La mejor banda de rock and roll desconocida del mundo


MANUEL BORRERO
La ruta norteamericana




La romurología rockera pone en boca de Keith Richards esa definición para el New Rhythm & Blues Quartet, pobre consuelo para una banda que ha perdurado en el tiempo casi los mismos años que los propios Rolling Stones, manteniendo en estos 41 años (se dice pronto) un nivel en sus grabaciones más que notable. Desde que la primera formación se reunió en 1967 en Miami (Florida) hasta nuestros días han esparcido por sus más de 25 discos una golosa y variopinta mezcla de todas las músicas imaginables, cercanas o no al ámbito rockero, desde pop de aire beatleiano a country & western, del jazz experimental al rockabilly más clásico, sin olvidar rithym&blues, soul o polkas; no hay que extrañarse de esta diversidad estilística, NRBQ siempre han sido una banda abierta, sin prejuicios a la hora de probar nuevas sonoridades, y dotada de un peculiar sentido del humor, ellos mismos se han anunciado algunas veces como No Records Bought in Quantity, auntomofandose de su incapacidad de vender discos y de aparecer en listas de éxito.

Esta intransferible personalidad les ha llevado a contar con un selecto club de seguidores, con miembros tan ilustres como Bob Dylan, Paul McCartney, Elvis Costello o el ya mencionado Keith Richards, que parece que pensó en su momento en Joseph Spanpinato, bajista del cuarteto, como posible sustituto de Bill Wyman cuando este se hartó de ser ignorado por sus compañeros de banda. Otro de sus fans irredentos, Mike Scully, guionista y productor de The Simpsons los ubico durante un largo período de tiempo como house-band para la serie protagonizada por tan irreverente familia, contribuyendo con numerosas tonadas al score de la serie, y llegando a aparecer en algún capítulo convenientemente caricaturizados.

Glosar en unas pocas líneas tan vasta obra recogida en más de una veintena de discos es tarea inútil aparte de injusta, ya que nunca lograríamos plasmar el auténtico semblante de esta banda multidisciplinar que representa como pocas la riqueza musical de ese vasto territorio que es América. Es por tanto más recomendable centrarse en algunas de sus primeras obras, para mi gusto las más representativas de su personalidad, por lo que nos viene como anillo al dedo la preciosa reedición en vinilo que el sello Sundazed ha realizado recientemente de su tercera grabación Scraps.

Fechado originalmente en 1972, fue el primer disco que entregaron a su nueva discográfica, Kama Sutra, después de que Columbia los pusiese de patitas en la calle por no cumplir con las expectativas comerciales puestas en la banda. La inesperada salida de la multinacional provocó una pequeña crisis de la banda, que se tradujo en el abandono de uno de los miembros fundadores (Steve Ferguson) sustituido por el bajista Joseph Spanpinato.

Aprovechando el cambio se añadió también teclados a la formación, ocupándose de ellos Terry Adams, por lo que la grabación está acreditada al New Rhythm Blues Quintet. Las labores de ingeniero de sonido y productor recayeron en el sudafricano Eddie Kramer, que ya había sido responsable de grabaciones para Carly Simon y del de Jimmi Hendrix, y que durante la década de los setenta se convertiría en productor de muchas de las grandes figuras del momento, desde Led Zeppelín a David Bowie, pasando por AC/DC y Curtis Mayfield. Kramer dotó al álbum de un sonido sólido y cristalino, pulido pero natural ideal para que la banda nos entregase un ramillete de brillantes temas propios y una adorable apropiación del clásico de Johnny Mercer "The Positive".

La cosecha propia incluye pop melancólico en "Boys In The City", folk byrdiano en "Only You", la consolidación del sonido netamente nrbq que certifican el tema que da título al disco o "New Time" y nos presenta al recién incorporado Adams como un exquisito compositor de canciones de la pulida y redonda perfección que trasmite "Do You It Feel". También hay invitación al fiestorro rockabillero en "Aint't It Right All" muy cercana al sonido que los Flamin Groovies plasmaron en el grandioso Supersnazz.

En fin, una obra de cabecera a la que recurrir cuando uno se harta de oír mamarrachadas y le apetece escuchar música hecha con alma, corazón y entrañas