PABLO CABEZA
Gara
El próximo miércoles 18 de febrero se pone a la venta «Years of refusal», el noveno disco en solitario de Morrisey, álbum que prolonga una carrera que inició con «Viva hate», aún coloreado por la fuerte herencia Smiths, rasgos que fueron diluyéndose, en la medida que el solista fue despojándose de la influencia de Marr. Veinte años después de aquella descorazonadora decisión para miles de seguidores, Morrissey se presenta ante su público con un disco dirigido en especial a ellos, a sus fans e incondicionales. Oyentes que han crecido con sus cadencias, inflexiones de voz y textos dramáticos siempre cuidados.
Morrissey posee una de las voces más singulares de la historia del rock. Con ella ha conquistado la voluntad de una generación y con ella, gastada finamente en un taller de orfebrería, regresa a la escena. Crecido entre el pop y el rock, «Years of refusal» vuelve a ser la síntesis inocente de aquellos primeros años en los que admiraba a solistas como Marianne Faithfull y Sandi Shaw y aquellos otros en los que descubrió la actitud punk-rock a mediados de los setenta.
Final a borbotones
El cierre del álbum con «I'm OK by myself» refleja y condensa todas las vivencias de Morrissey. Se inicia como si Sinatra se levantara de la tumba bien pálido, pero con voz serena y rica en colores. Juega Morrisey con los tonos, seduce y da un paso hacia el lado sucio del rock, donde la composición se desvanece entre la épica y lo mayestático. El escenario se encuentra a oscuras, un haz blanco se inclina sobre un Morrissey con traje gris, quien sin perder la sobriedad de su estampa, tuerce sus gestos entre una interpretación excedida y sensual. Hoy, es su mejor momento.
Previamente, el veterano de Manchester toma aliento y resuelve su primer reto del disco con una excelente interpretación vocal entre el rellano y el aprieto. «Something is squeezing my skull» se cierra violenta y cruel, en un territorio poco explorado por Steven Patrick. Morrissey quien ya adelanta que para «Years of refusal» ha elegido trabajar con diferentes superficies, donde guitarras y ritmo marcan el destino final de sus turbulentas melodías.
Aligera tensión con «Mama lay softly on the riverbed» y «Black cloud», pegada al recuerdo de su etapa al lado de Smiths. «I'm throwing my arms around Paris» es posiblemente uno de los momentos más inspirados. La batería llega motorizada, en realidad como en casi todo el disco, en verdad un bárbaro detrás de ella; los arreglos de cuerda suavizan la presión y cierran un corte inspirado. Extraña que Morrissey haya permitido que «Years of refusal» incluya dos canciones ya aparecidas -como novedad- en su anterior recopilatorio, «Greatest hits», pero aquí están «All you need is me» y «That's how people grow up», de regular aspecto.
En «When I last spoke to Carol» el depresivo vocalista se enfrenta a una tentación común en muchos artistas anglosajones, derivar hacia una especie de mezcla folclórica entre el rock y lo latino vía México.
«It's not your birthday anymore», «You were Good in your time», con un Morrisey desencajado, y «Sorry doesn't help» se recuperan las formas imaginables. Todo regresa a su cauce de olmos, donde las canciones se vacían siguiendo un rumbo, en ocasiones, demasiado común.
La producción del disco le ha correspondido a Jerry Finn, con quien Morrisey trabajó en «You are the quarry», de 2004, y en «Greatest hits», 2008. Lejos de la sorpresa de que Morrissey eligiera de nuevo a un experto en rock californiano (Bad Religion, Offspring, Blink 182...), la noticia saltó cuando el 9 de agosto del pasado año, un derrame cerebral acabó con su vida a los 39 años.
Morrissey posee una de las voces más singulares de la historia del rock. Con ella ha conquistado la voluntad de una generación y con ella, gastada finamente en un taller de orfebrería, regresa a la escena. Crecido entre el pop y el rock, «Years of refusal» vuelve a ser la síntesis inocente de aquellos primeros años en los que admiraba a solistas como Marianne Faithfull y Sandi Shaw y aquellos otros en los que descubrió la actitud punk-rock a mediados de los setenta.
Final a borbotones
El cierre del álbum con «I'm OK by myself» refleja y condensa todas las vivencias de Morrissey. Se inicia como si Sinatra se levantara de la tumba bien pálido, pero con voz serena y rica en colores. Juega Morrisey con los tonos, seduce y da un paso hacia el lado sucio del rock, donde la composición se desvanece entre la épica y lo mayestático. El escenario se encuentra a oscuras, un haz blanco se inclina sobre un Morrissey con traje gris, quien sin perder la sobriedad de su estampa, tuerce sus gestos entre una interpretación excedida y sensual. Hoy, es su mejor momento.
Previamente, el veterano de Manchester toma aliento y resuelve su primer reto del disco con una excelente interpretación vocal entre el rellano y el aprieto. «Something is squeezing my skull» se cierra violenta y cruel, en un territorio poco explorado por Steven Patrick. Morrissey quien ya adelanta que para «Years of refusal» ha elegido trabajar con diferentes superficies, donde guitarras y ritmo marcan el destino final de sus turbulentas melodías.
Aligera tensión con «Mama lay softly on the riverbed» y «Black cloud», pegada al recuerdo de su etapa al lado de Smiths. «I'm throwing my arms around Paris» es posiblemente uno de los momentos más inspirados. La batería llega motorizada, en realidad como en casi todo el disco, en verdad un bárbaro detrás de ella; los arreglos de cuerda suavizan la presión y cierran un corte inspirado. Extraña que Morrissey haya permitido que «Years of refusal» incluya dos canciones ya aparecidas -como novedad- en su anterior recopilatorio, «Greatest hits», pero aquí están «All you need is me» y «That's how people grow up», de regular aspecto.
En «When I last spoke to Carol» el depresivo vocalista se enfrenta a una tentación común en muchos artistas anglosajones, derivar hacia una especie de mezcla folclórica entre el rock y lo latino vía México.
«It's not your birthday anymore», «You were Good in your time», con un Morrisey desencajado, y «Sorry doesn't help» se recuperan las formas imaginables. Todo regresa a su cauce de olmos, donde las canciones se vacían siguiendo un rumbo, en ocasiones, demasiado común.
La producción del disco le ha correspondido a Jerry Finn, con quien Morrisey trabajó en «You are the quarry», de 2004, y en «Greatest hits», 2008. Lejos de la sorpresa de que Morrissey eligiera de nuevo a un experto en rock californiano (Bad Religion, Offspring, Blink 182...), la noticia saltó cuando el 9 de agosto del pasado año, un derrame cerebral acabó con su vida a los 39 años.