KEPA ARBIZU
Lumpen
Parece mentira que una banda tan joven como Radio Moscow (superan por poco los veinte años de media) sea capaz de sonar tan rotundamente setenteros. Su sonido remite a esa combinación tan característica de aquellos años basada en fusionar el blues, el rock y la psicodelia. Así lo hacían, por ejemplo, alguno de los máximos representantes de esa época, Jimmy Hendrix, Cream o Blue Cheer.
Todos ellos, y otros más, son el espejo donde el trío de Iowa se mira sin ningún rubor. Conscientes de no estar creando un avance significativo, pero orgullosos de sonar atronadores y fieles a aquel espíritu.
Formados hace cinco años, ya en su debut homónimo sorprendieron por su contundencia y habilidad para mezclar y exprimir con precisión todas las influencias antes comentadas. Apadrinados por Dan Auerbach, líder y vocalista de Black Keys, aprovecharon el camino que iniciaron estos y los White Stripes para sumarse a una nómina de grupos eminentemente guitarreros y con ciertas características comunes. Además, como curiosidad, también comparten el número de integrantes que forman la banda, en este caso, sólo dos (aunque en directo añaden otro componente). Este hecho, aparte de lo estrambótico, tiene su relevancia respecto a la necesidad de mayor pericia por parte de los músicos para crear un sonido tan rudo.
Parker Griggs es la cabeza pensante que está detrás de Radio Moscow. De él son todas las composiciones. No contento con eso, también hace las labores de cantante, guitarrista y percusionista en todos los temas. Sólo el bajo se lo deja a Zach Anderson, fichado para esta última grabación.
“Brain Cycles” continúa trabajando con los mismos moldes que su predecesor, el blues, el hard rock y la psicodelia. Todo perfectamente mezclado para conseguir un sonido energético. “I just don’t know” abre el fuego de lo que será, desde el primer momento y hasta el final sin descanso, una sucesión de robustas guitarras acompañadas por una sección rítmica trepidante. Así, en la segunda parte de este tema vemos florecer todo el repertorio instrumental y la clase con la que lo ejecutan. “Broke down” se mueve en un espacio donde se encuentran Black Sabath y Led Zeppelin. “The escape” se separa un poco del hard rock y vuelve al blues psicodélico que popularizaron Blue Cheer en su momento. “Brain Cycles” es una eclosión de sonido utilizando todo la gama de sonido de los setenta, desde las guitarras wah-wah hasta tonos más clásicos con la esporádica aparición de teclados. “Black boot” es una muestra clara de que todo su repertorio tiene su origen, como el de buena parte de la música popular, en el blues primigenio, aquí, por medio de la guitarra slide y una percusión rústica, hacen una demostración. “No Jane” cierra el disco con un acercamiento a Hendrix que sirve como perfecta muestra de cuál es el “imaginario” que manejan estos chicos.
Bienvenidas sean las modas, porque hay que tener claro que esta proliferación de grupos así lo es, cuando propician la aparición de bandas como esta, tozudamente empeñados en hacer rememorar aquellos sonidos que cambiaron el rumbo del rock a base de talento, energía y ganas.
Todos ellos, y otros más, son el espejo donde el trío de Iowa se mira sin ningún rubor. Conscientes de no estar creando un avance significativo, pero orgullosos de sonar atronadores y fieles a aquel espíritu.
Formados hace cinco años, ya en su debut homónimo sorprendieron por su contundencia y habilidad para mezclar y exprimir con precisión todas las influencias antes comentadas. Apadrinados por Dan Auerbach, líder y vocalista de Black Keys, aprovecharon el camino que iniciaron estos y los White Stripes para sumarse a una nómina de grupos eminentemente guitarreros y con ciertas características comunes. Además, como curiosidad, también comparten el número de integrantes que forman la banda, en este caso, sólo dos (aunque en directo añaden otro componente). Este hecho, aparte de lo estrambótico, tiene su relevancia respecto a la necesidad de mayor pericia por parte de los músicos para crear un sonido tan rudo.
Parker Griggs es la cabeza pensante que está detrás de Radio Moscow. De él son todas las composiciones. No contento con eso, también hace las labores de cantante, guitarrista y percusionista en todos los temas. Sólo el bajo se lo deja a Zach Anderson, fichado para esta última grabación.
“Brain Cycles” continúa trabajando con los mismos moldes que su predecesor, el blues, el hard rock y la psicodelia. Todo perfectamente mezclado para conseguir un sonido energético. “I just don’t know” abre el fuego de lo que será, desde el primer momento y hasta el final sin descanso, una sucesión de robustas guitarras acompañadas por una sección rítmica trepidante. Así, en la segunda parte de este tema vemos florecer todo el repertorio instrumental y la clase con la que lo ejecutan. “Broke down” se mueve en un espacio donde se encuentran Black Sabath y Led Zeppelin. “The escape” se separa un poco del hard rock y vuelve al blues psicodélico que popularizaron Blue Cheer en su momento. “Brain Cycles” es una eclosión de sonido utilizando todo la gama de sonido de los setenta, desde las guitarras wah-wah hasta tonos más clásicos con la esporádica aparición de teclados. “Black boot” es una muestra clara de que todo su repertorio tiene su origen, como el de buena parte de la música popular, en el blues primigenio, aquí, por medio de la guitarra slide y una percusión rústica, hacen una demostración. “No Jane” cierra el disco con un acercamiento a Hendrix que sirve como perfecta muestra de cuál es el “imaginario” que manejan estos chicos.
Bienvenidas sean las modas, porque hay que tener claro que esta proliferación de grupos así lo es, cuando propician la aparición de bandas como esta, tozudamente empeñados en hacer rememorar aquellos sonidos que cambiaron el rumbo del rock a base de talento, energía y ganas.