Amanda Palmer, cabaret en un mundo punk


La cantante y pianista, la mitad del dúo de Boston The Dresden Dolls, presenta hoy en Barcelona y mañana en Madrid su primer disco en su solitario


JESÚS CENTENO
Público


Tiene aires de artista callejera, pero ella lo lleva con más glamour: corsés color crema, zapatos de tacón, maquillaje excesivo, cejas retocadas... pero todo con un toque tenebroso, sucio y violento, casi diabólico.

Amanda Palmer, que se convirtió en la musa del underground estadounidense gracias al éxito de The Dresden Dolls -banda inclasificable en la que experimentó cómo sonaría el cabaret berlinés en un mundo punk- presenta este viernes en Barcelona (Apolo2) y mañana sábado en Madrid (Caracol) su primer disco en solitario, 'Who Killed Amanda Palmer (Roadrunner)'.

En sus letras aborda cambios de sexo, problemas de alcoholismo, enfermedades degenerativas, prescripción médica y mujeres fáciles que han perdido a su familia. Miserias urbanas servidas bien crudas e interpretadas con un aire gótico y tenebroso, con influencias que van desde Black Sabbath a Jacques Briel.

"La gente a menudo se sorprende porque soy una persona relajada y feliz, y sin embargo hablo de estos temas. Lo hago porque es la mejor manera de soltar los demonios que llevo dentro. Me siento a componer cuando estoy cabreada con algo", explica Palmer a Público.

"No me gusta escribir sobre lo fantástico que fue el amor del pasado verano"

"No me gusta escribir sobre lo fantástico que fue el amor del pasado verano, o sobre cómo brilla el sol en un día bonito", comenta.

La idea inicial del lynchiano 'Who Killed Amanda Palmer' era grabar las 12 canciones de su nuevo disco en una semana, utilizando sólo piano y voz. Hasta que entró en escena Ben Folds, productor del álbum, que introdujo arrebatos de orquesta, sintetizadores, vientos y percusiones.

"Ahora, mi forma de escribir es más sensible a la idea de tocar en vivo. Mis primeros discos con The Dresden Dolls fueron escritos al vacío, sin saber si saldrían de mi cuarto, y menos aún si alguien las escucharía", confiesa.

Pero su público no dejó de crecer y pasó del underground a girar por Europa y sus festivales. Indies, alternativos, siniestros, poperos... todos se interesaron por ella. El empujón definitivo al telonear a Nine Inch Nails, en 2006, momento que aprovecharon para "atraer ropas negras y piercings a sus conciertos".

Música y ‘performance'

Palmer es dramática, sí, pero también sabe reírse de todo y de todos. Su discográfica le pidió que ocultara su tripa en el video de Leeds United, y ella se negó, provocando una revolución de fans que enseñaron sus ombligos en Internet.

Y la canción Oasis, en la que habla de violaciones, abortos y dios entre coros de Beach Boys, fue censurada por la MTV "por banalizar un asunto tan serio". Ella discrepa, claro: "Es una canción más bien oscura, sobre una chica marginada que es incapaz de controlar sus emociones. Es muy importante entender el contexto y la ironía de la canción".

Su encanto femenino y sus gritos desgarradores, fuera de lo común, completa su tarjeta su visita. Es un huracán vivo en el escenario, al que también se sube un numeroso y rompedor colectivo australiano de músicos-performers.

Aunque pianista, es su concepto de cabaret punk lo que la aleja de compositoras como Tori Amos y Regina Spektor. Un sonido difícilmente clasificable pero que capaz de colgar el no hay entradas en salas de todo el mundo.