Los Ángeles celebra las cinco décadas de la popular cinta de terror de Alfred Hitchcock con una proyección de la película en el Alex Theatre
PABLO SCARPELLINI
El Mundo
Aquella cinta de poca monta nació por el empuje del genio que la iba a dirigir, con un reparto de segunda fila y con menos de un millón de dólares de presupuesto, poca cosa para una película en 1959. Pero Alfred Hitchcock levantó 'Psicosis' y lo convirtió en filme de culto, incluyendo aquella escena de la ducha que aún hoy deja tiritando a más de uno.
Ahora se cumplen 50 años del capricho del director británico, de un proyecto basado en la novela de Robert Bloch, y que a su vez se inspiró en los crímenes del asesino en serie de Wisconsin, Ed Gein. Y aunque no estarán ni Anthony Perkins, fallecido en 1992, ni Janet Leigh, muerta en 2004, Hollywood lo celebrará este sábado con una reposición en el Alex Theatre de Los Ángeles ante la presencia de algunos de los supervivientes de aquel modesto equipo que usó Hitchcock para dar forma a su obra maestra del terror.
Calidad con bajo presupuesto
Fue una época prolífica para el director británico. No había terminado de rodar 'Con la muerte en los talones', a finales de 1959, cuando ya estaba en la gestación de otro gran golpe de efecto, una cinta que, a pesar de estar rodada con un presupuesto de circunstancias, se acabó convirtiendo en un notable éxito de taquilla.
De hecho, el maestro del suspense recurrió al equipo con el que había estado rodando la serie de televisión 'Alfred Hitchcock presents' para hacer el proyecto financieramente viable. Quería demostrarle al mundillo de Hollywood que era capaz de hacer una película brillante sin necesidad de gastarse una millonada, como la que acababan de invertir en la cinta protagonizada por Carey Grant y Anne-Marie Saint.
Y no solo eso, sino que renunció a su salario como director por hacer el filme —250.000 dólares— a cambio de tener un 60% de los derechos, algo que la Paramount no pudo rechazar pese a tener serias dudas sobre la viabilidad comercial de la película casi hasta el estreno de la misma.
De aquellos involucrados en la producción solo un puñado sobrevive hoy. Hilton Green es uno de ellos, el asistente del prestigioso director, que le explicó esta semana al diario 'Los Angeles Times' que en la escena de la ducha no fue el velado desnudo de Leigh ni su sangre corriendo por el desagüe lo que provocó problemas con la censura, sino el hecho de que saliera el inodoro en pantalla, algo que en aquel entonces era una aberración.
Cinco días en la ducha
Quizá por eso se pasaron cinco días "en la ducha", trabajando en esa escena repetida hasta la saciedad en canales de televisión de todo el mundo, con la música de los violines estridentes de Bernard Hermann acompañando la carnicería de Bates, ataviado con la siniestra peluca de su madre.
"De los 33 días que duró el rodaje de la cinta en blanco y negro, cinco los dedicamos a esa escena", explica Green, de 79 años.
Además, cuenta de Hitchcock que era un tipo introvertido, poco amigo de las caras nuevas en sus rodajes, acostumbrado a trabajar o con su equipo de televisión o con el de los largometrajes. Pero desmonta la teoría de que el británico, nacido en Londres en agosto de 1899, era un hombre difícil para trabajar. "Sabía muy bien lo que hacía", dice el asistente. "Estaba preparado" para rodar cada escena con la misma precisión con la que hacía todo lo demás.
De hecho, ensayaba más bien poco y se reunía con los actores minutos antes para repasar cada escena. A Green le dejaba el trabajo con los actores secundarios, aunque una gripe le impidió al maestro asistir al rodaje uno de los días y se vio obligado a delegar en su asistente de dirección.
Ahora, 50 años más tarde, Green puede presumir de haber rodado la escena en la que el detective Milton Argobast, interpretado por Martin Balsam, se cuela en la casa de Bates buscando a la madre del sospechoso, esa en la que Argobast acabó subiendo y bajando escaleras antes de encontrarse con una macabra sorpresa final, un desenlace eso sí, con la inconfundible firma del genio inglés.
Ahora se cumplen 50 años del capricho del director británico, de un proyecto basado en la novela de Robert Bloch, y que a su vez se inspiró en los crímenes del asesino en serie de Wisconsin, Ed Gein. Y aunque no estarán ni Anthony Perkins, fallecido en 1992, ni Janet Leigh, muerta en 2004, Hollywood lo celebrará este sábado con una reposición en el Alex Theatre de Los Ángeles ante la presencia de algunos de los supervivientes de aquel modesto equipo que usó Hitchcock para dar forma a su obra maestra del terror.
Calidad con bajo presupuesto
Fue una época prolífica para el director británico. No había terminado de rodar 'Con la muerte en los talones', a finales de 1959, cuando ya estaba en la gestación de otro gran golpe de efecto, una cinta que, a pesar de estar rodada con un presupuesto de circunstancias, se acabó convirtiendo en un notable éxito de taquilla.
De hecho, el maestro del suspense recurrió al equipo con el que había estado rodando la serie de televisión 'Alfred Hitchcock presents' para hacer el proyecto financieramente viable. Quería demostrarle al mundillo de Hollywood que era capaz de hacer una película brillante sin necesidad de gastarse una millonada, como la que acababan de invertir en la cinta protagonizada por Carey Grant y Anne-Marie Saint.
Y no solo eso, sino que renunció a su salario como director por hacer el filme —250.000 dólares— a cambio de tener un 60% de los derechos, algo que la Paramount no pudo rechazar pese a tener serias dudas sobre la viabilidad comercial de la película casi hasta el estreno de la misma.
De aquellos involucrados en la producción solo un puñado sobrevive hoy. Hilton Green es uno de ellos, el asistente del prestigioso director, que le explicó esta semana al diario 'Los Angeles Times' que en la escena de la ducha no fue el velado desnudo de Leigh ni su sangre corriendo por el desagüe lo que provocó problemas con la censura, sino el hecho de que saliera el inodoro en pantalla, algo que en aquel entonces era una aberración.
Cinco días en la ducha
Quizá por eso se pasaron cinco días "en la ducha", trabajando en esa escena repetida hasta la saciedad en canales de televisión de todo el mundo, con la música de los violines estridentes de Bernard Hermann acompañando la carnicería de Bates, ataviado con la siniestra peluca de su madre.
"De los 33 días que duró el rodaje de la cinta en blanco y negro, cinco los dedicamos a esa escena", explica Green, de 79 años.
Además, cuenta de Hitchcock que era un tipo introvertido, poco amigo de las caras nuevas en sus rodajes, acostumbrado a trabajar o con su equipo de televisión o con el de los largometrajes. Pero desmonta la teoría de que el británico, nacido en Londres en agosto de 1899, era un hombre difícil para trabajar. "Sabía muy bien lo que hacía", dice el asistente. "Estaba preparado" para rodar cada escena con la misma precisión con la que hacía todo lo demás.
De hecho, ensayaba más bien poco y se reunía con los actores minutos antes para repasar cada escena. A Green le dejaba el trabajo con los actores secundarios, aunque una gripe le impidió al maestro asistir al rodaje uno de los días y se vio obligado a delegar en su asistente de dirección.
Ahora, 50 años más tarde, Green puede presumir de haber rodado la escena en la que el detective Milton Argobast, interpretado por Martin Balsam, se cuela en la casa de Bates buscando a la madre del sospechoso, esa en la que Argobast acabó subiendo y bajando escaleras antes de encontrarse con una macabra sorpresa final, un desenlace eso sí, con la inconfundible firma del genio inglés.