El paisaje inquieto y apasionado de Dan Auerbach


ROGER ESTRADA
Ruta Norteamericana




Aunque por su música y su aspecto parezca alguien que el presente haya absorbido oeste yanqui de principios de los setenta, Dan Auerbach no tiene una visión anacrónica del tiempo que le ha tocado vivir. “Es genial que los chavales que juegan al Grand Theft Auto IV recorran las calles del videojuego al ritmo de una de nuestras canciones. Hoy en día, la MTV apenas pone videoclips y las emisoras de radio masivas sólo emiten música prefabricada, así que el sector del videojuego es un campo excelente para hacer llegar nuestras música al público”. Habla Auerbach de «Strange Times», el single que presentó en sociedad, primero vía descarga digital en marzo de 2008, el último disco de The Black Keys, el aclamado Attack & Release. Producido por Danger Mouse, fue sin duda el álbum (disco del mes en Ruta 248) que les ayudó definitivamente a desprenderse de los calificativos de banda de revisionismo blues o las harto cansinas comparaciones con otro dúo dinamizador del género, The White Stripes.

Tras ocho años de intenso trabajo y cinco discos para cuatro discográficas distintas (desde el anterior, Magic Potion, graban para Nonesuch), Dan Auerbach (voz y guitarra) y su compañero Patrick Carney (batería) decidieron tomarse un respiro y dedicarle tiempo a sus proyectos personales. Así, mientras Carney ha auspiciado a través de su sello y estudio Audio Eagle a nuevos grupos como Houseguest, Royal Bangs o Beaten Awake, Auerbach ha hecho lo propio con su estudio Akron Analog, diseñado por Mark Neill, responsable también de los Toe Rag de Londres o los Billy Zoom Studios de Los Ángeles. Entre sus paredes ha ayudado a alumbrar grabaciones de otros jóvenes entusiastas como Radio Moscow, Brimstone Howl, The Buffalo Killers, Hacienda o su protegida de diecinueve años Jessica Lea Mayfield quien, tras cantar en el último corte de Attack & Release, volvió a responder a la llamada de Auerbach cuando éste se guardó un hueco en la agenda de su estudio para grabar Keep It Hid (Nonesuch / Nuevos Medios). Es este un trabajo consanguíneo a Black Keys pero materializado con una mayor fluidez o libertad, rebajando la meticulosidad con que acometieron Auerbach y Carney su encuentro con Danger Mouse y que nos descubre otra perspectiva de un creador inquieto, ecléctico y tremendamente apasionado.

¿Qué factores han convergido para que Keep It Hid haya visto la luz?

En primer lugar, tener mi propio estudio ha sido un factor clave a la hora de poder hacer realidad este disco. Pero lo cierto es que, paralelamente a mi carrera con The Black Keys, he ido grabando mis propias canciones, sólo que de una forma más rudimentaria, menos profesional. Con todo, la fortuna ha querido que haya coincidido el asentamiento de Akron Analog con un momento en el que me siento especialmente seguro y satisfecho de mis habilidades como compositor y me he podido aventurar a dar vida en el estudio a unas canciones que sentía que necesitaban más instrumentación que la que Patrick y yo podíamos conferirles como dúo. Son canciones que, ya mientras las estaba escribiendo, sentía que sería genial poder tocarlas en directo con una potente banda respaldándome.

¿Y en qué medida el éxito de Attack & Release ha ayudado también a que hayas podido tomarte un respiro de la vorágine del grupo con este proyecto “en solitario”?

Bueno, no hay duda que nuestro último disco ha sido el punto álgido de un proceso de crecimiento gradual del que estamos muy satisfechos; pero más que el éxito en sí del disco, lo que ha propiciado este periodo de libertad individual ha sido que después de cuatro intensos años de trabajo incesante nos auto-exigimos unos meses de descanso para cuando termináramos la gira de Attack & release. Así que cuando finalmente me encontré ante la inmediata perspectiva de varios meses alejado del grupo no se me ocurrió otra cosa que encerrarme a grabar este disco. ¡Soy un adicto al trabajo! (risas). Me pareció que era el momento idóneo para hacerlo y tuve la suerte de poder contar con unos colaboradores muy especiales que me ayudaron a sacarlo adelante.

Háblame de estos inestimables cómplices…

Tengo que citar en primer lugar a Bob Cesare, un gran amigo que es mi mano derecha en Akron. Ha sido mi ingeniero en los discos que he producido para bandas locales como Radio Moscow o Buffalo Killers y se ofreció a colaborar en el disco tocando la batería y otros instrumentos con los que fuimos enriqueciendo cada canción. Aunque no haya contado con un productor externo para el disco, debo también mencionar la gran ayuda y el trabajo en las mezclas de Mark Neill, que compartía mi visión de una grabación analógica, a la antigua usanza, sin añadidos digitales. Mi tío Jim (James Quine, primo del mítico guitarrista Robert Quine, n.d.r.) también se pasó por el estudio; fue con él con quien aprendí a tocar la guitarra, tenía quince años y me enseñó «Single girl, married girl» de The Carter Family, así que le necesitaba bien cerca para esta aventura en solitario, quería contar con su buen gusto y su apoyo. Así que, como ves, fue una grabación entre amigos y muy familiar.

Y hablando de ambiente familiar, también ha participado en el disco tu propio padre; ¿cómo surgió esta colaboración?

Ha sido algo especial, sin duda. Y lo ha sido por la propia naturaleza de su colaboración: mi padre escribió varias letras y me las dio para que las musicara como me pareciera, sin reglas, adaptándolas según me pareciese. Y fue un proceso muy estimulante ver evolucionar sus letras desde el papel manuscrito hacia el formato final de canción y luego dejársela escuchar y observar su reacción. Verle emocionado en el estudio es algo que no tiene precio y es mi modesto agradecimiento a su apoyo constante desde que era un crío y él me animó a que me volcara en mi pasión por la música. He tenido suerte de crecer en una familia de músicos y en un hogar donde siempre estaban sonando discos; recuerdo a mis padres pinchando vinilos de The Beatles, Son House, Cab Calloway, Otis Redding y material por el estilo, algo que sin duda caló en mí como incipiente aficionado y futuro músico. De adolescente, en mi primer año de instituto, viajé a Misisipi con mi padre; acababa de descubrir a Junior Kimbrough y estaba obsesionado con conocerle, así que le convencí para que me llevara a su encuentro. Llegamos al viejo club de su propiedad en el que solía tocar cada domingo por la noche y, aunque desgraciadamente no coincidimos con él, tuvimos la oportunidad de disfrutar de otros músicos locales realmente increíbles. El Sur de Estados Unidos es algo fascinante y misterioso, como un mundo paralelo envuelto en una bruma fantasmagórica y habitado por seres muy peculiares. Esa fue la sensación que tuve de adolescente, quizá era demasiado impresionable (risas). Pero después de esa primera incursión, he regresado al Sur en distintas ocasiones, ya sea en viajes de placer y descubrimiento o de gira con Black Keys, y siempre me he reencontrado con esa sensación inicial. Hay algo muy atractivo en los sonidos que surgen de allí, y no hablo de la noción de música blues con la que uno puede estar familiarizado, sino con el concepto de música casera, de la crudeza rudimentaria de una sonoridad muy singular y específica de esa zona de EE UU.

En uno de estos viajes sí que tuviste la oportunidad de conocer a T-Model Ford, ¿verdad?

Después de la pequeña decepción de no haber conocido a Kimbrough, me propuse regresar de nuevo para dar con otro de mis bluesmen favorito, T-Model Ford. Aunque sólo tenía dieciocho años, y por lo tanto era menor de edad, mi padre me dijo que ya no estaba para semejante trajín, así que me fui solo a su encuentro. Di con él y me acogió en su casa, literalmente; dormí en el suelo de su destartalada casa unos días y tuve el placer de tocar con él allí mismo, ¡imagínatelo! Esas son experiencias que te marcan de por vida y no hay duda que cuando Patrick y yo empezamos el grupo quisimos en cierta manera reverenciar su legado. No sé, cuando Ford desaparezca un estilo de tocar la guitarra se irá con él…

Volvamos al presente y al futuro inmediato. En la gira de presentación de Keep It Hid tendrás a los chicos de Hacienda cubriéndote las espaldas; ¿te sientes algo extraño al no tener sólo a Patrick ahí detrás?

Son tantos años girándome para verle sólo a él sudando a la batería que en el primer ensayo que hice con Hacienda me sentía como acosado (risas). No, es broma; de hecho, ayer hicimos nuestro segundo ensayo y ya podemos tocar todo el disco de cabo a rabo, hemos conectado al instante y, para qué negarlo, es mucho más divertido cuando tienes a más gente a tu alrededor. Seguro que la gira es una fiesta, tenerlos conmigo en el escenario, con sus teclados, toda la percusión y demás instrumentos convertirá cada noche en una pequeña gran juerga. Me muero de ganas por echarme a la carretera con ellos.

Precisamente Hacienda es uno de los grupos a los que has producido en Akron Analog, junto a los que mencionabas al principio Radio Moscow o Buffalo Killers; ¿cómo crees que han mejorado o evolucionado tus dotes como productor al trabajar con otros artistas y cómo ha influido ello en Keep It Hid?

Sin duda he aprendido mucho trabajando con estas otras bandas. Por ejemplo, muchas de las armonías vocales que hice para Attack & Release pude hacerlas porque con anterioridad había disfrutado viendo a Hacienda haciendo algo parecido en mi estudio con los chicos de Dr. Dog, a los que invitaron a la grabación. Aquella sesión conjunta fue algo mágico. Cuando grabé el disco de Jessica Lea Mayfield jugamos con ruiditos creando texturas que le añadían cuerpo y misterio a cada canción y eso es algo que también tenía en mente cuando nos juntamos con Brian (Burton, aka Danger Mouse, n.d.r.) para grabar nuestro último disco. Es genial poder ayudar a otros grupos a hacer realidad sus discos o a ponerles en contacto con discográficas, pero es un proceso de colaboración que nos enriquece mutuamente; ellos aprenden tanto de mi como yo de ellos.

Debe ser bonito ver la repercusión mediática que han conseguido Dr. Dog con su último disco, ¿verdad?

Me alegro un montón porque es una de las mejores bandas que tenemos en EEUU actualmente y su directo es increíble. Frank y Scott, el alto y el bajo de Dr. Dog, fueron los dos miembros que se pasaron por Akron a cantar con Hacienda; les había pasado su demo con anterioridad y cuando se enteraron que les iba a producir el disco se presentaron de inmediato a aportar su granito de arena. Como te decía antes, esa sesión es algo que no olvidaré jamás, fue la primera vez que veía a alguien trabajar armonías vocales al piano y me dejaron noqueado.

Y en este proceso de aprendizaje mutuo, ¿cómo fue el trabajo conjunto con Danger Mouse?

Brian es un tipo muy sencillo, nada pretencioso, así que la grabación de Attack & Release fue como una reunión entre amigos. Antes de empezar a trabajar nos dijo: “Mirad, me encanta vuestra música y por eso tengo ganas de entrar en el estudio, para veros en acción, quiero saber cómo lo hacéis”. Y lo decía en serio. Nosotros habíamos reservado el estudio para dos semanas de grabación y él no daba crédito, nos decía “Mirad, nunca he grabado un disco en sólo dos semanas, me muero por ver cómo lo logramos”. Y, efectivamente, lo hicimos en dos semanas y aún nos sobró tiempo para grabar temas extra (risas). Brian es otra de esas personas con las que hemos tenido la fortuna de colaborar a lo largo de nuestra carrera y que comparten nuestra misma visión apasionada de la música. La pasión y el aprendizaje son claves.

Antes te referías a Attack & Release como el punto álgido de un crecimiento paulatino; en este sentido, ¿cómo valoras el conjunto de la trayectoria de Black Keys desde los no tan lejanos tiempos de The Big Come Up, vuestro debut de 2002?

Ha sido, está siendo, un viaje increíble. Y nuestro crecimiento ha sido gradual y muy natural, sin dejarnos influir por presiones externas o alabanzas desmesuradas. Lo hemos hecho a nuestra manera, con un control artístico absoluto, y eso es algo bastante difícil hoy en día; no el hecho en sí de encontrar discográficas que no interfieran en el diseño de la portada o las canciones a incluir en el disco, sino el hacerlo y tener éxito. Me siento bendecido y agradecido por el apoyo del público, al tiempo que orgulloso de mi mismo y del trabajo duro con Patrick. Miro a mi alrededor y me entristezco al ver a bandas geniales que han tenido la desgracia de caer en las trampas de este negocio, absorbidas por una discográfica que les ha llenado el cerebro con promesas y luego se ha desprendido de ellas sin miramientos.