Enfermedades olvidadas: culpables de no ser rentables


Los fondos para el desarrollo de fármacos contra las patologías que no implican negocio son pocos y están mal repartidos, ya que el 80% se destinan al VIH, la tuberculosis y la malaria


AINHOA IRIBERRI
Público



Aunque pueda parecer una paradoja, bajo el término enfermedades olvidadas se engloban algunas de las patologías que más matan en el mundo, desde la malaria hasta la úlcera de Buruli. Estas dolencias no están olvidadas por los millones de pacientes que las padecen, ni por los Gobiernos de los países donde se concentran. Estas patologías son obviadas por la disciplina que más podría hacer por ella: la investigación.

El desarrollo de nuevos medicamentos para estas enfermedades es la clave para su superación, pero la inversión en este campo es mínima: poco más de 2.500 millones de dólares en 2007. El dato lo ofrece la revista PLoS, que publica hoy el primer informe G-FINDER , que analiza el gasto en I+D en enfermedades olvidadas e identifica, además, cuáles de estas son las que reciben más fondos. Las diferencias son sustanciales y tres patologías –el VIH/sida, la malaria y la tuberculosis–, se llevan casi el 80% de las inversiones. En la parte baja de la tabla, las más olvidadas entre las olvidadas: la úlcera de Buruli, el tracoma y las fiebres reumáticas.

Tal y como explica a Público uno de los autores del informe –Javier Guzmán–, esto tiene una consecuencia: “Si la inversión anual es de 1,67 millones de dólares y el costo de desarrollo de una vacuna es de entre 200 y 500 millones de dólares, está claro que jamás existirá una vacuna para la fiebre reumática, que causó 280.000 muertes en 2004”.

El documento pone cara a los más preocupados por investigar en este campo y hace un ranking de países, entidades y sectores financiadores. Antes, no obstante, hubo que acotar el término, ya que no hay unanimidad en la definición por parte de los distintos organismos internacionales.

Finalmente se decidió que las patologías debían cumplir los siguientes tres requisitos: que afecten de forma desproporcionada a los países pobres, que no existan adecuados productos para su tratamiento y prevención, y que no haya un mercado suficientemente atractivo para atraer la inversión privada bajo el modelo tradicional de patentes y propiedad intelectual.

El sector público –gobiernos y organizaciones para la cooperación y el desarrollo, como la española AECI– es el que más dedica a la investigación en este campo, aportando el 69% de las inversiones. En segundo lugar se sitúan las organizaciones sin ánimo de lucro y, en tercero, las compañías farmacéuticas, que aunque sólo aportan el 9,1% de los fondos, se convierten así en el tercer sector más involucrado.

Responsabilidad social

Este dato llama la atención porque una de las razones por las que las enfermedades olvidades son tales es que para la industria no es rentable investigar en nuevos fármacos que no podrían vender, por falta de recursos de los pacientes. Para el director del Centro de Investigación en Farmacología Aplicada (CIFA) de la Universidad de Navarra y director científico del grupo de Enfermedades Olvidadas de la Real Academia Nacional de Farmacia , Antonio Monge, no hay que culpabilizar a estas empresas: “Lo lógico es que quieran que se vendan sus productos”.

El experto explica con un término la inversión de los laboratorios en enfermedades olvidadas: la responsabilidad social corporativa. “Una laboratorio que vende en países como El Salvador o Guatemala ha de utilizar parte de los beneficios que obtiene en resolver los problemas de la sociedad en la que está”, afirma.


LOS QUE MÁS APORTAN:

España

Aunque España no se menciona específicamente en el informe por no estar en los primeros 12 puestos, Guzmán explica que ocupa la posición 14, con una inversión de 10,7 millones de dólares en 2007, el 0,6% de la inversión global. En la cifra están representadas la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECI) , el Instituto de Salud Carlos III y el organismo público catalán AGAUR . El país más generoso en este campo es EEUU, que aporta 1.250 millones de dólares.

Donantes

Los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) es la institución más generosa en este campo, seguida por la Fundación Bill y Melinda Gates . Estas dos instituciones aportaron el 59,5% de toda la inversión. En tercer lugar, se sitúa la Comisión Europea.