Wim Wenders: "Nada de lo que está hecho sin amor sobrevivirá"

Entrevistamos al mítico realizador a propósito de su nueva cinta, 'Palermo Shooting'.El Festival de Cine de Oporto ha premiado tanto al director como a su nueva película


NEVA MÍCHEVA
Soitu



El nombre de Palermo viene del griego: 'Panhòrmos' significa literalmente "toda puerto". En una ciudad que lleva casi el mismo nombre, Oporto, el festival más importante de Portugal, Fantasporto acaba de otorgar un premio a la carrera al director Wim Wenders —autor de las célebres 'París, Texas', 'Hasta el fin del mundo' o 'Lisbon Story'— y el galardón del jurado de la sección 'Semana dos realizadores' a su última película, que transcurre precisamente por las calles de la capital siciliana.

El título, 'Palermo Shooting', se refiere a dos tipos de disparos —los de la cámara del fotógrafo Finn Gilbert (en el papel Campino, originario de Düsseldorf, como Wenders, y mejor conocido por su faceta de cantante del grupo Die Toten Hosen) y los del arco de Frank (Dennis Hopper, encarnando la mismísima Muerte bajo en nombre del personaje que lo hizo famoso como villano en 'Terciopelo azul' de David Lynch). Otra coincidencia más: la edición número 29 de 'Fantas' (como suelen llamarlo sus fieles) estaba dedicada al 40º aniversario de 'Easy Rider', la película de culto dirigida y protagonizada por Dennis Hopper en 1969.

En un pequeño bar a la orilla del Duero, Wim Wenders, afable como siempre y armado de la misma cámara que lleva Finn en 'Palermo Shooting', contesta a las preguntas de Soitu sobre esta película intensa, melódica y onírica, mucho más cercana a la visionaria 'Cielo sobre Berlín' que a la más reciente producción norteamericana del director.

PREGUNTA.– Hace un par de siglos un poeta italiano dijo: "La muerte se esconde en los relojes…". Su último filme se sitúa en Italia y está lleno de relojes y escaleras, símbolos bien legibles para todos. Lo que no es tan evidente es la razón de hacer exactamente de Dennis Hopper una Muerte sonriente, casi cariñosa...

RESPUESTA.– Dennis es un actor que sabe mucho de la muerte. La ha superado más veces de cualquier otra persona que yo conozca. Hace tiempo hicimos juntos 'El amigo americano' y él estaba de verdad al borde del suicidio, tanto, que tuve que decirle: "Oye, no quiero que te me mueras en el plató, así que espabila, por favor". Desde entonces él siempre se ha referido a 'El amigo americano' como a la película que le ha salvado la vida. Por eso he imaginado que, si de alguna forma yo he hecho algo para su vida, ahora sería bueno que él hiciera algo para "mi" Muerte. Además, eran demasiados años que Dennis interpretaba sólo personajes negativos, todos malos, prácticamente siempre el mismo villano desde Frank, aquel tipo profundamente perverso de 'Terciopelo azul'... Cuando pensé en poner la Muerte como personaje en 'Palermo Shooting', me pareció mejor representarla de la manera contraria a lo habitual: muy tierna, muy dulce. Y me acordé de Dennis, que es infinitamente tierno y dulce, a pesar de que nunca lo demuestre. Imaginé que para él iba a ser una excelente oportunidad personificar una Muerte que no tiene nada que ver con los clichés.

P.– 'Palermo Shooting' es una especie de duelo, un 'tiroteo' metafísico entre un fotógrafo y la Muerte. ¿Cuándo decidió dedicar el filme a Antonioni y a Bergman —entre cuyas obras más famosas están respectivamente 'Blow-Up', protagonizada por un fotógrafo, y 'El séptimo sello', protagonizada por la Muerte— antes o después de definir el guión?

R.– Estaba escribiendo la trama en el verano de 2007, ya estaba en Sicilia, de hecho exactamente en Gangi, el pueblo donde termina la historia, cuando —el penúltimo día de julio— Antonioni y Bergman se murieron. Yo ya estaba elaborando el personaje del fotógrafo y —claro está— en cuanto a fotógrafos en el cine, hay una película de referencia, 'Blow-Up'. Finn tenía que encontrarse con la Muerte y en ello también la película de referencia era indudable, 'El séptimo sello'. Yo conocía a los dos maestros muy bien y muy de cerca... Con Michelangelo había trabajado en 'Más allá de las nubes', mientras con Bergman coincidimos en la Academia Europea de Cine: él fue su primer presidente, mientras yo era el director e intentamos desarrollar la idea de esa organización. Enterarme de la muerte simultánea de Antonioni y Bergman fue un durísimo golpe, que me sacudió hondamente, pero de una manera extraña también me motivó todavía más en lo que estaba haciendo. Fue entonces cuando escribí la dedicatoria, un mes antes de rodar el filme.

P.– "Cuando trabajamos tan detenidamente sobre los detalles, nos olvidamos de qué iba todo", dice Flavia, la mujer en la historia, interpretada por Giovanna Mezzogiorno, mientras Dennis, la Muerte, está convencido: el miedo a vivir produce el miedo a morir. ¿Cuál es su percepción personal del 'todo' del que no tenemos que olvidarnos y de los miedos que nos mueven?

R.– Yo diría que en las palabras de Dennis está concentrada la esencia de la película. Estamos tan acobardados ante la vida, tan obsesionados por el futuro, que desatendemos el presente... Pero el que vive siempre en el futuro en algún momento no podrá no darse cuenta de que mientras tanto se le ha esfumado la vida. En realidad, es eso lo que le pasa a Finn: cuando encuentra a la Muerte, se da cuenta de no haber apreciado su vida. En cuanto a los pormenores y la totalidad... es algo que nos ocurre muy a menudo a los del cine, no, a los artistas en general: mientras estás persiguiendo una frase o una imagen, corres el riesgo de perder de vista el objetivo del todo. Lo mismo vale en la vida: estamos tan volcados en nuestras preocupaciones cotidianas, que descuidamos el sentido general.

P.– Que sería…

R.– Si supiera cuál es el sentido de la vida, se lo diría en seguida. Sin duda parte de eso sería vivirla completamente, no desaprovecharla... no sé cuál sea, pero buscarlo es una de las tareas más grandes en la vida. De todas formas, la película no es sobre el sentido de la vida, sino sobre la importancia de no perder la oportunidad de vivirla.

P.– Antes de la proyección dijo que ésta es su primera obra 'interactiva'. ¿A qué se refería?

R.– Ya he visto 'Palermo Shooting' con muchos públicos de América y de Europa y me he dado cuenta de que cada vez asisto a una película distinta, que depende completamente de la capacidad de la gente en la sala de dejarse influir. Si te dejas alcanzar, la película se transforma en una experiencia muy rica. Si rechazas su propuesta, parece un libro cerrado, impenetrable. Por eso la llamé 'interactiva': más de cualquier otra película que yo haya hecho o visto, ésta existe en el ojo de quien la está viendo, y le permite de penetrar muy adentro de sí mismo, si quiere. Si no, queda fría, misteriosa, un sistema cerrado.

P.– Usted ha transformado en protagonistas de sus filmes todas las ciudades en las que ha rodado: Hamburgo, Berlín, Lisboa, La Habana, San Francisco, Utah… ¿Por qué ahora Palermo y pronto, como ha mencionado, Tokio?

R.– Tokio es una historia nueva, todavía no puedo hablar de ella. Palermo es una de las ciudades que tiene una relación muy estrecha con la muerte. Al principio la escogí sólo porque la encontraba pintoresca, algo así como La Habana de Europa y sólo cuando ya estuve allí comprendí que era la única ciudad donde yo podía hacer mi película y di con ese increíble fresco que ni sabía que existía, pero resultó ser la ilustración de toda mi idea, pintada hacía 500 años. El fresco ejerció un tremendo influjo sobre el guión: las flechas que arroja Frank las saqué precisamente de allí, de allí vino también la profesión de Flavia —restauradora exactamente de ese 'Triunfo de la Muerte'—. Palermo coescribió la película de una forma maravillosa.

P.– Decía usted en una entrevista que creía en la vida después de la muerte, mientras en otra entrevista su amigo Bono de U2 afirmaba que ambos creían en los ángeles… ¿En qué más cree?

R.– Creo sólo en la fuerza del amor y que todo lo que se hace sin amor no merece la pena. Nada de lo que está hecho sin amor sobrevivirá. Y me refiero tanto a las películas o a las obras de arte, como a todo lo que el ser humano emprende.