John Berger, de la A a la X

El montaje de Isabel Coixet sobre la obra puede verse en el centro Santa Mònica de la Rambla.El escritor, crítico y artista británico publica en España su última novela epistolar ‘De A para X’



JUAN VILLORO
El Periódico ed Catalunya




El pasado jueves, el nuevo Santa Mònica abrió sus puertas transformado por Isabel Coixet y Benedetta Tagliabue para homenajear, con el montaje From I to J al crítico, escritor, guionista y artista británico John Berger, que acaba de publicar en España (en castellano en Alfaguara y en catalán en Edicions de 1984) su último libro, De A para X. Con este motivo, Berger ha visitado esta semana Barcelona.

John Berger renovó la manera de entender las imágenes con la serie de televisión que condujo para la BBC: Ways of seeing (Modos de ver). En el primer programa, el escritor cortaba un lienzo con una navaja para desmontar los secretos de la pintura. Siguiendo las tesis de Benjamin sobre la reproducción industrial del arte, Berger se interesaba no solo en el contenido de una obra sino en sus repercusiones culturales al ser impresa en tarjetas postales, calendarios o manteles. El arte dejó de ser una pieza única y dio lugar a copias infinitas, no siempre fieles. ¿Qué relación guarda el matisse que vemos en un sello de correos con el original? Berger ha dedicado ensayos luminosos a responder esta pregunta.

LA OBRA

Nacido en 1926, en Londres, vive desde hace años en los Alpes franceses, donde ha contemplado la desaparición del campesinado europeo (tema al que dedicó una trilogía narrativa). Autor de un libro imprescindible sobre Picasso y guiones cinematográficos para Alain Tanner, en 1972 ganó el Booker por su novela G y donó la mitad a los Panteras Negras. Con los años, transitó hacia formas de resistencia comunitaria. De ahí su interés por el movimiento zapatista en Chiapas. En La forma de un bolsillo lanza esta misiva poética al subcomandante Marcos: «En todas partes una piedra toca otra piedra. Y aquí, en este suelo cruel, uno se acerca a la cosa más delicada: una manera de colocar una piedra sobre otra que irrefutablemente anuncia un acto humano, como distinto del azar natural. Y esto puede hacernos recordar que marcar un sitio con un hito de piedra era una manera de nombrar, y que probablemente fue uno de los primeros signos empleados por el hombre».

Las reflexiones de Berger rehúyen los lugares comunes del discurso político y buscan la lucidez de las metáforas. Es raro encontrar un texto suyo que responda a un solo impulso formal. Su obra de teatro El último retrato de Goya es una meditación sobre la pintura y sus ensayos sobre arte incluyen crónicas, parábolas, revelaciones oníricas. Un pintor de nuestro tiempo, su primera novela fue escrita en forma de diario y la más reciente, De A para X (Alfaguara / 1984), es una obra epistolar.

POR QUÉ ESCRIBIR

Lo primero que llama la atención es que el autor se sirva de una correspondencia. ¿Quién escribe cartas hoy en día? La respuesta tiene implicaciones políticas. De A para X trata de un preso (Xavier) a quien le escribe su mujer (A’ida). Solo se conservan las cartas de ella y algunos apuntes noticiosos que él anota al reverso de las hojas o en papeles sueltos. El arte epistolar que determinó Las heroidas, de Ovidio, Las relaciones peligrosas, de Laclos, y Pobres gentes, de Dostoievski, cayó en desuso en la era de Internet, pero recupera fuerza inusitada si uno de los corresponsales está preso. Es el caso de esta historia de amor y resistencia.

Condenado injustamente a dos cadenas perpetuas, Xavier recibe las cartas de una mujer dispuesta a negar la realidad con sus palabras. Ajena a la lamentación, A’ida describe el horror y lo trasciende como si se tratara de una impostura; planea su futuro junto a Xavier, vive con él en el espacio alterno de los textos; cuenta los sufrimientos de otra gente o de algún animal, pero silencia los suyos. Las respuestas de él se conocen por implicación. Sabemos que hace reír a A’ida con una carta sobre burros, pero ignoramos cómo transcurren sus jornadas.

Aida es farmacéutica. Este oficio le permite conocer las dolencias y los secretos de los otros, y ensayar remedios. El más inventivo son sus cartas, que recuerdan las antiguas gotas cordiales de los boticarios, destinadas a incidir en el corazón. En su goteo cordial, A’ida deja testimonio de los helicópteros que patrullan los cielos y los muros que segregan la tierra. En ese horizonte de polvo y brazos rotos, no hay mayor atrevimiento que la dicha.

A propósito de la pintura de Ferdinand Leger, Berger comentó que en una utopía no podría existir la ternura, pues se trata de un consuelo ante una carencia, y las utopías están bien abastecidas.

La ternura es una forma de la crítica: las caricias corrigen, mitigan, alivian algo dañado. La escritura de A’ida conforma una excepcional política de la ternura.
«Lo efímero no es lo contrario de lo eterno –comenta–: Lo opuesto de lo eterno es el olvido». Contra esa aniquilación escribe cartas.

EL LUGAR

La trama se ubica en la imaginaria ciudad de Suse, que el lector puede asociar con Palestina. El paisaje y el trasfondo conflictivo así lo sugieren. Sin embargo, algunos críticos ingleses han asociado el lugar con Centroamérica. La idea no es descabellada. De A para X puede transcurrir en cualquier frontera de la injusticia y el peligro.
A’ida celebra sus días con poderío sensorial y se rebela contra un entorno de discriminación: «Cuando me bañaba hoy en la regadera, me vino una idea: cada dolor resbala, en cierto punto, hacia la palabra NO, antes de continuar por su camino. Justo como todos los placeres resbalan hacia la palabra SÍ antes de continuar. A ti te digo SÍ; a la vida que estamos viviendo le digo NO».El resistente John Berger ha colocado otra piedra, un gesto sencillo y definitivo para nombrar el mundo.