"La parcela de Dios", Erskine Caldwell. El sur profundo


KEPA ARBIZU
Tercera Información




Existen ideas abstractas que irremediablemente van unidas a una serie de características. Cuando se habla de literatura sureña es inevitable imaginarse ciertos aspectos relacionados con ella. Un estilo sobrio, conflictos raciales, dramas familiares y duras condiciones de trabajo son elementos que aparecen en nuestra mente. “La parcela de Dios”, y buena parte de la obra de su autor, Erskine Caldwell, transita por esos ambientes.

Es de agradecer que editoriales como Navona se esmeren por dar a conocer escritores que con el paso de los años han quedado en el olvido. Caldwell, a pesar de no contar hoy en día con un nombre reconocible para el gran público, fue un auténtico ídolo de masas. Sus libros se han vendido de forma asombrosa. A pesar de haber sido prohibidos en algunos momentos por su temática, fue un realizador de “best sellers”, cosa que para nada significa una pérdida de valor artístico, por mucho que actualmente el término tenga connotaciones peyorativas. De hecho el mundo del cine se fijó en sus creaciones llevando varias a la gran pantalla, entre las que destaca la realizada por John Ford, “La ruta del tabaco”.

El argumento de “La parcela de Dios” es muy simple, la intención de un padre de familia de poner a toda su prole a su servicio en la búsqueda, en su opinión factible, de oro en su terreno. Pero lo que verdaderamente se esconde en sus páginas es la visión realista y descorazonadora de la situación que viven esos personajes, tanto en sus relaciones personales como en sus relaciones laborales, lo que irremediablemente la enlaza con obras como “Las uvas de la ira” de John Steinbeck.

Aunque narrado con estilo sobrio no rechaza en momentos determinados la utilización de un lenguaje más lírico puesto al servicio de descripciones muy particulares. Por ejemplo, llama la atención las imágenes que uno de los protagonistas percibe, y que relata como un paisaje bucólico cuando en verdad no deja de ser la realidad de sus habitantes, ajados y enfermos por vivir en un entorno nocivo, en este caso el de las empresas textiles. Algunos de los personajes de esta historia perfectamente podrían formar parte de los relatos de Flannery O´Connor y, aunque retratados con menos hondura, también de los de las novelas de William Faulkner. De hecho este escritor mostró su admiración por Caldwell.

A pesar del tono dramático que atraviesa toda la narración hay algunos momentos de humor negro. Por ejemplo, el propio título hace referencia a una acción muy irónica. El padre de familia, dada su condición de creyente, decide guardar una zona de sus terrenos, y sus pertinentes ganancias, para Dios. Pero una vez obsesionado con encontrar oro, la irá moviendo de sitio para que nunca coincida el descubrimiento en dicha parcela. También el personaje de aspirante a sheriff está tratado con cierta sorna y tono bufonesco, dejando en evidencia su falta de carácter y valentía.

En “La parcela de Dios” todos los males que acuciaban a las sociedades de esa época hacen aparición. El racismo, clasismo, machismo, presente tanto en hombres como en mujeres, o las condiciones laborales indignas son hechos que marcan el comportamiento de los personajes. Otro aspecto que influye en todos ellos, y que es capital en el devenir de la historia, son las pulsiones sexuales que todos ellos sufren y que de una u otra manera son reprimidas hasta el desenlace final.

La sensación de desolación que causa la lectura de esta obra viene proporcionada, al margen de por el realismo con la que retrata ese tiempo concreto y sus problemas, por la indiferencia y la manera tan aséptica con la que el autor se acerca a los personajes. En ningún momento hay una lectura moral ni deja entrever condescendencia o repulsión por ellos, a pesar de que hay algunos pasajes realmente brutales. Todo ello, ayudado por la capacidad de transmitir las sensaciones que viven los protagonistas (calor, cansancio, sudor..), crea una visión desoladora de una época y un lugar que por desgracia todavía hoy se hace muy cercana.