Revista Pueblos
La coexistencia entre los palestinos residentes o ciudadanos en Israel y los ciudadanos judíos es un concepto vacío que forma parte de la imagen “democrática” que Israel pretende proyectar a nivel internacional, en relación a las ofensivas públicas en curso. Después de los acontecimientos del pasado mes de octubre en Acca, cuando los residentes palestinos fueron atacados y sus casas y propiedades fueron incendiadas, los medios de comunicación volvieron al debate de cómo retornar a la situación de coexistencia de la que gozaba supuestamente la ciudad. Sin embargo, ningún estudio sobre las ciudades mixtas de Israel revela que, contrariamente a servir como modelos de convivencia, ciudades como Jaffa y Acca representan un microcosmo del estado en su conjunto - un espacio en el que los palestinos están cada vez más marginados y excluidos de los beneficios del estado de los que supuestamente son ciudadanos.
Los palestinos que viven en Israel representan aproximadamente un veinte por ciento de su población y la mayoría viven separados de las zonas residenciales judías. Debido a que la economía del país se basa en el sector judío, la mayoría de los trabajadores palestinos regresan por la noche a los pocos cientos de pueblos y aldeas árabes que sobrevivieron a la Nakba (catástrofe) de 1948. Ese año la mayor parte de la población palestina fue expulsada de la zona costera de las ciudades de Haifa, Jaffa, Ramleh, Lydd y Acca, pero en cada ciudad aun se mantuvo un pequeño número de palestinos. En las siguientes semanas y meses después de la ocupación, se les unieron los refugiados que huyeron de otras aldeas destruidas en la zona. Israel empujó a que estos palestinos vivieran en una zona concreta de cada ciudad que pasaba a ser conocida tanto por los judíos como por los árabes por el gueto – un ejemplo serían los barrios de Al Ajami en Jaffa, Al Jamal en Ramleh o la antigua ciudad de Acca. Durante años, los palestinos de esas zonas vivieron hacinados, con varias familias compartiendo una misma casa.
Estos son los orígenes de las ciudades mixtas de Israel. Mientras que más tarde algunos palestinos pudieron permitirse el traslado a otras partes de la ciudad, estos guetos originales se han quedado estancados en un estatus económico incluso más bajo que el resto de la comunidad palestina que vive en Israel. Hoy en día estas zonas tienen algunos de los índices más altos en delincuencia juvenil y crímenes del país. Olvidados por el estado, las organizaciones no gubernamentales palestinas se enfrentan a una tarea aparentemente imposible.
Los empresarios judíos israelíes y los políticos tienen sus propias soluciones a estos problemas - o, al menos, para solventar la manera en que estos “problemas árabes” afectan a la comunidad judía. Jawarish es un área situada en las afueras de Ramleh; en el año 1950, los palestinos expulsados de la aldea de Al Majdal se vieron obligados a refugiarse en esa zona. Hoy en día es el hogar de unos 2.000 habitantes, la mayoría son trabajadores de la construcción o del campo, con unos ingresos muy bajos. Dos décadas más tarde, en 1970, el gobierno israelí estableció una comunidad de beduinos del Negev junto a Jawarish, creando un gran barrio de personas con bajos ingresos y en donde los compradores judíos no tenían ningún interés o voluntad de asociarse. En la década de los ochenta y los noventa se construyeron los barrios judíos de Yefe Nof y Gannei Dan, que a diferencia de los anteriores, eran barrios con un nivel de ingresos elevado; los responsables de la planificación se dieron cuenta de que los compradores judíos continuarían viviendo separados de sus posibles nuevos vecinos. Así pues, un muro de hormigón de un kilómetro y medio de largo fue construido, muro que fue financiado por los promotores de Gannei Dan. El muro es lo suficientemente alto como para impedir que cualquiera de los dos lados pueda ver al otro, con lo que se tranquiliza a los compradores judíos. Los Muros del Apartheid de Israel no se limitan únicamente a ser construidos en Cisjordania o la Franja de Gaza.
El fomento de los asentamientos judíos no es una idea que venga del sector privado, pero por supuesto trabaja conjuntamente con el actual gobierno para llevar a cabo la explícita política de judaización de las zonas árabes. Una de las maneras para llevarlo a término es la de rehabilitar edificios antiguos en las ciudades mixtas como espacios para el turismo o para los artistas. Si bien los visitantes ven este aspecto como una acción para preservar e invertir en áreas históricas, el resultado es que cualquier vivienda o edificio recientemente reformado queda totalmente fuera del alcance de las familias locales palestinas: es la segregación a través del mercado.
Pongamos el ejemplo de la ciudad de Jaffa. Varios cientos de hogares en el gueto original del barrio de Al Ajami se encuentran bajo orden de demolición, ya que las autoridades israelíes afirman que las familias han construido “ilegalmente” las extensiones de sus hogares. Durante varias décadas el gobierno tenía la esperanza de demoler todo el vecindario y, por lo tanto, se prohibieron cualquier tipo de extensión o renovación de los hogares árabes. Los residentes no tienen más remedio que hacer reparaciones sin permisos oficiales para evitar que sus casas se derrumbaran como otras viviendas de alrededor; otros desisten y sencillamente se marchan del barrio. Otras de las técnicas que las autoridades israelíes usan para hacer imposible la vida de los palestinos es a partir de multarles por cualquier acción realizada o subirles las tasas hasta que son imposibles de pagar y tienen que acabar yendo a juicio o renunciando a sus hogares.
Si bien la proximidad de Jaffa a Tel Aviv provoca que los pisos en frente del mar sean caros y que sean una proposición atractiva para los negocios israelíes o como segundas residencias para los ricos del extranjero, Acca atrae a los israelíes de otro tipo – los colonos religiosos de Cisjordania. El Grupo Ometz (Coraje) fue establecido por los graduados de las yeshivas en asentamientos israelíes ilegales de Cisjordania, concretamente en la zona de Hebrón, donde los colonos son conocidos por su fomento de la violencia directa en contra de los palestinos. Inspirados por el asentamiento y la judaización de Acca, en 1997 un grupo de familias judías decidieron instalarse en la ciudad. La comunidad se ha ampliado, sobre todo por los colonos expulsados de la Franja de Gaza en 2005.
Un informe de emergencia elaborado por la Coalición de Residentes en Acca demuestra los ataques en contra de los palestinos justo antes del establecimiento en el año 2002 de la primera yeshiva en la ciudad; residentes no judíos fueron atacados, sus casas y coches incendiados y hasta una de las mezquitas locales fue atacada. Graffitis de “muerte a los árabes" pueden verse por toda la ciudad – incluso antes de los acontecimientos del pasado mes de octubre. La Coalición - formada por un grupo de organizaciones sin finalidad de lucro, institutos, activistas políticos y figuras públicas de la ciudad – ha pedido ayuda de Adalah, el Centro Legal para los Derechos de las Minorías Árabes en Israel, para pedir a la fiscalia general que se ponga en marcha una investigación sobre los responsables de hacer llamamientos y convocatorias para la expulsión de los residentes árabes de la ciudad. Tras los enfrentamientos de octubre, los anuncios se distribuyeron tanto en Internet como en los barrios judíos exigiendo que los residentes árabes salieran de la ciudad, fomentando que los judíos boicotearan las tiendas árabes y que tampoco se respetaran sus fiestas religiosas, históricas o cualquier evento. Adalah ha demandado a los responsables de la publicación de estas declaraciones para que sean investigados y procesados.
Sin embargo, el problema con el racismo en las ciudades mixtas de Israel es que no es simplemente un fenómeno de base que puede ser perpetrado a partir de investigar y procesar a sus responsables. La exclusión de los palestinos está dictada por la misma definición del Estado de Israel: una democracia sólo para los judíos. La exclusión, por lo tanto, no sólo es aceptable, sino que es fomentada, como parte de una política deliberada al más alto nivel. Como resultado de ello, los políticos expresan abiertamente sus ideas racistas, sin sanción alguna. Pongamos otro ejemplo reportado por Adalah. En octubre, el fiscal general de Israel se negó a descalificar el alcalde de Ramleh, Yoel Lavi, como candidato a la reelección a pesar de sus declaraciones pública racistas en contra de los ciudadanos árabes, que representan el veinte por ciento de su municipio. Adalah se ha sumado a las organizaciones locales no gubernamentales para demandar que se le impidió participar en las elecciones y que su partido político sea descalificado. Lavi, siendo alcalde, ha demostrado más de una vez sus ideas y acciones racistas en contra de los ciudadanos árabes de Ramleh. Entre muchas de sus declaraciones, nos encontramos con las siguientes: "Si los árabes quieren enfrentarse a mí en las cuestiones nacionalistas seré el primero en abrir fuego contra ellos. Cuento con mucha experiencia en mi vida. Cada vez que he abierto fuego en contra de los árabes he logrado permanecer en vida y ellos han muerto”. "Si los políticos judíos de Israel no son censurados por incitar al racismo, ¿por qué deberían preocuparse los ciudadanos de Acca por las consecuencias de sus acciones?”.
El racismo y la absoluta falta de coexistencia en las ciudades mixtas de Israel reflejan por lo tanto, el Apartheid del país en su conjunto y las relaciones de Israel con los palestinos en ambos lados de la línea de 1948/1967. Borrar la identidad y la historia palestina a partir de cambiar el paisaje geográfico, el creciente empobrecimiento de la población por las prácticas discriminatorias aplicadas por el estado, y alentar tanto a las grandes empresas como a los ciudadanos judíos para que amplíen el proceso de judaización y marginen aún más a la comunidad palestina, son las políticas aplicadas que afectan tanto a los palestinos de Hebrón como de Jerusalén, Jaffa y Acca.
El Premio Nóbel de la paz (o rompedor de la paz) y actual Presidente de Israel, Shimon Peres, está siempre dispuesto a permitir que el mundo sepa lo que está haciendo en pro de la paz. Hace falta mencionar que el nuevo Centro Shimon Peres por la Paz se ha construido en la ciudad palestina de Jaffa, delante del mar, expropiando tierras a sus residentes; por supuesto, en su página Web, no se menciona las múltiples manifestaciones que los palestinos han llevado a cabo en contra de su establecimiento ya que el centro se ha construido sobre parte del antiguo cementerio de Jaffa en el barrio Al Ajami.
Por eso, la próxima vez que escuchen un político israelí hablar de paz o coexistencia, recuerden la realidad detrás de la retórica, la fantasía de las palabras sobre la paz destinadas a distraer su ojo de la excavadora, de la violencia y las seis décadas y lo que queda por venir del Apartheid israelí.
Los palestinos que viven en Israel representan aproximadamente un veinte por ciento de su población y la mayoría viven separados de las zonas residenciales judías. Debido a que la economía del país se basa en el sector judío, la mayoría de los trabajadores palestinos regresan por la noche a los pocos cientos de pueblos y aldeas árabes que sobrevivieron a la Nakba (catástrofe) de 1948. Ese año la mayor parte de la población palestina fue expulsada de la zona costera de las ciudades de Haifa, Jaffa, Ramleh, Lydd y Acca, pero en cada ciudad aun se mantuvo un pequeño número de palestinos. En las siguientes semanas y meses después de la ocupación, se les unieron los refugiados que huyeron de otras aldeas destruidas en la zona. Israel empujó a que estos palestinos vivieran en una zona concreta de cada ciudad que pasaba a ser conocida tanto por los judíos como por los árabes por el gueto – un ejemplo serían los barrios de Al Ajami en Jaffa, Al Jamal en Ramleh o la antigua ciudad de Acca. Durante años, los palestinos de esas zonas vivieron hacinados, con varias familias compartiendo una misma casa.
Estos son los orígenes de las ciudades mixtas de Israel. Mientras que más tarde algunos palestinos pudieron permitirse el traslado a otras partes de la ciudad, estos guetos originales se han quedado estancados en un estatus económico incluso más bajo que el resto de la comunidad palestina que vive en Israel. Hoy en día estas zonas tienen algunos de los índices más altos en delincuencia juvenil y crímenes del país. Olvidados por el estado, las organizaciones no gubernamentales palestinas se enfrentan a una tarea aparentemente imposible.
Los empresarios judíos israelíes y los políticos tienen sus propias soluciones a estos problemas - o, al menos, para solventar la manera en que estos “problemas árabes” afectan a la comunidad judía. Jawarish es un área situada en las afueras de Ramleh; en el año 1950, los palestinos expulsados de la aldea de Al Majdal se vieron obligados a refugiarse en esa zona. Hoy en día es el hogar de unos 2.000 habitantes, la mayoría son trabajadores de la construcción o del campo, con unos ingresos muy bajos. Dos décadas más tarde, en 1970, el gobierno israelí estableció una comunidad de beduinos del Negev junto a Jawarish, creando un gran barrio de personas con bajos ingresos y en donde los compradores judíos no tenían ningún interés o voluntad de asociarse. En la década de los ochenta y los noventa se construyeron los barrios judíos de Yefe Nof y Gannei Dan, que a diferencia de los anteriores, eran barrios con un nivel de ingresos elevado; los responsables de la planificación se dieron cuenta de que los compradores judíos continuarían viviendo separados de sus posibles nuevos vecinos. Así pues, un muro de hormigón de un kilómetro y medio de largo fue construido, muro que fue financiado por los promotores de Gannei Dan. El muro es lo suficientemente alto como para impedir que cualquiera de los dos lados pueda ver al otro, con lo que se tranquiliza a los compradores judíos. Los Muros del Apartheid de Israel no se limitan únicamente a ser construidos en Cisjordania o la Franja de Gaza.
El fomento de los asentamientos judíos no es una idea que venga del sector privado, pero por supuesto trabaja conjuntamente con el actual gobierno para llevar a cabo la explícita política de judaización de las zonas árabes. Una de las maneras para llevarlo a término es la de rehabilitar edificios antiguos en las ciudades mixtas como espacios para el turismo o para los artistas. Si bien los visitantes ven este aspecto como una acción para preservar e invertir en áreas históricas, el resultado es que cualquier vivienda o edificio recientemente reformado queda totalmente fuera del alcance de las familias locales palestinas: es la segregación a través del mercado.
Pongamos el ejemplo de la ciudad de Jaffa. Varios cientos de hogares en el gueto original del barrio de Al Ajami se encuentran bajo orden de demolición, ya que las autoridades israelíes afirman que las familias han construido “ilegalmente” las extensiones de sus hogares. Durante varias décadas el gobierno tenía la esperanza de demoler todo el vecindario y, por lo tanto, se prohibieron cualquier tipo de extensión o renovación de los hogares árabes. Los residentes no tienen más remedio que hacer reparaciones sin permisos oficiales para evitar que sus casas se derrumbaran como otras viviendas de alrededor; otros desisten y sencillamente se marchan del barrio. Otras de las técnicas que las autoridades israelíes usan para hacer imposible la vida de los palestinos es a partir de multarles por cualquier acción realizada o subirles las tasas hasta que son imposibles de pagar y tienen que acabar yendo a juicio o renunciando a sus hogares.
Si bien la proximidad de Jaffa a Tel Aviv provoca que los pisos en frente del mar sean caros y que sean una proposición atractiva para los negocios israelíes o como segundas residencias para los ricos del extranjero, Acca atrae a los israelíes de otro tipo – los colonos religiosos de Cisjordania. El Grupo Ometz (Coraje) fue establecido por los graduados de las yeshivas en asentamientos israelíes ilegales de Cisjordania, concretamente en la zona de Hebrón, donde los colonos son conocidos por su fomento de la violencia directa en contra de los palestinos. Inspirados por el asentamiento y la judaización de Acca, en 1997 un grupo de familias judías decidieron instalarse en la ciudad. La comunidad se ha ampliado, sobre todo por los colonos expulsados de la Franja de Gaza en 2005.
Un informe de emergencia elaborado por la Coalición de Residentes en Acca demuestra los ataques en contra de los palestinos justo antes del establecimiento en el año 2002 de la primera yeshiva en la ciudad; residentes no judíos fueron atacados, sus casas y coches incendiados y hasta una de las mezquitas locales fue atacada. Graffitis de “muerte a los árabes" pueden verse por toda la ciudad – incluso antes de los acontecimientos del pasado mes de octubre. La Coalición - formada por un grupo de organizaciones sin finalidad de lucro, institutos, activistas políticos y figuras públicas de la ciudad – ha pedido ayuda de Adalah, el Centro Legal para los Derechos de las Minorías Árabes en Israel, para pedir a la fiscalia general que se ponga en marcha una investigación sobre los responsables de hacer llamamientos y convocatorias para la expulsión de los residentes árabes de la ciudad. Tras los enfrentamientos de octubre, los anuncios se distribuyeron tanto en Internet como en los barrios judíos exigiendo que los residentes árabes salieran de la ciudad, fomentando que los judíos boicotearan las tiendas árabes y que tampoco se respetaran sus fiestas religiosas, históricas o cualquier evento. Adalah ha demandado a los responsables de la publicación de estas declaraciones para que sean investigados y procesados.
Sin embargo, el problema con el racismo en las ciudades mixtas de Israel es que no es simplemente un fenómeno de base que puede ser perpetrado a partir de investigar y procesar a sus responsables. La exclusión de los palestinos está dictada por la misma definición del Estado de Israel: una democracia sólo para los judíos. La exclusión, por lo tanto, no sólo es aceptable, sino que es fomentada, como parte de una política deliberada al más alto nivel. Como resultado de ello, los políticos expresan abiertamente sus ideas racistas, sin sanción alguna. Pongamos otro ejemplo reportado por Adalah. En octubre, el fiscal general de Israel se negó a descalificar el alcalde de Ramleh, Yoel Lavi, como candidato a la reelección a pesar de sus declaraciones pública racistas en contra de los ciudadanos árabes, que representan el veinte por ciento de su municipio. Adalah se ha sumado a las organizaciones locales no gubernamentales para demandar que se le impidió participar en las elecciones y que su partido político sea descalificado. Lavi, siendo alcalde, ha demostrado más de una vez sus ideas y acciones racistas en contra de los ciudadanos árabes de Ramleh. Entre muchas de sus declaraciones, nos encontramos con las siguientes: "Si los árabes quieren enfrentarse a mí en las cuestiones nacionalistas seré el primero en abrir fuego contra ellos. Cuento con mucha experiencia en mi vida. Cada vez que he abierto fuego en contra de los árabes he logrado permanecer en vida y ellos han muerto”. "Si los políticos judíos de Israel no son censurados por incitar al racismo, ¿por qué deberían preocuparse los ciudadanos de Acca por las consecuencias de sus acciones?”.
El racismo y la absoluta falta de coexistencia en las ciudades mixtas de Israel reflejan por lo tanto, el Apartheid del país en su conjunto y las relaciones de Israel con los palestinos en ambos lados de la línea de 1948/1967. Borrar la identidad y la historia palestina a partir de cambiar el paisaje geográfico, el creciente empobrecimiento de la población por las prácticas discriminatorias aplicadas por el estado, y alentar tanto a las grandes empresas como a los ciudadanos judíos para que amplíen el proceso de judaización y marginen aún más a la comunidad palestina, son las políticas aplicadas que afectan tanto a los palestinos de Hebrón como de Jerusalén, Jaffa y Acca.
El Premio Nóbel de la paz (o rompedor de la paz) y actual Presidente de Israel, Shimon Peres, está siempre dispuesto a permitir que el mundo sepa lo que está haciendo en pro de la paz. Hace falta mencionar que el nuevo Centro Shimon Peres por la Paz se ha construido en la ciudad palestina de Jaffa, delante del mar, expropiando tierras a sus residentes; por supuesto, en su página Web, no se menciona las múltiples manifestaciones que los palestinos han llevado a cabo en contra de su establecimiento ya que el centro se ha construido sobre parte del antiguo cementerio de Jaffa en el barrio Al Ajami.
Por eso, la próxima vez que escuchen un político israelí hablar de paz o coexistencia, recuerden la realidad detrás de la retórica, la fantasía de las palabras sobre la paz destinadas a distraer su ojo de la excavadora, de la violencia y las seis décadas y lo que queda por venir del Apartheid israelí.