JUANMA ROMERO
Público
Las grietas del capitalismo despiertan a las fuerzas que plantean un cambio radical del sistema.
Días antes del pasado 15 de noviembre, entre los dirigentes de Izquierda Unida zigzagueaba una chanza: “Tenemos tan mala suerte que hasta nos coincide la IX Asamblea con la cumbre del G-20 de Washington. Pero ellos sólo quieren repensar el capitalismo. Nosotros, cambiarlo”.
La feroz crisis económica y la gestión que de ella han hecho los gobiernos han servido para despertar a las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia. En España, ha espabilado singularmente a IU, que tras cerrar su fractura interna, emprende su “giro decidido a la izquierda”, certifica su nuevo coordinador, Cayo Lara . La asamblea pegó en la frente de la federación la etiqueta “anticapitalista, federal, republicana, ecologista y feminista”.
Pero el claro alejamiento del PSOE arrancó meses atrás, con Gaspar Llamazares aún de líder, al final de la anterior legislatura y desde el primer minuto de ésta. El portavoz de IU, al contrario que en 2004, no apoyó la investidura de José Luis Rodríguez Zapatero. Tampoco avaló los decretos de ayuda a la banca ni los Presupuestos. Ahora, IU promoverá la movilización social para denunciar “el exceso del capitalismo” y el “derechazo” del Ejecutivo.
Políticas, y no sólo “relato”
El mismo quiebro ha protagonizado su socio, Iniciativa per Catalunya Verds (ICV). Ambas fuerzas recogieron en las generales del 9 de marzo 969.946 votos (3,8%), que se transformaron en sólo dos escaños por los efectos de la ley electoral.
“Por primera vez se habla de temas económicos que en la pasada legislatura pasaron desapercibidos y que nosotros anticipamos”, reflexiona Joan Herrera. “En ICV estamos saliendo a la calle y en la Cámara hemos multiplicado las iniciativas: hipotecas, vivienda, empleo... y la raíz verde: necesitamos otro modelo de crecimiento”. Para el diputado ecosocialista, “el Ejecutivo necesita políticas de izquierda, y no sólo un relato de izquierdas”.
Dentro y fuera de IU conviven diferentes sensibilidades, configurándose un complejo crisol de movimientos críticos con el PSOE. Formalmente, integran la federación el PCE –cuya línea oficial, más dura, es compartida por poco más del 50%, según los resultados del Consejo Político que aupó a Lara–, el Colectivo de Unidad de Trabajadores (3%), la corriente Redes (2%) y los independientes (45%). Pero IU ha sufrido numerosas fracturas de grupúsculos desde su fundación en 1986.
En los primeros años se marcharon el Partido Humanista, el Partido Carlista, el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE, la facción prosoviética escindida del PCE que el 9-M obtuvo 20.030 votos) y, en 2001, el Partido de Acción Socialista (PASOC).
En 2002 cerró la puerta Izquierda Republicana (IR). “IU nos ha sido algo muy cercano y lo seguirá siendo”, resalta su secretario general, Ángel Verdura. “Nos fuimos por la actitud monopolizadora del PCE, no por disidencias ideológicas”. Verdura señala el carácter “netamente republicano y con acento social, no marxista” de su partido, que hoy tiene 2.000 militantes y casi 3.000 votantes. IR, subraya, tiene la “obligación moral” de sumarse a IU en acciones sociales, aunque no le gusta que se “asocien” dos reivindicaciones distintas: república y movilización anticrisis.
Luego emigró Corriente Roja (CR). Su máxima dirigente, Nines Maestro, explica que los 500 afiliados de su movimiento –que no partido– quieren erguirse como “catalizadores del encuentro de las izquierdas, hoy frágiles y dispersas, para construir el socialismo al calor de la lucha de clases, no de una operación de despachos”. Corriente Roja, “obrerista, antiimperialista” y más ligada al marxismo-leninismo, renuncia a concurrir a cualquier elección hasta que no suelde “un proceso unitario”.
Maestro mira de reojo a un nuevo competidor en la extrema izquierda, Izquierda Anticapitalista (IA), de ascendencia trotskista e integrante de IU hasta hace menos de dos meses. IA impulsará , asegura su portavoz, Raúl Camargo, “toda una serie de movilizaciones sociales contra el Plan Bolonia, la privatización de servicios públicos o los despidos de trabajadores”. IA (800 militantes) busca competir en las europeas de 2009, y confluir así con sus camaradas franceses, liderados por el joven Olivier Besancenot.
De IU, este año, se segregó Iniciativa del Poble Valencià (29.760 votos), la franquicia valenciana de ICV.
Verdes y solidarios
El dibujo de la izquierda estatal queda incompleto sin los grupos verdes, divididos en mil siglas y peleados por los egos de sus líderes. La Confederación de Los Verdes, que arañó 41.531 sufragios en las generales, persigue para las europeas cerrar un “acuerdo transversal por el cambio ecológico y social”, apunta su portavoz, Joan Oms. “Con esta crisis, se hace más necesaria la revolución verde y nuestra alianza con IU, ICV, ERC, Chunta Aragonesista, Aralar... Esperamos de ellos una visión generosa, plural”.
Los “buenos resultados” del 9-M (23.318 votos) han animado al partido altermundista Por Un Mundo + Justo. “Queremos tener un eurodiputado para dar voz a los que no tienen voz. Sólo creemos en la ideología de la urgencia de los pobres”, relata el portavoz de PUM+J, Miguel Ángel Vázquez, que espera que las ONG vuelquen sus “esperanzas” en su formación.
La crisis del capitalismo lo ha puesto más fácil que nunca a la izquierda del PSOE. Pero su muralla no ha cambiado. Es la atomización.
Días antes del pasado 15 de noviembre, entre los dirigentes de Izquierda Unida zigzagueaba una chanza: “Tenemos tan mala suerte que hasta nos coincide la IX Asamblea con la cumbre del G-20 de Washington. Pero ellos sólo quieren repensar el capitalismo. Nosotros, cambiarlo”.
La feroz crisis económica y la gestión que de ella han hecho los gobiernos han servido para despertar a las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia. En España, ha espabilado singularmente a IU, que tras cerrar su fractura interna, emprende su “giro decidido a la izquierda”, certifica su nuevo coordinador, Cayo Lara . La asamblea pegó en la frente de la federación la etiqueta “anticapitalista, federal, republicana, ecologista y feminista”.
Pero el claro alejamiento del PSOE arrancó meses atrás, con Gaspar Llamazares aún de líder, al final de la anterior legislatura y desde el primer minuto de ésta. El portavoz de IU, al contrario que en 2004, no apoyó la investidura de José Luis Rodríguez Zapatero. Tampoco avaló los decretos de ayuda a la banca ni los Presupuestos. Ahora, IU promoverá la movilización social para denunciar “el exceso del capitalismo” y el “derechazo” del Ejecutivo.
Políticas, y no sólo “relato”
El mismo quiebro ha protagonizado su socio, Iniciativa per Catalunya Verds (ICV). Ambas fuerzas recogieron en las generales del 9 de marzo 969.946 votos (3,8%), que se transformaron en sólo dos escaños por los efectos de la ley electoral.
“Por primera vez se habla de temas económicos que en la pasada legislatura pasaron desapercibidos y que nosotros anticipamos”, reflexiona Joan Herrera. “En ICV estamos saliendo a la calle y en la Cámara hemos multiplicado las iniciativas: hipotecas, vivienda, empleo... y la raíz verde: necesitamos otro modelo de crecimiento”. Para el diputado ecosocialista, “el Ejecutivo necesita políticas de izquierda, y no sólo un relato de izquierdas”.
Dentro y fuera de IU conviven diferentes sensibilidades, configurándose un complejo crisol de movimientos críticos con el PSOE. Formalmente, integran la federación el PCE –cuya línea oficial, más dura, es compartida por poco más del 50%, según los resultados del Consejo Político que aupó a Lara–, el Colectivo de Unidad de Trabajadores (3%), la corriente Redes (2%) y los independientes (45%). Pero IU ha sufrido numerosas fracturas de grupúsculos desde su fundación en 1986.
En los primeros años se marcharon el Partido Humanista, el Partido Carlista, el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE, la facción prosoviética escindida del PCE que el 9-M obtuvo 20.030 votos) y, en 2001, el Partido de Acción Socialista (PASOC).
En 2002 cerró la puerta Izquierda Republicana (IR). “IU nos ha sido algo muy cercano y lo seguirá siendo”, resalta su secretario general, Ángel Verdura. “Nos fuimos por la actitud monopolizadora del PCE, no por disidencias ideológicas”. Verdura señala el carácter “netamente republicano y con acento social, no marxista” de su partido, que hoy tiene 2.000 militantes y casi 3.000 votantes. IR, subraya, tiene la “obligación moral” de sumarse a IU en acciones sociales, aunque no le gusta que se “asocien” dos reivindicaciones distintas: república y movilización anticrisis.
Luego emigró Corriente Roja (CR). Su máxima dirigente, Nines Maestro, explica que los 500 afiliados de su movimiento –que no partido– quieren erguirse como “catalizadores del encuentro de las izquierdas, hoy frágiles y dispersas, para construir el socialismo al calor de la lucha de clases, no de una operación de despachos”. Corriente Roja, “obrerista, antiimperialista” y más ligada al marxismo-leninismo, renuncia a concurrir a cualquier elección hasta que no suelde “un proceso unitario”.
Maestro mira de reojo a un nuevo competidor en la extrema izquierda, Izquierda Anticapitalista (IA), de ascendencia trotskista e integrante de IU hasta hace menos de dos meses. IA impulsará , asegura su portavoz, Raúl Camargo, “toda una serie de movilizaciones sociales contra el Plan Bolonia, la privatización de servicios públicos o los despidos de trabajadores”. IA (800 militantes) busca competir en las europeas de 2009, y confluir así con sus camaradas franceses, liderados por el joven Olivier Besancenot.
De IU, este año, se segregó Iniciativa del Poble Valencià (29.760 votos), la franquicia valenciana de ICV.
Verdes y solidarios
El dibujo de la izquierda estatal queda incompleto sin los grupos verdes, divididos en mil siglas y peleados por los egos de sus líderes. La Confederación de Los Verdes, que arañó 41.531 sufragios en las generales, persigue para las europeas cerrar un “acuerdo transversal por el cambio ecológico y social”, apunta su portavoz, Joan Oms. “Con esta crisis, se hace más necesaria la revolución verde y nuestra alianza con IU, ICV, ERC, Chunta Aragonesista, Aralar... Esperamos de ellos una visión generosa, plural”.
Los “buenos resultados” del 9-M (23.318 votos) han animado al partido altermundista Por Un Mundo + Justo. “Queremos tener un eurodiputado para dar voz a los que no tienen voz. Sólo creemos en la ideología de la urgencia de los pobres”, relata el portavoz de PUM+J, Miguel Ángel Vázquez, que espera que las ONG vuelquen sus “esperanzas” en su formación.
La crisis del capitalismo lo ha puesto más fácil que nunca a la izquierda del PSOE. Pero su muralla no ha cambiado. Es la atomización.