En el verano de 2006, con la guerra de Irak en uno de sus picos más cruentos y los estadounidenses enzarzados en debates encendidos sobre las políticas de Bush, Neil Young invitó a sus viejos camaradas a salir juntos a la carretera con la iniciativa más comprometida y controvertida del supergrupo del rock’n’roll. Un documental dirigido por el propio Young, y recientemente editado en DVD, recupera esta historia
JAVIER MÁRQUEZ
Efe Eme
A mediados de 2006 Neil Young decidió que ya era suficiente. Se plantó en el estudio con su guitarra, sus Caballos Locos y un coro de cien voces gospel para grabar un álbum tan urgente como necesario. Sería su firme denuncia contra la administración Bush por todo lo que estaba haciendo al país y sus habitantes, desde la sangrante guerra en Irak a las restrictivas medidas antiterroristas. Grabó las nueve canciones del disco en tan solo seis días, y cuatro de ellas las escribió en el propio estudio el mismo día en que las grabó. Y en las nueve, George W. Bush fue la presencia constante, el hilo temático, el hombre acusado por el rockero, entre otras cosas, de mentir, espiar, desatar una guerra sin razón ni sentido y ejercer una nefasta administración del país.
Canadiense de nacimiento pero asentado en Estados Unidos desde los sesenta, Neil Young siempre ha sido uno de los rockeros más comprometidos con los problemas sociales y políticos de su entorno. Y en esas diversas cruzadas que ha afrontado, contra la guerra de Vietnam, las armas nucleares o en apoyo de las zonas rurales más pobres del país, el canadiense siempre ha contado con el inestimable apoyo de sus viejos colegas David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash.
La prensa musical los bautizó “el supergrupo”, mientras que algunos influyentes medios de derecha los tachaba sencillamente de alborotadores, traidores y otras lindezas que entraban ya en el puro ataque personal. Desde que grabaron su primer disco juntos en 1969, Crosby,?Stills,?Nash & Young se han venido reuniendo y separando varias veces a lo largo de las últimas décadas. Nunca nada traumático, cada cual tiene su propia carrera y cuando les apetece, vuelven a subirse juntos al escenario.
En este caso, cuando Young publicó su disco, pensó que la mejor manera de promocionarlo era invitando a sus viejos colegas a implicarse con él en este arriesgado proyecto: recorrer el país con una gira en la que la denuncia política fuera el principal objeto de la actuación. Los tres aceptaron encantados y entusiasmados.
El sonido básico de la banda se asienta en un toque clásico y puro de guitarras, tanto acústicas como eléctricas, para acompañar a un juego armónico de voces que ha creado escuela. Sin embargo, con tan evocadoras armonías no se dedican a hablar de la primavera y del olor de las flores, sino a reflejar los conflictos de la época y de los cambios que están teniendo lugar en cada momento.
En 1971 cantaron juntos “Ohio”, una ardiente denuncia del asesinato de cuatro jóvenes por parte de la Guardia Nacional durante una manifestación contra la guerra de Vietnam. Aquél fue solo uno de los muchos himnos combativos que el supergrupo habría de aportar a la generación de los setenta.
Treinta y cinco años después, el mundo seguía igual de disparatado, y jóvenes estadounidenses volvían a morir en una guerra estúpida y sin sentido por antojo de su presidente. Así que Crosby, Stills, Nash y Young volvieron a lanzarse a la carretera para protagonizar su iniciativa más comprometida y controvertida.
El nuevo disco de Neil Young, Living with war, iba a servir de base musical para vertebrar el resto del programa, y contarían con vídeos especialmente preparados con los que dar a conocer a los espectadores imágenes que no habían visto hasta el momento –centenares de ataúdes de soldados amontonados en los aviones– y otras que debían recordar –algunas declaraciones públicas del presidente Bush. Todo el espectáculo debía constituir una crítica contundente a la política exterior de EE UU y a su continua violación de los derechos humanos, así como a las medidas internas establecidas que atentaban contra los derechos básicos de los propios ciudadanos.
CRÓNICA DE LA EXPERIENCIA
Y para que la cosa no quedase en esos meses de conciertos, Neil?Young decidió poner en marcha un documental que él mismo dirigiría bajo su seudónimo habitual, Bernard Shakey. CSNY: Déjà vu live sigue a la banda por todo el país durante aquella gira que fue bautizada Freedom of speech 2006 (“Libertad de expresión”). Y como no había manera de valorar el evento sin tener en cuenta las reacciones del público asistente, Young fichó al reputado periodista político Michael Cerre para que se encargase de acercar al espectador de la película las reacciones de los fans ante las letras, así como la conexión del grupo con sus admiradores, todo ello con el trasfondo de la Guerra de Irak y Afganistán, y con los acontecimientos que rodearon a las elecciones de 2006 en Estados Unidos.
De este modo, la película acaba planteando acontecimientos del pasado y del presente, y en su narración se entremezclan temas interpretados durante la gira con material de archivo, metraje de noticias y opiniones, tanto positivas como negativas, del público asistente a los conciertos. “¡Ya sabéis, libertad de expresión!”, grita Graham Nash cuando parte del auditorio comienza a abuchear a la banda tras interpretar “Let’s impeach the President”, uno de los temas clave de esta gira.
Tras pasar por los cines españoles como un suspiro, sin apenas tiempo en cartel y aún menos promoción, CSNY: Déjà vu live ha cobrado nueva vida en el DVD editado en España por Avalon. Es una nueva oportunidad para poder disfrutar de un obra, presentada en los festivales de Sundance, Berlín y San Sebastián, en la que la música no es la gran protagonista, sino más bien los propios músicos, con su claro posicionamiento y toma de conciencia ante lo que sucede a su alrededor. Los cuatro amigos sienten la obligación como artistas de aprovechar su talento y su popularidad para remover los ánimos y las ideas del país para intentar cambiar la situación.
Las reacciones, como no podían ser de otra manera, son radicales en ambos sentidos: algunos aplauden a rabiar, otros abuchean y se marchan. Varios gritan a la cámara que han pagado su dinero para un concierto de rock, no para un mitin político, y como respuesta se exponen las opiniones de quienes estaban deseosos de que algún artista se solidarizase por fin con esa manera de pensar y sentir de buena parte del país para reflejarla en sus canciones.
Y canciones es lo que ofrece la banda sonora del documental, titulada igualmente CSNY: Déjà vu y lanzada por Warner, más o menos cuando se estrenó la película. Si bien son pocas las piezas que se escuchan al completo en el largometraje, el disco recoge hasta dieciséis cortes, desde algunas de las nuevas canciones de Young a clásicos del supergrupo como “Teach your children” o el “For what it's worth” que Young y Stills grabaron con Buffalo Springfield. Y, claro, tampoco falta la gran estrella de la gira, ese “Let's impeach the President” que se convirtió en el leit motiv y que miles corearon mientras otros tantos escuchaban de fondo mientras abandonaban malhumorados los estadios.
Canadiense de nacimiento pero asentado en Estados Unidos desde los sesenta, Neil Young siempre ha sido uno de los rockeros más comprometidos con los problemas sociales y políticos de su entorno. Y en esas diversas cruzadas que ha afrontado, contra la guerra de Vietnam, las armas nucleares o en apoyo de las zonas rurales más pobres del país, el canadiense siempre ha contado con el inestimable apoyo de sus viejos colegas David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash.
La prensa musical los bautizó “el supergrupo”, mientras que algunos influyentes medios de derecha los tachaba sencillamente de alborotadores, traidores y otras lindezas que entraban ya en el puro ataque personal. Desde que grabaron su primer disco juntos en 1969, Crosby,?Stills,?Nash & Young se han venido reuniendo y separando varias veces a lo largo de las últimas décadas. Nunca nada traumático, cada cual tiene su propia carrera y cuando les apetece, vuelven a subirse juntos al escenario.
En este caso, cuando Young publicó su disco, pensó que la mejor manera de promocionarlo era invitando a sus viejos colegas a implicarse con él en este arriesgado proyecto: recorrer el país con una gira en la que la denuncia política fuera el principal objeto de la actuación. Los tres aceptaron encantados y entusiasmados.
El sonido básico de la banda se asienta en un toque clásico y puro de guitarras, tanto acústicas como eléctricas, para acompañar a un juego armónico de voces que ha creado escuela. Sin embargo, con tan evocadoras armonías no se dedican a hablar de la primavera y del olor de las flores, sino a reflejar los conflictos de la época y de los cambios que están teniendo lugar en cada momento.
En 1971 cantaron juntos “Ohio”, una ardiente denuncia del asesinato de cuatro jóvenes por parte de la Guardia Nacional durante una manifestación contra la guerra de Vietnam. Aquél fue solo uno de los muchos himnos combativos que el supergrupo habría de aportar a la generación de los setenta.
Treinta y cinco años después, el mundo seguía igual de disparatado, y jóvenes estadounidenses volvían a morir en una guerra estúpida y sin sentido por antojo de su presidente. Así que Crosby, Stills, Nash y Young volvieron a lanzarse a la carretera para protagonizar su iniciativa más comprometida y controvertida.
El nuevo disco de Neil Young, Living with war, iba a servir de base musical para vertebrar el resto del programa, y contarían con vídeos especialmente preparados con los que dar a conocer a los espectadores imágenes que no habían visto hasta el momento –centenares de ataúdes de soldados amontonados en los aviones– y otras que debían recordar –algunas declaraciones públicas del presidente Bush. Todo el espectáculo debía constituir una crítica contundente a la política exterior de EE UU y a su continua violación de los derechos humanos, así como a las medidas internas establecidas que atentaban contra los derechos básicos de los propios ciudadanos.
CRÓNICA DE LA EXPERIENCIA
Y para que la cosa no quedase en esos meses de conciertos, Neil?Young decidió poner en marcha un documental que él mismo dirigiría bajo su seudónimo habitual, Bernard Shakey. CSNY: Déjà vu live sigue a la banda por todo el país durante aquella gira que fue bautizada Freedom of speech 2006 (“Libertad de expresión”). Y como no había manera de valorar el evento sin tener en cuenta las reacciones del público asistente, Young fichó al reputado periodista político Michael Cerre para que se encargase de acercar al espectador de la película las reacciones de los fans ante las letras, así como la conexión del grupo con sus admiradores, todo ello con el trasfondo de la Guerra de Irak y Afganistán, y con los acontecimientos que rodearon a las elecciones de 2006 en Estados Unidos.
De este modo, la película acaba planteando acontecimientos del pasado y del presente, y en su narración se entremezclan temas interpretados durante la gira con material de archivo, metraje de noticias y opiniones, tanto positivas como negativas, del público asistente a los conciertos. “¡Ya sabéis, libertad de expresión!”, grita Graham Nash cuando parte del auditorio comienza a abuchear a la banda tras interpretar “Let’s impeach the President”, uno de los temas clave de esta gira.
Tras pasar por los cines españoles como un suspiro, sin apenas tiempo en cartel y aún menos promoción, CSNY: Déjà vu live ha cobrado nueva vida en el DVD editado en España por Avalon. Es una nueva oportunidad para poder disfrutar de un obra, presentada en los festivales de Sundance, Berlín y San Sebastián, en la que la música no es la gran protagonista, sino más bien los propios músicos, con su claro posicionamiento y toma de conciencia ante lo que sucede a su alrededor. Los cuatro amigos sienten la obligación como artistas de aprovechar su talento y su popularidad para remover los ánimos y las ideas del país para intentar cambiar la situación.
Las reacciones, como no podían ser de otra manera, son radicales en ambos sentidos: algunos aplauden a rabiar, otros abuchean y se marchan. Varios gritan a la cámara que han pagado su dinero para un concierto de rock, no para un mitin político, y como respuesta se exponen las opiniones de quienes estaban deseosos de que algún artista se solidarizase por fin con esa manera de pensar y sentir de buena parte del país para reflejarla en sus canciones.
Y canciones es lo que ofrece la banda sonora del documental, titulada igualmente CSNY: Déjà vu y lanzada por Warner, más o menos cuando se estrenó la película. Si bien son pocas las piezas que se escuchan al completo en el largometraje, el disco recoge hasta dieciséis cortes, desde algunas de las nuevas canciones de Young a clásicos del supergrupo como “Teach your children” o el “For what it's worth” que Young y Stills grabaron con Buffalo Springfield. Y, claro, tampoco falta la gran estrella de la gira, ese “Let's impeach the President” que se convirtió en el leit motiv y que miles corearon mientras otros tantos escuchaban de fondo mientras abandonaban malhumorados los estadios.