Tras los pasos de los desheredados del sueño americano



El fotógrafo Jean Christian Boucart explora las ciudades más peligrosas de EEUU


ISABEL REPISO
Público



Una serie fotográfica para señalar lo olvidado. El último proyecto del fotógrafo Jean Christian Bourcart (Colmar, 1960) lo ha llevado a Camden (New Jersey), considerada una de las diez ciudades más peligrosas de Estados Unidos. “Tenía ganas de hablar de ese 15% de la población estadounidense que vive en condiciones de pobreza. Gente que posee eventualmente un coche o una casa, pero que está a punto de perderlos”, dice el artista a Público.

Bourcart se refiere a un colectivo de personas que no interesa porque infringe el primer mandato del capital: consumir. El fotógrafo tenía ganas de trabajar sobre la miseria, así que googleó el ranking de las ciudades más peligrosas en su ordenador y se desplazó hasta Camden (un suburbio de Philadelphia) para explorarla in situ.

La raíz del trabajo de Bourcart es intuitiva. El mecanismo que lo mueve hacia un tema u otro es puramente pasional, “un deseo o una curiosidad”, explica él mismo, que lo ha llevado a fotografiar desde las ruinas de Sarajevo (Besieged, 1993) a los clubs de intercambio de parejas en Nueva York y París (como en su serie The forbidden city, 1998-2001).

A finales de la década de los noventa empezó a investigar un terreno evidente, pero no muy explotado: el coche como hábitat. “Me di cuenta de que había un hueco que llenar con ese tema”, confiesa. Y Traffic tomó forma. La serie, realizada en las carreteras de Estados Unidos, huía de las connotaciones que la publicidad atribuye a los coches –que juega con conceptos como “aventura” y “sueños”– para quedarse con el lado más real de las cuatro ruedas: la gente que pasa media vida en ellos trabajando.

Humano, sobre todo


Acostumbrado a trabajar bajo el mismo cielo, su único trabajo realizado en un espacio cerrado es Human after all (2008), una serie repulsiva que utiliza la fealdad física para evocar un mal social y que se basa en una teoría: los seres humanos se camuflan continuamente en sus relaciones con los demás. Para ello Bourcart reunió a sus amigos en el salón de su casa, los pintó y los enmascaró.

“Busco en el exterior situaciones o personajes que ilustren mi mundo interior”, sostiene Bourcart. En este sentido, su producción constituye una radiografía de sí mismo. Pero también un trabajo de documentación antropológica que, lejos de pasar desapercibido para sus colegas, le ha reportado un World Press Award en la categoría de Arte y el premio europeo Gilles Dusein.