" A million dead stars", The Brew (2010)



KEPA ARBIZU
Lumpen




Resulta cuanto menos curioso que los grupos y /o músicos que están revitalizando el sonido blues y el rock heredado de éste, el de los años setenta, sea gente muy joven y de raza blanca. Otro de los ejemplos de que la música es puro sentimiento y no entiende de ningún tipo de barrera.

The Brew es un trío británico que de media ronda los 20 años. Su anterior trabajo, “The joker”, hizo que muchos ojos se pusieran en su sonido. En aquel disco se descubrían como un grupo que había captado a la perfección la esencia de bandas como Cream o Led Zeppelin y de talentos a la guitarra como Jimi Hendrix o Stevie Ray Vaughan. Todo ello es tratado con un gran talento y altas dosis de desparpajo y garra. Estimable en cualquier músico pero más todavía en un grupo tan joven. Aunque es cierto que cada vez es menos sorprendente este hecho y ya son varios los ejemplos de gente que a temprana edad ya demuestra evidencias de talento, como Radio Moscow, por citar un caso.

Su nuevo disco, de poético nombre, “ A million dead stars”, musicalmente se le puede considerar como una continuación del anterior, sobre todo en cuanto a que se reconocen las mismas fuentes a la hora de inspirarse, pero también hay que dejar claro que éste actual suena más compacto, más afianzado y en definitiva más contundente.

Para consolidar dicha afirmación no hay más que escuchar los primeros temas del tirón. Repletos de fuerza y con unas guitarras con esencia del blues-rock pero con una energía y rocosidad más habitual en el hard-rock. Tres auténticos cañonazos (“Every gig has a neighbour”, “Surrendeer it all” y “Wrong tunes”) incapaces de dejar a nadie que guste del sonido más crudo del rock indiferente.

Es en “Kam” donde se produce un parón referido a la aceleración de su sonido. Se trata de un tema más relajado, donde el grupo intenta demostrar que también son capaces de tocar otras coordenadas. Es una canción que persigue esas sensaciones que transmitían las lentas e hipnóticas composiciones de Led Zeppelin. De “Monkey” se podría decir algo parecido. De ritmo también lento, aquí desaparece ese ambiente de ensueño en pro de uno más tradicional guiado por la guitarra acústica.

“Change in the air” y “Mav the rave” son la cuota de psicodelia del disco. La primera en un ritmo de rock y la segunda en un tono más acústico pero altamente orquestada. El blues más puro lo guardan para el final. Hace acto de aparición en la instrumental “Intro”, donde dicho género se mezcla con el rock en un tema de potencia y clase. Igual sucede con “A million dead stars”, esta vez cantada, y con mucha eficiencia, aquí se entremezclan diferentes influencias desde AC/DC hasta Hendrix.

Todavía está por ver si estamos ante el principio de una larga carrera o ante uno de esos fogonazos repletos de talento pero condenados a extinguirse pronto. Por el bien de la música y de los amantes del rock clásico esperemos que sea la primera opción la que elige The Brew.