La Tierra de las Damas Eléctricas (Electric Ladyland)


ALFREDO ROSSO
Con-Secuencias




Hace pocos días, Sony Music volvió a poner en las bateas de las disquerías que aún resisten el embate de la música sin formato la discografía fundamental de Jimi Hendrix, incluyendo un álbum que se editó en 1968 y que aún hoy, cuarenta y dos años más tarde, sigue siendo sinónimo de originalidad y experimentación musical, “Electric Ladyland”. El disco era doble en el formato de vinilo, pero hoy se lo consigue en un solo CD y, en la nueva edición, con el acompañamiento de un notable DVD que relata los entretelones de su grabación, con entrevistas a sus protagonistas. “Electric Ladyland” marcó un gran salto evolutivo en la carrera de Hendrix y también fue el último que grabó con la Experience, el trío que había formado a fines de 1966 junto a dos músicos ingleses, el bajista Noel Redding y el baterista Mitch Mitchell. Fue su última gran obra en estudio y creo que vale la pena recorrer en detalle las circunstancias que rodearon a la composición y grabación de sus temas.

Hacia fines de 1967 Jimi se encontraba en la envidiable posición de ser uno de los músicos de rock más famosos del mundo, con dos exitosos discos en su haber, “Are You Experienced?” y “Axis Bold As Love” pero había ciertos aspectos del show business rockero que no le gustaban demasiado al virtuoso músico de Seattle. El cansancio de las contínuas giras y las recepciones para la prensa se hacía sentir pero a Jimi le molestaba algo que tenía que ver más con la esencia de su música. Jimi quería concentrarse más y más en la experimentación y meterse en terrenos musicales más aventurados. Quería que el aspecto exhibicionista de su personalidad pasara a un segundo plano, que la gente se olvidase un poco del tipo que tocaba la guitarra con los dientes o que le había prendido fuego a su instrumento sobre el escenario y que se concentrase más en su música y en sus letras. Jimi tenía, además, una comprensión poco común del proceso del estudio de grabación y de la producción y deseaba también controlar mejor el aspecto técnico de sus discos.

Por esos días, Jimi había declarado: “mi éxito inicial fue un paso en la dirección correcta pero sólo eso. Ahora nuestros discos serán diferentes, empezando por la técnica de grabación. Sé exactamente lo que quiero escuchar en mis discos. Ahora, además de escribir las canciones, voy a producirlas.” Y agregaba: “en el nuevo disco quiero que haya más temas instrumentales y canciones más largas, porque no siempre podés expresar todo lo que querés decir en dos minutos. Quiero que sea un álbum doble, aunque a la grabadora no le guste mucho la idea”. Ya en un terreno filosófico, Jimi decía: “Nuestro propósito es tratar de lavar el alma de la gente. Queremos hacer de nuestra música una religión. Ya es algo espiritual y queremos que se nos respete por ello. La llamamos “Música de Iglesia Eléctrica.”

“Electric Ladyland”, tercer álbum de la Jimi Hendrix Experience se comenzó a grabar en los estudios Olympic de Londres en diciembre de 1967 y se completó en Nueva York en agosto del 68. Empezaba con el tema “And the Gods Made Love” (Y los dioses hicieron el amor), otro experimento de efectos sonoros como el de “Exp” en el álbum anterior, “Axis Bold As Love”. Jimi, un poco como abriendo el paraguas, le había dicho a los periodistas: “se van a decepcionar cuando escuchen el primer tema del álbum, porque comienza con una pintura sonora de los cielos que dura 90 segundos.” Continuaba con “Have you ever been to Electric Ladyland” (¿Has visitado la tierra de la Damas Eléctricas?), un tema que Jimi escribió durante las sesiones del disco previo de la Experiencie, pero que se grabó recién en junio de 1968 en the Record Plant, un estudio nuevo e independiente de Nueva York que tuvo al grupo de Hendrix como el primero de varios ilustres clientes. El tema tenía unos falsetes que recordaban al gran músico de soul Curtis Mayfield y a su grupo The Impressions, y hay un clima de relajado optimismo en la forma en que fluye la melodía. Esa atmósfera de etérea placidez contrastaba con la adrenalina de “Crosstown Traffic”, procreadop durante unas sesiones londinenses de fines de 1967. Le hace honor a su título, porque el ritmo frenético y marchoso reproduce la tensión del tránsito en el centro de una gran ciudad, metáfora que Hendrix utiliza en la letra para referirse a una persona que es tan densa de entendederas que el protagonista de la canción se siente atascado al tratar de comunicarse con ella, como si estuviese atrapado en un embotellamiento de tráfico. En el tema hacen coros Noel Redding, Mitch Mitchell y el guitarrista de Traffic Dave Mason. A continuación llegaba el primero de los blues cósmicos de Electric Ladyland, la versión primigenia versión de “Voodoo Chile” (Chico Vudú), con el invalorable aporte de otro músico de Traffic: su alma mater, el tecladista Stevie Winwood. El contrapunto entre el órgano de Winwood y la guitarra de Hendrix son el marco justo para la voz de Jimi que va tejiendo esta trama de misterio y ocultismo. El otro elemento fundamental del tema es la batería de Mitchell que no se contenta con llevar simplemente el ritmo sino que, además, aporta sus propios comentarios percusivos a la atmósfera del tema. En el bajo, en esta ocasión, estuvo el músico de Jefferson Airplane, Jack Cassidy.

Uno podría dividir temáticamente “Electric Ladyland” en dos grandes zonas: los temas expansivos, con abundante improvisación, y las canciones de métrica más convencional. Pero aún entre estas existe una gran variedad de estilos. El tema de Noel Redding “Little Miss Strange” podría haber encajado con facilidad en cualquier álbum del naciente rock psicodélico inglés de 1967 o ‘68. Se comenzó al final de una tortuosa gira por los Estados Unidos, una noche de mediados de abril del 68 en que Jimi estuvo ausente del estudio. Hendrix puso su parte de guitarra la semana siguiente.

La segunda gira de la Experience por Estados Unidos concluyó en Abril de 1968, tan sólo dos días después del asesinato de Martin Luther King. El 7 de abril, Jimi participó en un recital de homenaje al gran líder de la comunidad negra estadounidense en the Generation Club, un local del Greenwich Village de Nueva York, lugar al que regresaría varias veces para zapar con artistas como B.B.King, Paul Butterfield, Roy Buchanan y el tecladista Al Kooper, a quien Hendrix invitó a tocar el piano en la grabación del tema “Long Hot Summer Night” (Larga y calurosa noche de verano). El piano de Kooper está ubicado un poco atrás en la mezcla por lo que Jimi quizás un poco a la defensiva, declaró “el piano de Al está allí más para ser sentido que escuchado.”

El 27 de agosto de 1968, Hendrix estaba en el estudio de grabación cuando recibió la visita de Linda Eastman. La futura esposa de Paul McCartney era en aquel entonces una famosa fotógrafa, especializada en grupos de rock. Su visita tenía por objeto seleccionar las fotos que iban a ser utilizadas en el arte de “Electric Ladyland”. Ese mismo día, la Experience grabó un enérgico rock del bluesman de New Orleans Earl King titulado “Come On” pero también conocido como “Let the Good Times Roll”.

Por su parte, Gypsy Eyes” (Ojos gitanos) comenzó como un demo en Londres y las bases de la toma final fueron realizadas en Nueva York en abril del ‘68. Aquí Jimi se dejó llevar un poco con las posibilidades de los efectos de sonido y con la lujuria de tener doce pistas a su disposición, de tal forma que la realización del tema se extendió a lo largo de dos meses. El tema está dedicado a la madre de Jimi, Lucille, quien había fallecido cuando Hendrix era todavía un niño.

Al promediar “Electric Ladyland” aparece un tema que había sido grabado antes que el resto y de hecho era el único que ya había aparecido, en forma de simple, un año antes. Se trata de “Burning of the Midnight Lamp” (El arder de la lámpara de medianoche), un lujurioso experimento sonoro donde Hendrix utilizó clavicordio, pedal wah-wah y un coro inusualmente imponente. Al aparecer como single, el tema no tuvo un gran desempeño en el ranking, lo cual llevó a Jimi a despotricar contra la estructura de las listas de ventas, que hacen que una canción sea vista sólo en términos comerciales y no artísticos.

El lado tres del álbum original de vinilo comenzaba con “Rainy Day, Dream Away” (Día lluvioso, para soñar). El ingeniero del grupo, Eddie Kramer recuerda que fue compuesto en Miami, después que un recital fuera interrumpido por una lluvia torrencial. El grupo se retiraba de Gulf Stream Park -donde había tenido lugar el fallido show- y Jimi ya estaba escribiendo la letra... Poco después, en junio de 1968, Jimi subió como invitado a tocar con la Electric Flag, el grupo de Mike Bloomfield y Buddy Miles. La química con el baterista Buddy Miles fue buena y Jimi lo invitó a tocar en “Rainy Day, Dream Away” donde se destaca su beat exacto y marchoso. El tema tiene, además, una gran parte de wah-wah, a través del cual la guitarra de Jimi parece hablar y hay una parte de órgano a cargo de Mike Finnigan, quien tocaba en una banda de rhythm and blues llamada The Serfs y una intervención del saxofonista de Traffic, Chris Wood.

En seguida llegaba la suite en miniatura integrada por “1983 A merman I Should Turn To Be” (1983, me transformaré en un tritón) y “Moon turn the tides gentle gentle away” (Luna, mueve las mareas suavemente). Se trata de una historia de ciencia ficción donde Jimi contempla la posibilidad de escapar con su amada de una tierra devastada por la guerra hacia un mundo submarino: “no para morir / sino para renacer”, dice Jimi, en medio de otro blues sideral que se va transformando en una batería de efectos espaciales y sonidos diversos que cruzan el plano del estéreo.

Después de semejante imagería acuática y mística, Electric Ladyland retomaba su parte terráquea en el lado cuatro con “Still Raining Still Dreaming” (Todavía llueve, todavía sueño), la continuación de “Rainy Day, Dream Away”, donde Hendrix da rienda suelta a las posibilidades sonoras del pedal de wah-wah, acompañado por Buddy Miles en la batería y Mike Finnigan en los teclados.

La época en que se grabó Electric Ladyland marcó un momento de especial tensión en el clima social y político de los Estados Unidos, con las marchas estudiantiles en contra de la guerra de Vietnam y con las minorías negras luchando por la plena vigencia de sus derechos civiles, en un clima enrarecido y endurecido por el asesinato del líder Martin Luther King. La resistencia pacífica por la que había abogado King encontraba la resistencia del ala más combativa del movimiento, la de los Panteras Negras, cuyos miembros más extremos llamaban a combatir el fuego con el fuego, en el campo de la discriminación racial. Hendrix describe este clima de violencia latente en el tema “House Burning Down” (Una casa se quema hasta los cimientos). El dramatismo de la letra está acentuado por la agudeza de las guitarras e incluso por el ritmo marchoso, casi tanguero del tema.

Recién llegado de una presentación en Suecia, en enero de 1968 Hendrix visitó las oficinas de Apple, como invitado a una fiesta en honor al grupo Grapefruit que había sido contratado por el sello de los Beatles. Esa noche, en compañía de Dave Mason, Jimi escuchó por primera vez el álbum de Bob Dylan “John Wesley Harding”, recién editado, y quedó tan impresionado que decidió grabar con la Experience su propia versión del tema “All Along the Watchtower” (Desde el mirador), donde una vez más Dave Mason iba a figurar como invitado, tocando el bajo y la guitarra acústica. Con respecto al autor del tema, Jimi declaró: “Quien no guste de Dylan debería leer la letra de sus canciones, porque son poesía pura; están llenas de las alegrías y las tragedias de la vida.”

“Electric Ladyland” se cerraba con una canción acorde con la riqueza conceptual, musical y lírica de semejante álbum; uno de los temas que se ha convertido con los años en un clásico casi insuperable de la discografía de Jimi Hendrix. La segunda parte de “Voodoo Chile”, apodada en el disco “Slight return” (Leve retorno). La introducción de guitarra con wah-wah debe ser uno de las frases musicales más famosas de la historia del rock. Y lo que viene después es un perfecto balance de dramatismo lírico-musical. Ese chico vudú que se proclama superpoderoso y hasta inmortal en la letra, se proyecta a las alturas inimaginadas, armado sólo con su guitarra.

Quiero cerrar esta entrada comentándoles que “Electric Ladyland” se editó en octubre de 1968 y treinta y cinco días más tarde desplazó al “Cheap Thrills” de Janis Joplin en el primer puesto del ranking estadounidense, donde permaneció por dos semanas. Cuarenta y dos años más tarde, este tercer álbum de la Jimi Hendrix Experience sigue siendo uno de los grandes clásicos del rock de todos los tiempos.

Justificar a ambos lados