Soul, la música como arma: Solomon Burke, el Rey soy Yo


RAGTIME WILLIE
Requesound




“Solomon Burke es inteligente, astuto, un vendedor de proporciones épicas” (Jerry Wexler)

“El soul es el sentimiento profundo expresado desde el corazón y desde la mente. Ya sea proveniente de un músico, un artista, un bailarín, un fotógrafo o un escritor. Cuando abres tu corazón y exteriorizas tu espíritu y sientes algo que hace que tu vida sea diferente: ése es el significado del soul” (Solomon Burke)

El Gran Solomon. Una de las voces más personales del soul es un tipo intimidante. De una corpulencia amenazante, una actitud desafiante, el autoproclamado Rey del Rock and Soul, fue un intérprete un tanto eclipsado por las personalidades rabiosas de James Brown, Otis Redding o Wilson Pickett. Sin embargo, la colosal proporción de sus atributos físicos siempre estuvo a la altura de sus capacidades vocales y artísticas. Sin embargo, nunca perteneció al Sur, aunque sus facultades vocales remitieran al gospel más profundo y genuino.

Nacido en Filadelfia, fue el más joven de siete hermanos. Su infancia no fue, precisamente, un camino de rosas, siendo objeto de una más que frecuente violencia por parte de su madre. Solomon nunca conoció a su padre biológico: “Nunca tuve la oportunidad de conocer a mi padre. Creo que es la causa de que siempre he buscado una gran familia”.

Desde los siete años, Solomon (verdaderamente su nombre, de poderosas resonancias, era muy adecuado a su actitud desafiante y a su corpulencia) cantó en el coro de la iglesia, y desde entonces siempre reverenció el discurso de grandes predicadores que manifestaban las cualidades divinas del ser humano. El propio Solomon, en la actualidad, ejerce las labores de predicador y es arzobispo de The House Of God For All People, en South Central, en Los Ángeles.

Después de abandonar el colegio, en plena adolescencia, Solomon entra a trabajar en la “morgue” de su tío como aprendiz de, glups, embalsamador. Naturalmente, el trabajo no le emociona lo bastante y decide dedicarse a la música, después de sus éxitos en el coro eclesiástico. Cuenta con el DJ Ulises Kae Williams como primer manager, pero una violenta discusión con él, le relega al ostracismo, después de haber cosechado algún otro éxito. Corre el año de 1957: “Había sido famoso, pero tenía que dormir en las calles de Filadelfia. La gente se reía de mi porque todavía tenía puestos los pantalones del “smoking”y mi bonita camisa con chorreras”.

El ostracismo y la pobreza duraron aproximadamente un año y Solomon volvió al negocio mortuorio, esta vez con un entusiasmo renovado y se aplica, con vehemencia, al oficio de embalsamador. Hasta que a finales de los cincuenta, Solomon es abordado por un empresario musical Babe Shivian, quien le anima a dedicarse, de nuevo, profesionalmente a la música: “Le dije que no, así que aparcó su brillante y rojo Lincoln enfrente del tanatorio. Me dijo que lo dejaría allí hasta que yo aceptara. El dueño de la funeraria me dijo “mañana tenemos tres funerales, así que ya puedes cantar rápido””.

Así, pues Solomon vuelve al show business y por la puerta grande: en 1961, firma con Atlantic Records, en Nueva York justo cuando la compañía había perdido dos de sus baluartes más lucrativos: Ray Charles y Bobby Darin.

Solomon Burke se iba a convertir en el nuevo generador de éxitos de Atlantic: “Siempre me he considerado hijo de Atlantic. Recuerdo sentarme en el pasillo, contemplando las fotos de Ray Charles y Lavern Baker. Pensé, Dios mío aquí es donde quiero estar, exactamente aquí, donde está la marca roja y negra (por el logotipo de Atlantic)”.

A primeros de los años senta, Burke se convierte en toda una estrella del Rhythm and Blues y comienza a participar en interminables giras por todo el territorio de los Estados Unidos. Y, por primera vez, visita el Sur, el descarnado Sur, donde sus hermanos raciales sufrían todo tipo de humillaciones y escarnios. Burke, buen cpontador de historias y poseedor de una memoria prodigiosa, relata una paradigmática historia, que ilustra el ambiente terrible para los músicos negros: “En la siguiente parada del autobús en el que viajábamos, mandamos a Dion (Di Mucci) el cantante blanco, a que nos fuera a comprar pollo con patatas fritas para todos. A su vuelta, Dion trajo el pollo, las patatas y unos pastelitos de chocolate con crema. Los músicos negros estaban tan excitados y tan hambrientos, que se bajaron del autobús. Cuando el dueño del establecimiento en el que Dion había comprado la comida se dio cuenta de lo que pasaba, comenzó a disparar. Dion tiró la comida y los chicos subieron a toda prisa al autobús”.

La cálida voz de Solomon, su modulación aterciopelada, a pesar de su contundencia y sentimiento gospel, le produjo, en sus inicios, confusiones cuanto menos llamativas: Fue contratado por el Ku Klux Klan en Mississippi, creyendo que era un cantante blanco: “Cuando aparecimos en el escenario ya era de noche, vimos pequeñas lucecitas. Yo empecé el bolo agradeciendo a la gente su asistencia y cuando toda esa gente se aproximó al escenario, pudimos darnos cuenta que había alrededor de 30.000 miembros del KKK, con sus sábanas y capuchones. Había incluso niños. Era su reunión de confraternización anual. Tocamos 45 minutos. Luego fuimos escoltados por la polcía hasta que cogimos la autopista”.

Burke fue un cantante concienciado por los derechos civiles, aunque enfocando el tema siempre desde una perspectiva espiritual y fue un admirador confeso de Malcolm X, de Dick Gregory y de Farrakhan. A pesar de su fe inquebrantable, Solomon nunca renegó de los placeres terrenales. Fue un donjuán irremediable: casado tres veces, con 17 hijos reconocidos. “Era joven. Las chicas venían de todas las esquinas. No pude amar a todas. Pero lo intenté”

Su carrera gloriosa se desarrolla en los sesenta. Luego, como sucedió con muchos soulmen, su estrellato se fue apagando lánguidamente, recorriendo circuitos nostálgicos. Puntualmente, en 1984, obtiene un éxito modesto con un álbum enteramente dedicado al gospel y producido por su hijo mayor. Pero su carrera experimenta una resurrección milagrosa en 2002, con la grabación del extraordinario álbum “Don’t Give Up On Me”: “Recuerdo estar en el estudio grabando ese disco. Dije a todo el mundo que no permitiría ni fumar ni beber allí dentro. Cuando grabo, el estudio es un lugar sagrado. Hay velas. Hay flores. Mi trono está allí. Visible. Era el momento de grabar “The Judgement”. No había ensayado esas canciones. Las hice tal y como me llegaron. Escuhé a gente que gritaba “¡Aquí está Elvis! ¡Ha llegado Elvis!. Al principio pensé que estaban colocados o algo así. Bueno, Elvis Costello entró y me dijo que quería escucharme cantar esa canción. Yo dije “¿Escuharla? Tú eres el que tienes que enseñármela a mi”Cuando él la cantó, fue simplemente maravilloso. Yo dije, OK, está bien, vamos a grabarla ahora. Lo que la gente no se da cuenta es de que una gran canción no tiene color de ningún tipo. Es una canción preciosa que él escribió”

El fantástico álbum contó con la colaboración de viejos admiradores de Burke, quienes compusieron el repertorio. Fans declarados como Van Morrison, Elvis Costello, Bob Dylan, Brian Wilson…..todos ellos, quisieron saldar una vieja deuda con uno de sus ídolos.

Burke resucitado: orondo, casi inmovilizado en una silla de ruedas o en su barroco trono (sí, Solomon se hizo construir un trono y una corona, autoproclamándose el Rey del rock and soul y lo utiliza con frecuencia en sus bolos), vuelve a la carga con su voz de inspiración eclesiástica, con matices increíbles de delicadeza. Un timbre de voz aterciopelado, con una técnica vocal impresionante

“Primero soy un ministro de la Iglesia. Después, soy un intérprete. Puede resultar una contradicción para aquellos que no están salvados. El Señor me recogerá y me llevará con él. Incluso con mi peso, así será.”

Discografía imprescindible:

“Rock and Soul” (Atlantic, 1964) “The Very Best Of Solomon Burke” (Rhino Records, 1998) “Don’t Give Up On Me”(Fat Possum, 2002) “The Platinum Collection” (Warner Platinum, 2007)