Irak abre la subasta petrolera del siglo

La tercera mayor reserva de crudo del mundo sale a la venta. Casi 70 multinacionales pujan por el ‘oro negro’ de un país en ruinas

PERE RUSIÑOL
Público




Irak ha abierto la mayor subasta petrolera del siglo y probablemente de la historia. Seis años después de la invasión estadounidense y con el país aún devastado y siempre al borde de la guerra civil, el Gobierno iraquí ofrece acceso casi total a las terceras reservas mundiales de crudo. Los expertos temen que el proceso reabra una espiral de violencia y auguran el premio gordo para los gigantes chinos por encima de las grandes multinacionales occidentales.

Casi 70 compañías -entre ellas Repsol, sin apenas posibilidades- optan a un maná de ensueño. Su importancia aumenta más si cabe en la medida en que los pozos actuales en el mundo empiezan a agotarse -el peak oil o reducción de la producción global se prevé para 2012- y descubrir nuevos yacimientos importantes se ve ya como una quimera. Y de repente, Irak coloca en el mercado sus gigantescas reservas de 115.000 millones de barriles.

La subasta de los seis pozos más importantes (Bay Hasan y Kirkuk, al norte, Maysan Fields, al este, y West Qurna, Rumalia y Zubair, al sur) es inminente. El Ministerio del Petróleo cerró el pliego definitivo hace apenas una semana y la recepción de ofertas concluye el 30 de junio. En julio se habrán adjudicado los seis, que suman casi 30.000 millones de barriles, más que todas las reservas existentes en EEUU. Para diciembre está prevista la subasta de otros 11 pozos.

Varios expertos consultados explican que el proceso se ha precipitado por dos razones: la primera, porque la caída del precio del petróleo -en un año ha pasado de 150 a 50 dólares el barril- estrangula las precarias finanzas iraquíes, cuyos ingresos proceden en un 91% de la maltrecha industria petrolera, que funciona muy por debajo de sus posibilidades: produce oficialmente 2.200 millones de barriles al día -aunque en la práctica, menos- pese a que tendría capacidad de llegar a los 6.000. La segunda razón es la seguridad. El Gobierno iraquí quiere aprovechar el supuesto éxito de la surge (el aumento de efectivos militares) y cerrar las adjudicaciones antes de la retirada del grueso de las tropas estadounidenses, previstas para junio de 2010. Los interrogantes que aguardan después dificultarían la puja.

"La seguridad de Irak no está consolidada. La situación es más bien de tregua precaria y la violencia puede estallar en cualquier momento porque nada se ha resuelto aún", advierte Edward Burke, investigador de Fride recién llegado del país. Y añade: "El reparto sin consenso del petróleo puede encender la mecha".

Los ingredientes más explosivos están ya colocados junto al fuego porque la subasta se hace sin que se hayan aprobado ni la Ley de Hidrocarburos ni una norma para compartir los beneficios del petróleo entre todas las comunidades. Lo exigía EEUU y lo aconsejaban todos los expertos, pero no se ha aprobado en seis años precisamente por las dificultades de alcanzar un pacto.

Pese a ello, el Gobierno ha tirado para adelante porque necesita dinero fresco. ¿Para los programas de reconstrucción o para rearmar sus milicias? La falta de una ley que dé transparencia al sector impide saberlo con seguridad.

La subasta está concebida para conseguir dinero en efectivo de inmediato: se ofrecen acuerdos muy beneficiosos para las multinacionales, que se quedan directamente con una parte sustancial de la producción de entre el 20% y el 40%. En la jerga del sector se conocen como Acuerdo de Producción Compartida (PSA, en inglés) y son infrecuentes porque casi todos los Estados logran mejores condiciones.

En Irak, el Gobierno le ha agregado sin embargo una tasa previa que le permitirá recaudar ahora millones de dólares. "Un auténtico impuesto revolucionario para el que gane el contrato", matiza un ejecutivo de una multinacional. En el pliego final, Bagdad multiplicó por 60 las tasas previstas. En los borradores de mayo, pedía por los seis campos en juego un total de 2,6 millones de dólares. En el pliego definitivo exige 164 millones.

Alta corrupción

Sin ley aprobada y con la altísima corrupción -según Transparencia Internacional, Irak es el tercer país con mayor corrupción del mundo-, es muy probable que el dinero beneficie sólo a la camarilla del núcleo de poder chií y abra una nueva espiral de violencia. "Si los ciudadanos sintieran que el petróleo se maneja de forma corrupta y en favor de un grupo, se exacerbaría la frustración y podría impulsar más violencia", subraya Patrick Heller, analista del Revenue
Watch Institute.

Dentro del campo chií, el poderoso sector radical de Muqtada al Sadr se opone radicalmente a la fórmula elegida al considerar que las multinacionales podrán saquear el gran tesoro iraquí sin que beneficie a la gente. Y los suníes, la minoría que durante el largo reinado de Sadam Hussein dirigió el negocio petrolero, saben que sin ley quedarán excluidos del reparto: en las zonas donde son mayoría, no hay apenas yacimientos.

El tercer elemento de conflicto es el kurdo, que mantiene desde hace años un pulso con Bagdad para explotar sus propios yacimientos. Ante el bloqueo de la ley, el Gobierno regional ha firmado sus propios contratos con 25 empresas extranjeras, que Bagdad considera ilegales.

Cualquier compañía con acuerdos con el norte kurdo pasa a integrar la lista negra de Bagdad, que le cierra el paso para el resto del país. Bagdad ha acreditado a 44 empresas para la subasta, entre ellas todas las grandes multinacionales (ver recuadro). El Gobierno regional kurdo acaba de lanzar un ultimátum: amaga con la secesión si no se regula definitivamente el sector y se llega a un acuerdo global que beneficie a todos.

Por si fuera poco, Bagdad ha incluido el pozo gigante de Kirkuk -una ciudad que los kurdos consideran propia pero que está bajo el dominio de Bagdad- en la primera ronda de subasta. Kirkuk es la joya de la corona petrolera en el norte y el Gobierno central promueve una asociación entre la holandesa Shell y la china CNPC para explotarla.

Repsol sin posibilidades

En estas condiciones de gran incertidumbre y volatilidad, los gigantes chinos aparecen como los mejor colocados. "Sin ley ni garantía de seguridad es muy difícil que las compañías occidentales asuman tantos riesgos", opina Joost Hiltermann, experto del International Crisis Group.

De hecho, CNPC ya obtuvo en diciembre el primer contrato a una compañía extranjera en Irak en más de 40 años, sin ni siquiera subasta: la gestión del pozo de Ahbad, en el centro. Podría verse como una prueba y los riesgos han aparecido de inmediato: ya ha habido varios ataques armados e intentos de atentado. Pero las petroleras chinas, que se han extendido en un entorno tan adverso y difícil como África, parecen dispuestas a aceptar los riesgos.

Repsol se ha apuntado al proceso, pero casi como espectador. Sabe que apenas tiene posibilidades y su principal objetivo -la refinería de Nasiriyah, fuera de la gran subasta- tiene un concurso hecho a la medida de la italiana ENI.

EEUU y Canadá han repartido sus apuestas entre Bagdad y el proocidental Kurdistán, adonde dirigen cada vez más su mirada. Ahí está al fin y al cabo Hunt Oil, la compañía tejana dirigida por íntimos de Bush y gran financiador de su campaña, que ya tiene asignado uno de los yacimientos con más potencial del norte del país.