NÚRIA MARTORELL
El Periódico de Catalunya
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La Nova Cançó está de aniversario. Hace 50 años, Raimon compuso el grito Al vent (su canción estandarte) y el intelectual Lluís Serrahima –esposo de Remei Margarit, la que fuera Jutge número dos– publicó el artículo Ens calen cançons d’ara en la revista Germinabit. El reclamo dio sus frutos. Y la estela y el espíritu de aquellos expedicionarios es lo que este 2009 y durante el 2010 pretende recuperar el Institut Català de les Indústries Culturals (ICIC). Los actos programados incluyen la publicación de un libro recordando la efeméride y reedición del disco recopilatorio Audiència Pública, (el primero de Els Setze Jutges), así como varios recitales y una gran exposición en el Museu d’Història.
El artículo de Serrahima fue el manifiesto fundacional de lo que se convertiría en la canción moderna en catalán. Surgieron cantantes, pero también empresarios, promotores culturales, representantes y discográficas, con el objetivo de defender la lengua y cultura catalana y salvaguardar sus derechos en pleno franquismo. Algunos jutges tuvieron un valor más testimonial o simbólico que artístico, pero otros permanecen como auténticos tótems. Una de las iniciativas más interesantes que se están montando consiste en escenificar el relevo generacional de la Cançó, el próximo septiembre en el Auditori de Sant Cugat, dentro de los actos del Festival de Poesía.
VIEJAS Y NUEVAS VOCES / La idea es de Albert Puig (responsable desde hace 21 años del Festival Altaveu de Sant Boi). «Salvo claras excepciones, como Lluís Llach, y ya está retirado, hay un gran distanciamiento entre los pioneros y los nuevos autores. El montaje está en fase embrionaria y no puedo dar nombres, pero sí adelantar que esta vez compartirán micrófono y partituras. La intención es que el espectáculo se exporte a Barcelona y Girona», afirma Puig. De hecho, la Nova Cançó pasó a denominarse simplemente Cançó en 1969, y desde entonces fueron surgiendo nuevos artistas en posteriores promociones: Marina Rossell, Joan Isaac, Ovidi Montllor, Joan Baptista Humet y Josep Tero, entre otros, y así sucesivamente.
Otro recital en marcha, pero con un solo protagonista, es el que ofrecerá Marc Parrot, repasando las piezas emblemáticas de la época en el Festival Acústica de Figueres en agosto, luego en el Mercat de Música Viva de Vic y finalmente en Barnasants, en el 2010. «Ha habido una complicidad de estrategias a tres bandas. Y el objetivo es que Parrot y su banda le den una lectura moderna y actual a este repertorio», aclara Lluís Puig, director del Mercat de Vic.
El inicio del aniversario tuvo lugar ya en enero, cuando la revista Enderrock publicó un número especial, adjuntando el simbólico disco Audiència Pública, reedición del que salió en 1966 y ampliando su contenido de las 13 canciones originales a 16, para incluir a los últimos miembros del colectivo (faltaban Llach, Bonet y Subirachs). El éxito de la edición fue tal que el álbum se reeditará el 21 de abril junto al libro de Joaquím Vilarnau 50 anys de la cancó, en el que el autor recopila «todos los artículos» que ha escrito sobre el tema desde el inicio de la revista. «Antes de Els Setze Jutges había gente que cantaba en catalán, pero cosas sobre todo folclóricas, rémora del pasado, así que el artículo de Serrahima explicando que siguiendo el ejemplo francés se podían hacer letras actuales y retratar la sociedad del momento, fue esencial», valora Vilarnau.
El epicentro discográfico se situó en Catalunya, «con Edigsa, Concèntric, Quatre Vents... Y luego, en 1962, nació Edició 62. El país empezaba a caminar», recuerda el periodista manresano, que cita como herederos del movimiento a Òscar Briz, Pau Alabajos y Oriol Canals. Pero, ¿cuándo se quiebra el espíritu de la Cançó? «En teoría, en el 68, cuando Els Setze Jutges se deshacen, Serrat empieza a cantar en castellano y se rompe el espíritu de ir todos a una. Llegan las últimas incorporaciones, Llach, Bonet y Subirachs, presentándose los tres juntos como la Novísima Cançó. La etiqueta había quedado caduca».
REVOLUCIÓN FOTOGRÁFICA / También en enero tuvo lugar otro acontecimiento relacionado con la Cançó: la exposición Llach a la Plaça Reial en la misma casa donde vivió el cantautor (ahora Galeria Setba), con fotos de Juan Miguel Morales. El mismo que ahora, junto a Pilar Aymerich y Xevi Planas, montan la muestra que acogerá el Museu d’Història en abril. Aymerich, la encargada de contenidos y responsable de la parte visual, recalca cómo la revolución musical que vivió Catalunya se trasladó al mundo de la fotografía.
«Una serie de fotógrafos hicimos retratos de los cantantes y fotos de sus recitales, y nos convertimos en profesionales que luchaban porque la fotografía, muy menospreciada por la dictadura, fuera reconocida. Era una generación que incluía desde Francesc Català Roca hasta Xavier Miserachs, Leopoldo Pomés y Oriol Maspons. Hubo retratistas y fotoperiodistas inmortalizando la Cançó con una potente carga visual, rompiendo moldes estéticos, cambiando las normas». La propia Aymerich retrató como nadie, por ejemplo, a la fera ferotge Ovidi Montllor. «En la exposición, además de fotos habrá libros, carátulas, filmaciones e incluso conciertos de artistas de distintas épocas», adelanta.
Planas, que ejerce de comisario, puntualiza que «ocupará 900 metros cuadrados y durará hasta julio del 2010». Y que «tanto desde el punto de vista conceptual como de contenidos, contará con muchísimo material, aunque se hará hincapié a los orígenes y a todo el fenómeno vinculado al movimiento». La intención del periodista gerundense es «explicar el carácter pionero y referencial que tuvo por ejemplo también a través de esas carátulas de discos –añade–, con esas fotos y esos diseños que ganaron premios internacionales. Los primeros discos de 33 revoluciones en España fueron catalanes. El movimiento comportó que se involucraran profesionales de primer nivel a su servicio: Mariscal hizo portadas para la Elèctrica Dharma, Ros Marbà de arreglista...» Planas insiste en que «la Cançó fue un claro referente para otras nuevas canciones que actuaron miméticamente, y no solo en el caso vasco, gallego y en Madrid, con la canción para el pueblo, también en Chile, Occitania y otros lugares».
«Será una exposición interactiva: se podrá ver y escuchar. La dificultad consiste en sintetizar 50 años, que son muchos, aunque la carta a los reyes ya está echada», suspira. De hecho, Morales será el encargado de cumplir sus deseos a nivel de documentación. «La gran fotografía ha estado ligada a la Cançó desde sus inicios, con grandes maestros que ayudaron a reforzar su apuesta rompedora y revolucionaria», subraya con orgullo Morales.
El artículo de Serrahima fue el manifiesto fundacional de lo que se convertiría en la canción moderna en catalán. Surgieron cantantes, pero también empresarios, promotores culturales, representantes y discográficas, con el objetivo de defender la lengua y cultura catalana y salvaguardar sus derechos en pleno franquismo. Algunos jutges tuvieron un valor más testimonial o simbólico que artístico, pero otros permanecen como auténticos tótems. Una de las iniciativas más interesantes que se están montando consiste en escenificar el relevo generacional de la Cançó, el próximo septiembre en el Auditori de Sant Cugat, dentro de los actos del Festival de Poesía.
VIEJAS Y NUEVAS VOCES / La idea es de Albert Puig (responsable desde hace 21 años del Festival Altaveu de Sant Boi). «Salvo claras excepciones, como Lluís Llach, y ya está retirado, hay un gran distanciamiento entre los pioneros y los nuevos autores. El montaje está en fase embrionaria y no puedo dar nombres, pero sí adelantar que esta vez compartirán micrófono y partituras. La intención es que el espectáculo se exporte a Barcelona y Girona», afirma Puig. De hecho, la Nova Cançó pasó a denominarse simplemente Cançó en 1969, y desde entonces fueron surgiendo nuevos artistas en posteriores promociones: Marina Rossell, Joan Isaac, Ovidi Montllor, Joan Baptista Humet y Josep Tero, entre otros, y así sucesivamente.
Otro recital en marcha, pero con un solo protagonista, es el que ofrecerá Marc Parrot, repasando las piezas emblemáticas de la época en el Festival Acústica de Figueres en agosto, luego en el Mercat de Música Viva de Vic y finalmente en Barnasants, en el 2010. «Ha habido una complicidad de estrategias a tres bandas. Y el objetivo es que Parrot y su banda le den una lectura moderna y actual a este repertorio», aclara Lluís Puig, director del Mercat de Vic.
El inicio del aniversario tuvo lugar ya en enero, cuando la revista Enderrock publicó un número especial, adjuntando el simbólico disco Audiència Pública, reedición del que salió en 1966 y ampliando su contenido de las 13 canciones originales a 16, para incluir a los últimos miembros del colectivo (faltaban Llach, Bonet y Subirachs). El éxito de la edición fue tal que el álbum se reeditará el 21 de abril junto al libro de Joaquím Vilarnau 50 anys de la cancó, en el que el autor recopila «todos los artículos» que ha escrito sobre el tema desde el inicio de la revista. «Antes de Els Setze Jutges había gente que cantaba en catalán, pero cosas sobre todo folclóricas, rémora del pasado, así que el artículo de Serrahima explicando que siguiendo el ejemplo francés se podían hacer letras actuales y retratar la sociedad del momento, fue esencial», valora Vilarnau.
El epicentro discográfico se situó en Catalunya, «con Edigsa, Concèntric, Quatre Vents... Y luego, en 1962, nació Edició 62. El país empezaba a caminar», recuerda el periodista manresano, que cita como herederos del movimiento a Òscar Briz, Pau Alabajos y Oriol Canals. Pero, ¿cuándo se quiebra el espíritu de la Cançó? «En teoría, en el 68, cuando Els Setze Jutges se deshacen, Serrat empieza a cantar en castellano y se rompe el espíritu de ir todos a una. Llegan las últimas incorporaciones, Llach, Bonet y Subirachs, presentándose los tres juntos como la Novísima Cançó. La etiqueta había quedado caduca».
REVOLUCIÓN FOTOGRÁFICA / También en enero tuvo lugar otro acontecimiento relacionado con la Cançó: la exposición Llach a la Plaça Reial en la misma casa donde vivió el cantautor (ahora Galeria Setba), con fotos de Juan Miguel Morales. El mismo que ahora, junto a Pilar Aymerich y Xevi Planas, montan la muestra que acogerá el Museu d’Història en abril. Aymerich, la encargada de contenidos y responsable de la parte visual, recalca cómo la revolución musical que vivió Catalunya se trasladó al mundo de la fotografía.
«Una serie de fotógrafos hicimos retratos de los cantantes y fotos de sus recitales, y nos convertimos en profesionales que luchaban porque la fotografía, muy menospreciada por la dictadura, fuera reconocida. Era una generación que incluía desde Francesc Català Roca hasta Xavier Miserachs, Leopoldo Pomés y Oriol Maspons. Hubo retratistas y fotoperiodistas inmortalizando la Cançó con una potente carga visual, rompiendo moldes estéticos, cambiando las normas». La propia Aymerich retrató como nadie, por ejemplo, a la fera ferotge Ovidi Montllor. «En la exposición, además de fotos habrá libros, carátulas, filmaciones e incluso conciertos de artistas de distintas épocas», adelanta.
Planas, que ejerce de comisario, puntualiza que «ocupará 900 metros cuadrados y durará hasta julio del 2010». Y que «tanto desde el punto de vista conceptual como de contenidos, contará con muchísimo material, aunque se hará hincapié a los orígenes y a todo el fenómeno vinculado al movimiento». La intención del periodista gerundense es «explicar el carácter pionero y referencial que tuvo por ejemplo también a través de esas carátulas de discos –añade–, con esas fotos y esos diseños que ganaron premios internacionales. Los primeros discos de 33 revoluciones en España fueron catalanes. El movimiento comportó que se involucraran profesionales de primer nivel a su servicio: Mariscal hizo portadas para la Elèctrica Dharma, Ros Marbà de arreglista...» Planas insiste en que «la Cançó fue un claro referente para otras nuevas canciones que actuaron miméticamente, y no solo en el caso vasco, gallego y en Madrid, con la canción para el pueblo, también en Chile, Occitania y otros lugares».
«Será una exposición interactiva: se podrá ver y escuchar. La dificultad consiste en sintetizar 50 años, que son muchos, aunque la carta a los reyes ya está echada», suspira. De hecho, Morales será el encargado de cumplir sus deseos a nivel de documentación. «La gran fotografía ha estado ligada a la Cançó desde sus inicios, con grandes maestros que ayudaron a reforzar su apuesta rompedora y revolucionaria», subraya con orgullo Morales.