"Last exit to Happyland", Gurf Morlix (2009)


KEPA ARBIZU
Lumpen




Gurf Morlix pertenece a ese grupo de músicos conocidos, y alabados, por sus compañeros de trabajo pero desconocidos para el público ya que buena parte de su carrera ha transcurrido en un segundo plano al servicio de los demás.

El neoyorquino ha colaborado, ya sea en forma de instrumentista o de productor, con un sinfín de músicos de todos los estilos. Entre sus trabajos destacan los realizados con Jerry Lee Lewis, Jim Lauderdale, Mary Gauthier, Buddy Miller y sobre todo formar parte de la banda de Lucinda Williams, donde tuvo un papel considerable en uno de los discos más importantes de los 90, “Car wheels on a gravel road”, que aparte de sus calidad, es una de las obras claves para entender el florecimiento actual que sufre el country rock.

Todo este currículum no ha sido suficiente para conseguir que sus discos individuales consigan despegar y tener el éxito que merecen. Desde el año dos mil lleva dedicándose a sacar sus propios trabajos, y no ha sido hasta el “Cut n shoot”, 2004, cuando ha empezado a hacer algo de ruido mediático y a tener un leve reconocimiento.

Su estilo se inició dentro de unos parámetros ortodoxos del country. Con el paso del tiempo, ha ido dándole una forma más personal, incluyendo muchos matices del rock y del blues, y sobre todo buscando su propia manera de cantar, ya que su pericia con la guitarra y otros instrumentos venían avalados por su longeva carrera. Su voz, hoy por hoy, suena rugosa, personal y el lado sombrío que tiene su música se refleja perfectamente en ella. Si hubiera que marcar un punto concreto en el que se vislumbró su identidad, sería en su anterior disco, (si obviamos un instrumental editado entre ambos) “Diamonds to dust”, que en cierta medida, sirve como predecesor del actual.

Para “Last exit to happyland”, su nuevo trabajo, ha querido demostrar,y dejar claro, que ésta es una realización propia, así que, no hay mejor manera que hacerse cargo de todo (escribir las canciones, tocar todos los instrumentos y producir) salvo de las percusiones que corren a cargo de Rik Richards. Para bien o para mal, desea ser el único responsable del resultado final.

Es inevitable, para entender sus canciones, no mencionar a artistas de su quinta, que al igual que él, siguen en un estado óptimo musical. El Guy Clark contemporáneo, el de “Workbech songs”, y Steve Earle, por ejemplo, son dos referentes ineludibles. Así queda demostrado en “One more second” y “Crossroads”, (un homenaje a aquel viejo bluesman llamado Robert Johnson que decidió vender su alma para tocar blues como el mismísimo diablo), construidas con un ritmo de guitarra sobrio pero contundente y una voz rasgada y personal como no se le conocía hasta ahora.

“Walkin’ to New Orleans” y “Drums from New Orleans”, en ésta los coros los realiza Ruthie Foster, son dos canciones dedicadas a esa zona de los Estados Unidos, la segunda desde un perspectiva más personal y la otra con el tema Katrina en la memoria. Aquí se acerca sigilosamente a un sonido más pantanoso, como no podía ser menos con esas referencias en los títulos, cercano al de Tony Joe White o Dr John.

En contrapeso a este sonido tan desgarrado aparece la colaboración de Patty Griffin, que con su aportación, convierte “She’s a river” y “I got nothin’”, en dos temas más melódicos. La mezcla de tonos a la hora de cantar, como si de bella y bestia se tratara, tienen un fantástico resultado.

En medio de todo esto aparece la “springsteeniana”, más en el fondo que en la forma, “Hard road” y la triste “Voice of midnight”, donde colabora, esta vez levemente, Patty Griffin, que sirve como despedida al disco y como homenaje a los amigos desaparecidos.

Gurf Morlix sigue defendiendo paso a paso, disco a disco, el derecho a ser considerado una voz importante dentro del country rock que se realiza actualmente. Todo lo que ha aprendido acompañando a otros músicos, lo pone al servicio de darle consistencia y calidad a su carrera en solitario, como queda demostrado en este fantástico “Last exit to happyland”.