El ‘sheriff’ se hartó. Dijo que no pensaba ejecutar más órdenes de desahucio que afectaban a pobre gente. Thomas Dart se ha enfrentado a los bancos y se ha convertido en un héroe en EE UU, una especie de nuevo Robin Hood
YOLANDA MONGE
El País
El sheriff llamó a la puerta. Le abrió un hombre joven, de treinta y tantos años, con un bebé de seis meses en pañales en cada brazo. Agarrado a su pierna, con cara de susto, se aferraba otro hijo de cinco años. Unos pasos más atrás, sorprendidos y con un bocado de cena todavía en la boca, habían acudido a la inesperada llamada a la puerta un cuarto hijo de 11 años y la esposa y madre de los anteriores. Tenían el tiempo justo para recoger sus pertenencias y salir de la casa. Eso era lo que el sheriff había ido a decirles. Eso era lo que el sheriff debía hacer: ejecutar el desahucio. Pero el sheriff dijo no. Se acabó.
El sheriff Thomas Dart, del condado de Cook, en Illinois (Estados Unidos), se negó a llevar a cabo más desahucios de "inocentes" a los que el banco no había notificado con tiempo o a quienes, sencillamente, el casero engañaba y, mientras no pagaba su préstamo, seguía cobrando la renta del inquilino, que ahora sufría las culpas ajenas.
El índice de desahucios en el área metropolitana de Chicago -Condado de Cook, que, con cinco millones de habitantes, es el segundo más grande del país- había permanecido casi estable durante 10 años. Pero a partir de 2006 el número comenzó a crecer y pasó de cerca de 19.000 en ese año a más de 32.000 en 2008. La proyección para éste superará con creces los 43.000. Todo por culpa de la crisis de las hipotecas subprime y una crisis económica no vivida desde la Gran Depresión de los años treinta.
Dart desafió a los tribunales y enfadó a los banqueros, que le acusaron de no hacer su trabajo y le amenazaron con llevarle ante un juez. Pero el sheriff insistió en su declarada moratoria y sobre su mesa comenzaron a amontonarse los cientos de desahucios que la ley exigía ejecutar. "Nadie puede hacerse una idea de lo sorprendida que se queda una familia cuando una noche cualquiera está en su sala de estar viendo tranquilamente la televisión y de repente llaman a la puerta; creen que es un vecino, pero se encuentran conmigo y seis tipos de uniforme negro que les notifican que tienen que dejar su casa", explicó Dart el pasado noviembre a los medios de comunicación, a los que les faltó tiempo para calificarle como un moderno Robin Hood que ayudaba a los más desfavorecidos.
Su actuación ha provocado que la revista Time le incluya en su lista de las 100 personas más influyentes del año pasado. Su nombre se encuentra dentro de la sección Líderes y revolucionarios, junto al del primer ministro de Irak, Nuri al Maliki; la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente estadounidense, Barack Obama. Cuentan en Time que cuando le llamaron para notificarle el nombramiento hace unos días, Dart, de 46 años, estaba en casa cuidando de sus cuatro hijos y su mujer, en cama, de baja médica, haciendo reposo por el embarazo de su quinto hijo.
"Es un honor", dijo un humilde Dart. "Pero sobre todo es algo muy importante para la oficina del sheriff, ya que valora todo el duro trabajo que mis agentes han llevado a cabo y la cantidad de horas que les han robado a sus familias para poder dedicarse a esto".
Dice el 'sheriff' Dart que cada día se hizo más difícil cumplir con su trabajo. Cada vez era peor. Más duro. Siempre había niños pequeños por medio, siempre había madres solteras que se estaban dejando la piel para salir adelante y que, de repente, se veían sin un techo. Niños sentados en las aceras en plenas noches de invierno. Familias con todas sus pertenencias en medio de la calle rogando que no se las robaran mientras buscaban un medio de transporte que les llevara al albergue más cercano. Mujeres que cargaban a sus pequeños en brazos y que metían apresuradamente un par de pijamas y pañales en el bolso para aventurarse carretera abajo sin atreverse a mirar atrás. "Gente inocente", subraya Dart.
"Mi conciencia no me permitía seguir participando en algo tan injusto". Estamos hablando de gente cuyo alquiler se comía casi todo su salario y a la que no le quedaba casi ni un centavo para comida y gastos, mientras el propietario del inmueble hacía meses que no cumplía con sus obligaciones bancarias y no pagaba la hipoteca. Gente que de un día para otro acababa en la calle cuando había pagado todas y cada una de sus facturas. También gente que, por la crisis, era incapaz de hacer frente a las deudas y a la que no se le concedía ni un mínimo plazo para adaptarse a la nueva situación. "Decidimos que no íbamos a seguir formando parte de algo tan injusto", insiste visiblemente enfadado Dart.
le escucharon. Bien porque los medios de comunicación han estado haciendo mucho ruido, bien porque alguien consideró que era lo que había que hacer. Los tribunales estuvieron de acuerdo en diseñar un plan que diera a los ocupantes de las casas susceptibles de desahucios un tiempo razonable para que pudieran buscar un alojamiento decente. Para que familias enteras no acabasen en albergues donde las condiciones de vida son espartanas y a veces se ven obligadas a separarse, pues en algunos centros no se aceptan adolescentes por temor a conductas violentas.
"Los desahucios se hicieron conocidos porque de repente llegaron en aluvión. Hasta ese momento siempre habían sido un problema de otro", explica. "Pero de la noche a la mañana se convirtieron en un problema de todos y en todo el país".
Dart testificó el pasado noviembre ante el Congreso de Estados Unidos dentro de unas comparecencias que trataban de arrojar luz sobre la grave crisis económica. Su intención, según sus palabras, era "poner cara al conflicto" que estaba arruinando la vida de miles y miles de personas. "El caos financiero del que hablaban los senadores, la crisis de la industria bancaria que denunciaban los periódicos, tenía una traducción concreta. Ese caos se estaba trasladando a las calles de una manera que nunca antes se había vivido".
El periódico 'Chicago Tribune' dijo de él que era un "hombre con ambiciones políticas". Desde su salto mediático a la escena nacional mucho se ha especulado sobre sus intenciones de entrar en el firmamento de las estrellas políticas con sueños de elevarse, incluso, hasta la Casa Blanca. Él sonríe y declina con humildad que esa posibilidad esté cercana. "No veo la vida de esa manera. Lo importante para mí es poder hacer algo que cambie las cosas, esté donde esté. Soy feliz con lo que hago ahora".
Sea evitar desahucios injustos o denunciar casos de prostitución, el sheriff Dart no baja la guardia. "Nos impactó ver cómo un espacio como la web Craiglist, que llega a tanta gente educada e informada, se usaba para un fin tan terrible como el abuso de mujeres". El caso contra Craiglist está en los tribunales. Mientras tanto, Dart ha lanzado un "equipo de intervención" que ofrece consejo, asistencia financiera y cobijo a las prostitutas para que puedan romper la espiral que las mantiene en las calles.
Como él mismo dice, la oficina del sheriff estaba siendo infrautilizada. Eso ya no sucede. Al menos en el condado de Cook.
El sheriff Thomas Dart, del condado de Cook, en Illinois (Estados Unidos), se negó a llevar a cabo más desahucios de "inocentes" a los que el banco no había notificado con tiempo o a quienes, sencillamente, el casero engañaba y, mientras no pagaba su préstamo, seguía cobrando la renta del inquilino, que ahora sufría las culpas ajenas.
El índice de desahucios en el área metropolitana de Chicago -Condado de Cook, que, con cinco millones de habitantes, es el segundo más grande del país- había permanecido casi estable durante 10 años. Pero a partir de 2006 el número comenzó a crecer y pasó de cerca de 19.000 en ese año a más de 32.000 en 2008. La proyección para éste superará con creces los 43.000. Todo por culpa de la crisis de las hipotecas subprime y una crisis económica no vivida desde la Gran Depresión de los años treinta.
Dart desafió a los tribunales y enfadó a los banqueros, que le acusaron de no hacer su trabajo y le amenazaron con llevarle ante un juez. Pero el sheriff insistió en su declarada moratoria y sobre su mesa comenzaron a amontonarse los cientos de desahucios que la ley exigía ejecutar. "Nadie puede hacerse una idea de lo sorprendida que se queda una familia cuando una noche cualquiera está en su sala de estar viendo tranquilamente la televisión y de repente llaman a la puerta; creen que es un vecino, pero se encuentran conmigo y seis tipos de uniforme negro que les notifican que tienen que dejar su casa", explicó Dart el pasado noviembre a los medios de comunicación, a los que les faltó tiempo para calificarle como un moderno Robin Hood que ayudaba a los más desfavorecidos.
Su actuación ha provocado que la revista Time le incluya en su lista de las 100 personas más influyentes del año pasado. Su nombre se encuentra dentro de la sección Líderes y revolucionarios, junto al del primer ministro de Irak, Nuri al Maliki; la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente estadounidense, Barack Obama. Cuentan en Time que cuando le llamaron para notificarle el nombramiento hace unos días, Dart, de 46 años, estaba en casa cuidando de sus cuatro hijos y su mujer, en cama, de baja médica, haciendo reposo por el embarazo de su quinto hijo.
"Es un honor", dijo un humilde Dart. "Pero sobre todo es algo muy importante para la oficina del sheriff, ya que valora todo el duro trabajo que mis agentes han llevado a cabo y la cantidad de horas que les han robado a sus familias para poder dedicarse a esto".
Dice el 'sheriff' Dart que cada día se hizo más difícil cumplir con su trabajo. Cada vez era peor. Más duro. Siempre había niños pequeños por medio, siempre había madres solteras que se estaban dejando la piel para salir adelante y que, de repente, se veían sin un techo. Niños sentados en las aceras en plenas noches de invierno. Familias con todas sus pertenencias en medio de la calle rogando que no se las robaran mientras buscaban un medio de transporte que les llevara al albergue más cercano. Mujeres que cargaban a sus pequeños en brazos y que metían apresuradamente un par de pijamas y pañales en el bolso para aventurarse carretera abajo sin atreverse a mirar atrás. "Gente inocente", subraya Dart.
"Mi conciencia no me permitía seguir participando en algo tan injusto". Estamos hablando de gente cuyo alquiler se comía casi todo su salario y a la que no le quedaba casi ni un centavo para comida y gastos, mientras el propietario del inmueble hacía meses que no cumplía con sus obligaciones bancarias y no pagaba la hipoteca. Gente que de un día para otro acababa en la calle cuando había pagado todas y cada una de sus facturas. También gente que, por la crisis, era incapaz de hacer frente a las deudas y a la que no se le concedía ni un mínimo plazo para adaptarse a la nueva situación. "Decidimos que no íbamos a seguir formando parte de algo tan injusto", insiste visiblemente enfadado Dart.
le escucharon. Bien porque los medios de comunicación han estado haciendo mucho ruido, bien porque alguien consideró que era lo que había que hacer. Los tribunales estuvieron de acuerdo en diseñar un plan que diera a los ocupantes de las casas susceptibles de desahucios un tiempo razonable para que pudieran buscar un alojamiento decente. Para que familias enteras no acabasen en albergues donde las condiciones de vida son espartanas y a veces se ven obligadas a separarse, pues en algunos centros no se aceptan adolescentes por temor a conductas violentas.
"Los desahucios se hicieron conocidos porque de repente llegaron en aluvión. Hasta ese momento siempre habían sido un problema de otro", explica. "Pero de la noche a la mañana se convirtieron en un problema de todos y en todo el país".
Dart testificó el pasado noviembre ante el Congreso de Estados Unidos dentro de unas comparecencias que trataban de arrojar luz sobre la grave crisis económica. Su intención, según sus palabras, era "poner cara al conflicto" que estaba arruinando la vida de miles y miles de personas. "El caos financiero del que hablaban los senadores, la crisis de la industria bancaria que denunciaban los periódicos, tenía una traducción concreta. Ese caos se estaba trasladando a las calles de una manera que nunca antes se había vivido".
El periódico 'Chicago Tribune' dijo de él que era un "hombre con ambiciones políticas". Desde su salto mediático a la escena nacional mucho se ha especulado sobre sus intenciones de entrar en el firmamento de las estrellas políticas con sueños de elevarse, incluso, hasta la Casa Blanca. Él sonríe y declina con humildad que esa posibilidad esté cercana. "No veo la vida de esa manera. Lo importante para mí es poder hacer algo que cambie las cosas, esté donde esté. Soy feliz con lo que hago ahora".
Sea evitar desahucios injustos o denunciar casos de prostitución, el sheriff Dart no baja la guardia. "Nos impactó ver cómo un espacio como la web Craiglist, que llega a tanta gente educada e informada, se usaba para un fin tan terrible como el abuso de mujeres". El caso contra Craiglist está en los tribunales. Mientras tanto, Dart ha lanzado un "equipo de intervención" que ofrece consejo, asistencia financiera y cobijo a las prostitutas para que puedan romper la espiral que las mantiene en las calles.
Como él mismo dice, la oficina del sheriff estaba siendo infrautilizada. Eso ya no sucede. Al menos en el condado de Cook.