Dos zapatos, los objetos del año

MARCO SCHWARTZ
Público


Vivimos tiempos tan frenéticos que ya apenas se recuerda a Muntadar al Zaidi, aquel joven periodista iraquí que arrojó sus zapatos a George W. Bush durante una rueda de prensa en Bagdad. El incidente ocurrió hace hoy una semana, y Al Zaidi permanece detenido a la espera de que la justicia –si así se le puede llamar– de Irak decida su suerte.

La historia de la política ofrece numerosos ejemplos de mandatarios que son objeto de agresiones de baja intensidad. El excanciller alemán Gerard Schröder fue recibido en 2004 en la ciudad de Wittenberg con una lluvia de huevos en señal de protesta por sus reformas económicas y sociales. El expresidente español José María Aznar fue alcanzado, en la cumbre de Lisboa de 2000, por un huevo pintado de rojo que le lanzó un joven abertzale acreditado como periodista. En ambos casos, y en muchos otros de ese tipo, los agresores han sido detenidos durante unas horas y, posteriormente, puestos en libertad.

Con Al Zaidi no ha existido tanta benevolencia. Ahí sigue, encerrado por su osadía, a la espera de una sentencia judicial que podría confinarlo a un máximo de siete años de prisión por el delito de insultar a un líder extranjero y al presidente de Irak. Las noticias sobre el proceso van conociéndose a cuentagotas, por conductos extraoficiales, circunstancia que no se compadece con los anuncios de la supuesta democratización del país árabe.

Diversas organizaciones de derechos humanos llevan días exigiendo la puesta en libertad del periodista o, por lo menos, transparencia en el procedimiento judicial.Se sabe que agentes estadounidenses e iraquíes lo han interrogado –y torturado, según algunas informaciones– con el fin de averiguar si alguien (Al Qaeda, por supuesto) le pagó por su acción. Quizá porque se resisten a aceptar la hipótesis más sencilla, que es muchas veces la verdad: que un ser humano pueda albergar un rencor íntimo, personal, ante el promotor de una guerra ilegal que ha dejado decenas de miles de víctimas en su país.

Diversas fuentes describen a Al Zaidi como un periodista riguroso, de ideología socialista, que manifestaba en sus artículos una intensa sensibilidad por las víctimas de la guerra.En estos días en que la prensa elige al personaje del año, yo quisiera proclamar el objeto del año: los zapatos de Muntadar al Zaidi. Símbolo de un modo de protestar, discutible si se quiere, pero más civilizado que un coche bomba, un atentado suicida o una guerra ilegal como la que se decidió en las Azores.