Anton Corbijn: "'Control' es una historia de amor con música"


NANDO SALVÁ
El Periódico de Catalunya




–A diferencia de lo que sucede en muchos biopics sobre el mundo del rock, usted no ha enmarcado la historia de Ian Curtis alrededor de una colección de números musicales.

–No creo que Control sea un biopic, porque no es una película sobre Joy Division. Es la historia de un chico que resulta convertirse en cantante de esa banda, así que, inevitablemente, hay una parte de la película en la que Joy Division debe estar presente, pero el centro es exclusivamente Ian Curtis. un joven que perdió el rumbo y vivió un amor realmente dramático. Por eso integré los conciertos en su historia personal, y no lo contrario.

–¿Por qué cree usted que acabó suicidándose?

–Creo que el principal motivo fue su epilepsia. Sufría increíbles cambios de humor a causa de los efectos secundarios de las medicinas que tomaba. Además, no paraba de beber alcohol. Era consciente de que el grupo no podría contar con él para los conciertos, por el riesgo a que sufriera ataques sobre el escenario. Tampoco podía sostener a su bebé. Todo eso creció demasiado en el interior de su cabeza.

–¿Trató usted de dibujar paralelismos visuales entre el estilo interpretativo de Curtis sobre el escenario y su epilepsia?

–Sí, hay quien dice que sus movimientos en escena estaban basados en su epilepsia. No lo sé, nunca he visto a nadie de quien pudiera haberlos copiado. La importancia de mostrar a Joy División en la película también estaba en el hecho de que Ian se convertía en alguien totalmente diferente cuando estaba en el escenario, y era vital mostrar esa parte de su carácter.

–¿Por qué rodó Control en blanco y negro? ¿Quizá para ser fiel a su propio estilo fotográfico?

–Mi recuerdo de Joy Division es en blanco y negro. Si uno mira las fotografías y demás imágenes disponibles de la banda, un 99% de ellas son en blanco y negro. En los años 70 y principios de los 80, las revistas de música se imprimían a un solo color.

–¿Qué tuvo de rescatar de su experiencia personal para rememorar esa época?

–Cuando era joven era muy melancólico, en parte porque en los 70 la música tenía un significado muy distinto. La primera escena de la película, en la que Ian vuelve a casa con un disco bajo el brazo… ese soy yo. Estaba conectado con el mundo a través de los discos, de sus portadas. En la época del vinilo uno tenía sensaciones que no pueden percibirse con un cedé. Cómo el disco gira, cómo cruje al hacerlo. Es encantador, lleno de vida. Los cedés no están vivos.

–¿Es cierto que inicialmente rechazó hacer esta película por miedo a ser encasillado como alguien cuyo trabajo está siempre relacionado con la música?

-Insisto en que Control no es una película de música, sino una historia de amor que incluye algo de música. Del mismo modo, mi fotografía no es solo musical. Me siento insultado cuándo la gente me etiqueta como un fotógrafo del mundo del rock, porque eso define solo lo que se ve en la imagen, no cómo esa imagen fue tomada. Tengo retratos de Nelson Mandela, de Allen Ginsberg, de Miles Davis, de Bono, de Isabella Rossellini… No es solo fotografía musical.

–¿Es extraño para usted ser ahora reconocido mundialmente como cineasta, cuando ha estado dirigiendo vídeos musicales desde hace tiempo?

–Sí, pero los videoclips son casi como un pasatiempo, el cine es algo mucho más serio. Con las películas uno puede cambiar la percepción que la gente tiene de las cosas, lograr un impacto emocional. Solo recuerdo un video musical que me impactara de ese modo, y es Hurt, de Johnny Cash.