de la incipiente prensa underground española a quien un concierto de Lou Reed le cambió la vida en 1975. En ese momento decidió ir a buscarlos y confeccionar poco a poco un collage de sueños rotos y hallazgos inesperados llamado “Feed- Back/The Velvet Underground: Legend, Truth” (distribuido por Munster). Un libro, escrito en un inglés altamente comprensible, con tapa dura y despliegue de fotos y álbumes dedicados. Un lujo en la estantería de un aficionado y un deber en la del fan confeso e irredento.

Tu libro es la historia de una obsesión y, al mismo tiempo, la historia de un sueño cumplido. ¿Cómo fue aquel concierto de Lou Reed que te cambió la vida? ¿Qué tipo de cosas pasaban por tu mente por aquella época?

El de Lou Reed, en la Barcelona de 1975, con Franco todavía agónico, fue mi primer gran concierto de rock. Me impactó pues esperaba algo más espectacular, más teatral por su nexo con Bowie, y fue un concierto de puro rock’n’roll como yo no había escuchado nunca. Las palabras fluían con la misma elocuencia que las guitarras eléctricas. Desprendiendo una tremenda actitud, distante pero vibrante, de vuelta de todo. Por cierto, que Doug Yule, miembro de Velvet Underground, venía con él de guitarra solista en aquella gira. Para un españolito de 18 años, aquella noche abría muchas puertas: a la imaginada decadencia de las drogas drogas y la sexualidad no convencional quizá, pero sobre todo a la libertad y el realismo como principios estéticos. Mis compañeros de clase podían escuchar rock duro o sinfónico, a Beatles o a Dylan, que yo había dado con la clave de una expresividad única.

Ya que has tenido la oportunidad de conocerles a todos me gustaría que contases algo de cada uno de ellos, impresiones personales…

Los define perfectamente Doug Yule en el libro. Dice que Lou era quien tenía la voluntad más férrea. Que Sterling era un pensador de profunda sensibilidad. Y que Moe es la persona más honesta y normal que conoce. Musicalmente Morrison fue importantísimo pese a que cueste reconocerlo a primera vista, pero Tucker fue la base de todo, un singular e irrepetible fundamento rítmico. Sin ella, Velvet Underground no hubiesen sido tan musicalmente decisivos. Y no podemos olvidar a John Cale, un extraordinario innovador que no ha sido ampliamente reconocido. Un músico total. Ni a Nico, una mujer única en su especie, cuyo paso por la banda fue anecdótica, pero cuya trayectoria en solitario resulta la más extrema.

Una de la cosas que ha conseguido tu libro es llenar una laguna (de tantas) que tenía con Bo Diddley. Realmente su guitarra rítmica influyó en la Velvet, esa guitarra tiene mucho que ver con la obsesión, ¿no?

En efecto, el singular ritmo de la guitarra de Bo Diddley, tan selvático y carismático, tuvo una gran influencia en Lou, Sterling y Moe. Pero asimismo Jerry Lee Lewis, James Brown o Lightning Hopkins; o figuras free-jazz como Ornete Coleman y Albert Ayler. Lo que ocurre es que las endiabladas rítmicas que a menudo compartían Lou y Sterling proceden directamente de Bo y su instrumento rectangular.

Otra característica fundamental de la Velvet son sus letras y su capacidad expresiva. Abrieron el rock a la literatura y viceversa, ésta es una de las razones por la que hoy siguen siendo un grupo de referencia. ¿Cual o cuales son tus preferidas y por qué?

La fuerza expresiva de la formación original surgía del choque de las letras de un genuino poeta, Reed, y los hallazgos sónicos de un músico experimental, Cale. En cuanto a canciones, creo que el paradigma Velvet Underground está en ‘Heroin’, que Patti Smith reconoce como uno de los grandes poemas norteamericanos del Siglo XX. Otras favoritas: ‘I’ll Be Your Mirror’, ‘Waiting for the Man’, ‘I Heard Her Call My Name’, ‘Sister Ray’, ‘Some Kinda Love’, ‘Pale Blue Eyes’, ‘Sweet Jane’…

Dices en el libro que, por su mismo carácter, ponerle en los 70 la Velvet a un amigo era más o menos un “test de amistad”. Quizá por ello han tenido que pasar muchos años para que Velvet Underground entre el panteón del rock…

El éxito de Lou Reed a mediados de los 70 puso a Velvet Underground en el mapa para muchos aficionados, pero no era plato de gusto para todos, naturalmente, pues lo que se escuchaba en la época era Elton John, Pink Floyd, Rod Stewart, Supertramp. En los 80, con la edición de discos inéditos y la declarada admiración de muchas bandas de la época, de Joy Division a R.E.M. o Sonic Youth, fueron canonizados. En los 90 este perfil icónico creció más todavía con la llegada del rock alternativo y la gira de reunión que les trajo a Europa en 1993.

¿Cuál crees que fue el papel real de Andy Warhol en Velvet Underground? El espectáculo “Exploding Plastic Inevitable”, ¿es un precursor de las raves?

Warhol fue fundamental como guía y promotor. Era un artista famoso, por lo que Velvet Underground disfrutó de una atención mediática que de otro modo no hubiesen tenido. Lou Reed siempre dice que él le animó a grabar las letras más controvertidas, sin autocensuras. Lo mismo con la música, no le intimidaba el ruido ni la improvisación. Su canción favorita era ‘All Tomorrow’s Parties’. Y sí, el EPI fue un precursor no sólo de las raves sino del modo en que se presenta el rock en vivo desde los 70 hasta nuestros días: luces estroboscópicas, proyecciones y pantallas, saturación sensorial, etc. Fue multimedia antes de que se inventara ese término.

A su manera, todas las carreras de ellos en solitario son coherentes. La más rara es la de Sterling Morrison, que fue capitán de un remolcador. ¿Alguna relación con la canción de Galaxie 500? ¿Cuál es tu impresión sobre él ya que es uno de los que conociste mejor? ¿Qué opinas de las carreras de los demás?

No hay relación con ‘Tugboat’ de Galaxie 500, pues Dean Wareham aún no le conocía personalmente cuando la escribió. Sterling era un tipo extraordinario: conversador ilimitado, tocacojones vocacional, una mente brillante, un olímpico bebedor de cerveza y azote de republicanos, en particular de la familia Bush. Recuerdo que en 1992 ya me profetizó el 11-S diciéndome que Bush padre era capaz de bombardear Nueva York con tal de ser reelegido. También tenía un lado más oscuro, un tanto resentido por la falta de éxito de la banda y por cómo funcionaba el negocio de la música. Por eso lo dejó… Las carreras de Reed, Cale y en menor medida Tucker, han sido bien documentadas. El primero es uno de los mejores autores rock de su generación, a la altura de Dylan, Lennon, Jagger-Richards o Neil Young. El segundo, como he dicho, un músico en el más amplio sentido del término. En cuanto a Moe, es la que mejor preservó en solitario el espíritu original de Velvet Underground.

¿Qué fue más raro, compartir dos gramos de coca con Cale o ver a Lou Reed jugando a pinball?

Ambas cosas tuvieron su impacto para un joven admirador. Cale ahora no tiene reparos en contar sus problemas con las drogas y cómo estas afectaron a su creatividad. Reed no quiere hablar de ello. Ya no juega al pinball, pero practica el tai chi y la meditación trascendental.

Sin la Velvet no habría Sonic Youth, no habría Galaxie 500 ni Luna, ni My Bloody Valentine… por citar algunos, ¿cuáles han sido la lecciones que han aprendido las sucesivas generaciones de músicos? ¿Alguno que se acerque más?

La principal lección es que no hay lección. Velvet Underground demostraron que cualquiera puede hacer rock si tiene cosas que expresar y su propio modo de hacerlo. Como dice Sterling en el libro: “Si puedes expresar lo que la gente piensa pero es incapaz de articular, ya has logrado mucho”. En mi opinión personal, Sonic Youth serían los más parecidos en planteamientos, y también mantengo una fluida relación personal con ellos. Pero la verdad es que, pese a que cientos de grupos se han llenado la boca con Velvet Underground, absolutamente nadie ha sonado realmente como ellos. Fueron una mezcla volátil e irrepetible.

Recorrer EE.UU. y Europa para encontrar a tus mitos debe ser una experiencia inolvidable pero también, por fuerza, peliaguda por necesariamente desmitificadora. ¿Como encajan los mitos el tú a tú?

Siempre he defendido que conocer al artista ayuda a comprender su arte. Al haberles tratado a lo largo de los años, han ido encajando en la imagen que tenía de ellos para bien y para mal. Todos somos humanos… Lou puede ser un borde o un encanto, depende del momento. Cale sigue viviendo una esquizofrenia muy positiva. Moe es una abuelita amable, con mucho carácter. Pero con quien me iría de copas ahora mismo es con Sterl. Veríamos amanecer sin que decayera la conversación. Le echo de menos.

En tu libro se habla de ‘Heroin’ como canción anti-heroína, creo que eso es discutible, sin que por ello deje de gustarme… Por otro lado, tengo la sensación de que tiene más que ver con homenajear a Burroughs, que con su estilo de vida que, en el libro, aparece más ligado a las anfetas…

‘Heroin’ surgió de una experiencia iniciática de Reed y Cale con esa droga, pero nunca llegaron a ser yonquis. Lo que más consumían en aquellos primeros años era anfetamina, y también LSD. En cuanto a la canción ‘Heroin’, creo que muestra los efectos de esa droga sin tomar partido ni aportar un juicio moral. Esa fue, en general, su gran aportación: saber observar y comunicar lo observado sin cortapisas ni moralina. Escenificar una verdad absoluta: que somos todos iguales, y a la vez inimitables, que ninguna clase de amor es mejor que otra, que todo es relativo, que hay un mar de posibilidades.