"Por cuenta propia. Leer y escribir". Rafael Chirbes contra la cultura complaciente


KEPA ARBIZU
Tercera Información




Es de agradecer la existencia de personas como Rafael Chirbes dentro del panorama literario actual. En sus libros se puede encontrar una mirada lúcida, certera y en muchas ocasiones incómoda para la, cada vez más habitual, visión complaciente que se estila como método para explicar la realidad que nos rodea. “La larga marcha” o “La buena letra”son sólo dos ejemplos, que al margen de sus méritos puramente literarios, muestran con claridad la necesidad de revisar nuestro pasado, inevitablemente reflejado en nuestro presente, y poner sobre la mesa la nefasta herencia existente hoy en día.

En esta ocasión, el escritor valenciano utiliza el ensayo para acercarse a una pregunta tan insondable y difícil de contestar como es descifrar cuál es la labor del escritor en la sociedad actual y qué significa dicho oficio. No es la primera vez que se acerca a este género, ya ha publicado otros como “El novelista perplejo” o “El viajero sedentario”. En esta ocasión, una recolección de artículos suyos publicados a lo largo de los últimos años son los que forman “Por cuenta propia. Leer y escribir”.

En la introducción hace un acercamiento de una manera general al tema. En cierto modo sirve como tesis del ensayo. Plantea la necesidad de que la del escritor no sea una tarea acomodaticia, en sus propias palabras, “dirigir, no digerir”. Es un trabajo difícil pero es responsabilidad del artista buscar un lugar desde el que mirar la realidad. Sin obviar la necesidad de dotar a las obras de técnica, el lenguaje no debe centrarse en este aspecto únicamente, utilizando palabras de Gabriel Celaya no puede ser un lujo para los neutrales, tiene que tener su aspecto social, ser el reflejo de las tensiones que se viven en un momento concreto. En una segunda parte del libro, Chirbes se servirá de diferentes autores como ejemplo de todo lo expuesto.

En un primer momento se acercará a los clásicos de la literatura española. Por ejemplo a Cervantes le analiza como a “un todo”. No entra en disquisiciones sobre sus obras particulares ni sobre su mayor o menor talento, lo reseñable es que a través de sus libros se puede conocer la historia de una determinada época. De ellos se puede extraer el compartimiento de las diferentes clases en la España de entonces. De la Celestina alaba su importancia por inaugurar el género realista. Por primera vez se enseña el lenguaje de las clases bajas, todo lo que antes aparecía como fondo en esta obra se hace central. Del mismo modo trata a Galdós, despreciado en su época por los modernos debido a sus excesos realistas, el paso del tiempo demuestra que su obra y sus retratos de las clases medias-bajas siguen siendo un ejemplo de narrativa hecha desde el suelo.

La transición hacia autores contemporáneos la hace por medio de la reflexión de lo que supuso la Guerra Mundial en el mundo del arte. Se hace patente la capacidad abrumadora que tiene el ser humano para destruir. La literatura se ve obligada a reconocer ese hecho y a abrir los ojos ante ello. Es necesario bajar al campo de batalla, inmortalizar lo que supuso todo aquello.

Referente a los autores españoles actuales elogia a Carmen Martín Gaite y a Manuel Vázquez Montalbán. De la primera admira su compromiso y del segundo su capacidad para de una manera irónica y divertida, como es por medio de temas gastronómicos, reflejar los cambios y tensiones en la sociedad española. Con la excusa de la traducción al alemán de la obra de Ignacio Aldecoa, “Gran sol”, ensalza a una generación de escritores entre los que se encuentran Rafael Sánchez Ferlosio o Jesús Fernández Santos. Volviendo al vasco recalca su sólida literatura y la facilidad con que consigue que los lectores se adentren en la vida de los personajes que retrata. A Andrés Barba le considera una de las promesas más importantes. En sus historias, los valores y normas establecidas demuestran su vacuidad cuando con la llegada de vivencias dramáticas se desmoronan y surge la necesidad de crear una nueva realidad al margen de ellas.

La última parte de “Por cuenta propia” la dedica a uno de los temas que siempre ha estado presente, de una u otra manera, en sus obras, la memoria histórica. En un principio se valdrá de la figura de Max Aub para explicar su posición. Este autor siempre ha sido “manoseado” por los partidos políticos para patrimonializar su legado. Sirve como perfecta metáfora de lo que se hace con el concepto de “república”, que no es otra cosa que sepultar sus valores por aquellos que aceptaron la transición como un pacto igualador donde la España vencedora era la que se quedaba y la exiliada desaparecía de la memoria colectiva. El escritor valenciano arremete contra la llamada “progesía” que hace suyas banderas, nombres e ideales a los que en verdad les aparta de su verdadero significado y los integra en un sistema sellado por el bipartidismo.

Este ensayo sirve para confirmar que a Rafael Chirbes hay que leerle, es necesario, pero sobre todo, en indispensable escuchar lo que dice él y sus libros.