IGNACIO REYO
Paisajes eléctricos magazine
Icono subterráneo, creador de proclamas generacionales, sociópata, existencialista antes que Punk, heroinómano y, finalmente, superviviente de los 70’s neoyorquinos volcándose en su primera vocación, la de escritor. Esa sería una sucinta descripción de Richard Hell, el personaje más lúcido, junto a John Lydon, de la corriente musical que surgió de las alcantarillas y terminó fagocitada por los dogmas y la industria discográfica.
Desde la publicación, a mediados de los noventa, de “Please Kill Me”, hagiografía del desespero, la mugre y el Punk Rock 70’s, se ha vivido todo un revival de aquella época. Los Ramones, desgraciadamente desaparecidos, han crecido invariablemente en el acervo popular, siendo utilizados como una imagen más que explotar por la moda callejera y juvenil; Rotten y compañía, tras su primera resurrección, siguen acudiendo fieles a su cita con el directo, ganando aquello que se les robó; las obscenas muñecas neoyorquinas protagonizan el mejor regreso posible, aún diezmados; de The Stooges, MC5 y demás luminarias no podemos decir lo mismo, pero ahí están, recordando décadas después de su explosiva aparición que la mecha aún no está tan mojada como para dejarla sin provecho. Casi todo aquel que haya podido subsanar alguna baja (humana o de carisma) y tenga la avaricia/valentía de subirse de nuevo a un escenario, sigue ahí, se llame Tom Verlaine, Patti Smith o Debbie Harry. Sólo hay un protagonista principal ajeno a todo este tránsito infernalmente necesario. El chico que se largó con su colega Tom a Florida y terminó perdido en tierra de nadie, por Alabama; que formó el germen y primer concepto de Television antes de hartarse de un cada vez más déspota Verlaine;el “solipsista” ser que creó los Heartbreakers con Nolan y Thunders; el desgarrado bajista y cantante que, finalmente, hizo historia con los Voidoids, grabando como ópera prima de larga duración , “uno de los asaltos más salvajes del rock& roll” (Lester Bangs dixit), “Black Generation”. Richard Hell.
Desde que dejara como principal actividad la música (algo que ha interrumpido en breves ocasiones) y la heroína, Hell se ha entregado al mundo literario. Lo cierto es que incluso siendo músico, ese bajista no especialmente bueno, y cantante desesperado en su hastío, ya era literatura (en su imagen, en sus poses, en su filosofía vital), solo que ahora, encima, la escribe y, sobre todo, la publica. Con dos novelas en el mercado, “Go Now” y “Godlike”, llenas de subversiva prosa, relatando las deterioradas relaciones humanas de sus personajes, Hell es ahora mismo alguien sin necesidad de recrear sus viejos mitos de juventud. No quiere hablar más del latrocinio de concepto que hicieron los Pistols con “Pretty Vacant”, auspiciados por Malcom McLaren, ni de que Bebe Buell no se atreviera a entrarle, o de su desastrosa y salpicada gira con The Clash en Inglaterra. Y así me lo da a entender en el primer mail que me responde. No más 70’s. Sin problema. Se puede charlar perfectamente de su obra literaria o el autor de “Les Fleurs du mal”. Es Richard Hell, y cualquier cosa que diga será interesante. Finalmente, cuando marco su número, el irónico hombre que me ha contestado por la red de redes, se transforma en alguien paciente, de tranquila charla, lúcido y amable. Y, aunque no entra en detalles sobre ciertos capítulos pretéritos que finalmente afrontará (para eso habrá que esperar a su autobiografía), sí que se le encuentra relativamente cómodo por su pasado, sin sentirse atrapado, como el amigo Carlito Brigante.
¿Cuándo te iniciaste en la escritura?
R- Pues empecé a escribir cuando me enseñaron el abecedario. (Risas).
Me refería a ser escritor, literato... (Risas)
R- Bueno, cuando decidí que quería ser un escritor profesional me mudé a Nueva York. Eso fue más o menos una semana después de cumplir los diecisiete, y al cabo de un par de años ya estaba publicando poemas aquí y allá. Después lo dejé un poco de lado cuando empecé a tocar. Digamos que renuncié a ser escritor y me centré en hacer canciones, y así fue durante todo el tiempo que pasé en el grupo, unos diez años, desde 1974 a 1984. Cuando dejé el grupo volví a escribir.
¿Cómo era la escena poética en Nueva York en los 70’s?
R- Estamos hablando más bien de finales de los sesenta, y había mucha actividad. Lo cierto es que nunca llegué a integrarme en ningún círculo concreto de escritores, porque iba por mi cuenta, pero era muy activo; impulsé mi propia revista, comencé a editar libros de otra gente... aunque, como te digo, nunca llegué a introducirme en ninguna corriente de las que había, ni me sentía influenciado por aquel movimiento de la poesía urbana de entonces. De hecho, en cierto sentido fue ese mismo movimiento lo que me hizo dejar la poesía. (Risas) Porque yo vivía al margen de las grandes editoriales, y tampoco estaba en los círculos universitarios que eran los que más solían apoyar a los escritores. Eran muy conservadores y aburridos. Así que había muchos escritores que se buscaban la vida, hacían fotocopias de sus obras y así se saltaban los cauces protocolarios por los que se suponía que debían dar a conocer sus textos. Eso sí que era excitante para mí, porque además la autoedición ha sido siempre algo muy habitual en la poesía. Por eso, cuando decidí que quería llegar a más gente me decanté por hacer que se movieran, en vez de sólo leer, y formamos una banda de rock, pero con ese espíritu de la poesía callejera, del hacerlo tú mismo, con tus propios medios.
No eres el único músico de aquella época que escribía. Tom Verlaine y Patti Smith también lo hacían. ¿Los consideras buenos poetas?
R- Tom Verlaine no era un poeta, él escribía básicamente letras de canciones. En cuanto a Patti, lo que escribió en sus primeros tiempos era genial, nadie lo hacía así, era única. Hablo de muy a principios de los setenta, con sus dos primeros libros. Era un material brillante, sensual y liberador. Ella y yo nos conocimos antes de que se metiese en la música.
¿Qué crees que admiraba Patti Smith de Arthur Rimbaud? Como poeta era excelente, de los mejores de la historia, pero su personalidad y forma de vivir…parecía todo lo contrario que Patti, muy negativo y odioso.
R- Bueno, en Patti acabó prevaleciendo su lado más hippie. Después de aquellos primeros años empezó a verse a sí misma como una especie de modelo para la gente, de modelo político, se convirtió en una idealista. Pero no era así al principio, porque cuando la conocí era muy provocativa... no quiero decir que fuese alguien negativo, pero sí que le gustaba la confrontación, el escándalo... no se me ocurre una palabra para definirla, quizá anarquista. Como te decía, eso fue muy al comienzo. Luego cambió, se dulcificó, y se convirtió en esa especie de líder político que es ahora. Así que entiendo tu pregunta, pero hay que entender que sí que hubo una época en la que la personalidad de Patti era más cercana a la de Rimbaud, más rebelde, más beligerante.
El paradigma de la literatura Rock siempre será Lester Bangs.
R- Era todo a lo que puede aspirar un crítico, y hablo de cualquier tipo de críticos. Toda su vida giró en torno a la música, y sus críticas eran ejemplos de sagacidad, de creatividad, de imaginación... hacía lo que hacía porque le gustaba de veras la música, no porque ser crítico le hiciera parecer más listo ante los demás; estaba en esto por él mismo, porque disfrutaba. Y eso le hacía a veces parecer un poco imbécil; incluso yo pensé más de una vez que era un imbécil, pero era porque se trataba de alguien muy honrado que sentía un respeto total por la música. Así que podía llegar a dar la sensación de estar un poco ido, pero fue tremendamente valioso para el mundillo. Él era todo lo que puedes desear de un crítico; le importaba más el tema sobre el que escribía que su propia persona. No buscaba aparentar, ni impresionar a la gente con su buen gusto, y eso es algo bastante poco habitual.
Hace poco le preguntaron a Lou Reed por Lester Bangs y dijo que no recordaba a ningún Lester Bangs, un detalle muy feo.
R- No me importa lo que diga Lou Reed. A mí me importa Lester Bangs, su persona, su mundo...
Has escrito poemas y novelas. ¿Qué diferencias encuentras?
R- Son dos cosas totalmente distintas, aunque en realidad yo no hago poesía. La poesía es muy importante para mí, leo mucho y la veo como la más elevada forma de escritura, pero no soy un poeta, soy un novelista. He escrito unos pocos poemas, y con mi escritura aspiro a alcanzar la claridad y la grandeza de la poesía, pero no puedo considerarme un poeta.
¿Qué opinas de la relación entre Rimbaud y Paul Verlaine? Lo digo por tu novela…
R- Sí, mi última novela, ‘Godlike’, está más o menos inspirada en ellos. Utilicé la relación entre ambos como punto de partida, aunque no pretendí que fuese una semblanza perfecta de Rimbaud o Verlaine, sólo me basé en la idea que tenía yo de esa relación. No sé cómo podría resumírtelo, pero digamos que eran dos escritores muy diferentes, dos personalidades muy diferentes. Lo que les unió, o lo que tuvieron en común durante algún tiempo, fue una cierta noción de lo que era interesante en la poesía, y de lo que importaba en la vida: básicamente emborracharse y andar con la cabeza perdida la mayor parte del tiempo. Entendían la poesía del otro, y tenían una consciencia mutua de lo bueno que eran como escritores, a pesar de escribir de forma muy distinta. La poesía de Verlaine era muy exquisita, muy bella, era sedosa y pacífica, como el sonido del piano y el violín, mientras que la de Rimbaud era ruidosa y muy visceral, tiraba mucho de argot. Técnicamente era perfecto, y no es que no fuese espiritual a su manera, pero era mucho más caótico. De todas formas, fueron los dos poetas más avanzados de su época, y eran los únicos capaces de apreciar la poesía del otro.
A Baudelaire se le puede considerar el maestro de ambos, y que fue el primero, en cierta medida, en tratar ciertos tabúes en la poesía en concreto, y la literatura en general.
R- No sé si fue el primero, porque la historia de la literatura es vastísima, y ha habido muchísimos escritores que han roto con ciertos tabúes, pero Baudelaire fue muy importante para mí, y casualmente también lo fue para Rimbaud. Rimbaud no habría existido como escritor sin Baudelaire, y él mismo lo admitió en más de una ocasión; Baudalaire fue su ídolo, su héroe. Así que podríamos decir que, además de ser un gran maestro, Baudelaire fue el primer poeta en describir la vida de las grandes ciudades, el primero que habló abiertamente sobre el consumo de drogas...
¿Te sientes cercano a alguien como Dennis Cooper? Escribes sobre cosas parecidas…
R- Respeto a Dennis Cooper, me gusta. Sin duda es uno de los novelistas más interesantes de hoy en día... pero me es difícil concretar qué cosas tenemos en común. Eso te corresponde decirlo a ti, más bien (Risas)
Tu primera novela, “Go now”, recibió críticas muy duras.
R- La verdad es que no me desagradó del todo la manera en que fue recibido aquel libro. Leí algunas críticas que me parecieron justas. No tuve la impresión de que se hicieran críticas intencionadamente negativas. Pero era un libro complicado, y ya lo sabía mientras lo estaba escribiendo. Es la historia de un yonqui escrita en primera persona; sus intentos por alejarse de las drogas, y el viaje que emprende a través de todo el país con una vieja novia a la que trata de reconquistar. Así que uno está metido dentro de la cabeza de este yonqui durante todo el libro, y era difícil conseguir que la historia no llegara a ser demasiado agobiante. A ese respecto, tenía claro que caminaba constantemente como escritor por el filo de la navaja, pero estaba empeñado en trasladarle a la gente la forma de pensar de ese yonqui, la visión que yo tenía de eso desde mi propia experiencia. Sé que mucha gente no quieren saber nada del tema, que es como una lectura especializada... Volviendo con tu pregunta, lo cierto es que no me molestaron las críticas. Creo que se escribieron algunas cosas interesantes sobre ‘Go now’.
¿Cuál es tu pensamiento actual sobre las drogas?
R- El problema con las drogas es que dejan de funcionar al cabo de muy poco tiempo. Te hablo de los narcóticos. Cuando comienzas a tomar drogas es algo emocionante, muy intenso, y crees que te son absolutamente beneficiosas; sin embargo, en cuanto te conviertes en adicto comienzan a ser una carga enorme y acaban arruinándote la vida. Se adueñan de toda tu existencia, te destrozan físicamente, y hacen que antepongas el drogarte a cualquier otra consideración vital. También afectan a tu personalidad, porque para seguir manteniendo una cierta reputación debes fingir que las sigues tomando porque quieres, porque te gusta, cuando la realidad es que sigues consumiendo porque, si no lo haces, te pones fatal. Si además eres alguien que, como yo, tienes que llevarlo todo al extremo, entonces se convierten en algo muy peligroso. A los extremistas les diría que intenten mantenerse lejos de las drogas, porque arrasarán sus vidas y probablemente se acaben matando... Pero así son las cosas; soy como soy y no puedo lamentarme por el tiempo que pasé enganchado a las drogas. Estaba en mi naturaleza. Soy lo que soy, y aquellas cosas positivas de mi vida, aquellas de las que estoy orgulloso no pueden separarse de esas otras que me han causado problemas.
¿Qué tienen tipos como Johnny Thunders para generar esa mitomanía del drogadicto glamoroso en la gente? Idealizar esa faceta suya, teniendo en cuenta que lo realmente importante es la música que hizo, me parece algo pueril...
R- Exacto. Es algo totalmente pueril. Hace mucho que dejé las drogas y hoy por hoy me dedico sólo a trabajar todo lo que puedo, pero de vez en cuando, si estoy en alguna presentación o en algún acto similar, se me siguen acercando yonquis que me hablan como si fuéramos algo así como hermanos sólo por el hecho de haber sido heroinómano. Lo cierto es que no siento que haya un vínculo especial entre ellos y yo por mi pasado como drogadicto, pero al mismo tiempo les profeso mucha compasión, porque sé lo dura que es esa vida. No te voy a decir que sienta desprecio por todos los que piensan que estar metido en las drogas es siempre divertido y glamouroso, porque los yonquis ya tienen suficientes problemas como para que encima venga alguien como yo a criticarlos, pero desde luego no me siento parte de esa especie de Hermandad de la Jeringuilla. En cuanto a Johnny Thunders, escribí una especie de ensayo sobre él cuando murió, que está en mi página Web... Me gustaba mucho Johnny, porque siempre me sentí muy cercano a él. La verdad es que tuvo una vida dura, pero siempre... No sé cómo expresarlo. Johnny no es, o no era alguien del que te compadecieras; se respetaba a sí mismo y tomó sus propias decisiones... No tengo mucho más que añadir a lo que escribí sobre él. ¿Lo has leído?
Sí.
R- Puedes citar lo que quieras de ese texto.
¿El gran cáncer del Punk fue su carácter autodestructivo?
R- Con el rock and roll siempre ha pasado igual. Básicamente, el rock and roll es autoindulgente, se trata de no crecer, y creo que eso es lo que más me gusta del rock, o del punk rock... y en el jazz también sucede. Los artistas hacen de esa filosofía su estilo de vida, aunque es física y mentalmente bastante peligrosa. (Risas).
Volviendo a “Go Now”,se dice que es autobiográfica.
R- No era exactamente autobiográfica pero, como te he comentado antes, intenté describir la vida de un yonqui, qué es lo que conlleva ser un yonqui, y era algo que yo conocía de primera mano; así que desde ese punto de vista sí que se puede decir que se trata de mi propia experiencia. Sin embargo, el personaje de la novela, sus mecanismos mentales, no eran como los míos, y las cosas que vive no son las mismas que viví yo. Todos los que aparecen en la novela son personajes imaginarios, aunque pudieran estar inspirados en gente que conocía. Es un recurso habitual de cualquier escritor. Uno escribe a partir de su propia experiencia, del mundo que conoce... Por eso no es un relato autobiográfico. Es más, ahora mismo estoy trabajando en mi próximo proyecto, que sí será una autobiografía.
Bueno, pues cuéntame un poco de su elaboración…
R- Llevo escritas unas ciento cincuenta páginas y ahora mismo estoy en la época en la que tenía veinte o veintiún años. Probablemente el libro termine trece o catorce años después de eso, ya en la treintena, a mediados de los 80s. Estoy intentando que sea una semblanza lo más precisa posible de mis experiencias y de todo lo que vi durante aquel tiempo, desde que nací hasta que cumplí los treinta y cinco.
¿Vas a escribir sobre tu etapa como músico junto a Television, los Heartbreakers y Voidoids?
R- Por supuesto...
¿Cómo la recuerdas?
R- El año que pasé en Television fue espantoso, porque se suponía que la banda era una sociedad entre Tom Verlaine y yo, pero en cuanto comenzamos a recibir algo de atención por parte de los medios Tom comenzó a hacerlo todo a su manera, por su cuenta. Se hizo con los mandos de la banda, y yo me sentí traicionado. Para mí fue horrible, porque los otros dos tipos que había en el grupo estaban a sus órdenes, así que no podía hacer nada al respecto. Había estado ahí desde el principio, había escrito letras y canciones, y me sentí absolutamente deprimido. Con los Heartbreakers fue diferente, fue muy divertido. Me caían bien todos los del grupo, pero el problema fue que en los Heartbreakers, donde estuve también más o menos un año, de hecho no llegué a grabar nada ni con ellos ni con Television…, el problema era que todo se reducía a tocar siempre el mismo tipo de canción con la misma estructura de rock and roll clásico. Y a mí me encantaba ese estilo, pero quería probar cosas nuevas. Ni se me ocurrió plantearles un cambio, porque Johnny (Thunders) y Jerry (Nolan) sólo sabían ir en esa dirección, así que después de estar un año con ellos supe que tenía que dejar la banda si quería hacer el tipo de música que de verdad me apetecía. Ahí nacieron Voidoids. Esa etapa fue muy gratificante, me llenaba, pero todo se estancó, dejamos de evolucionar, y en gran parte se debió a mi problema con las drogas. En cualquier caso, los Voidoids fueron una gran banda y estoy muy satisfecho con todo lo que conseguimos hacer... Ahora mismo estoy trabajando en un nuevo proyecto musical, y te estoy dando una primicia, porque aún no lo he comentado con ningún otro periodista. Apenas he empezado con ello, pero es algo que tenía muchas ganas de hacer desde hace tiempo. ¿Recuerdas mi segundo disco con Voidoids, ‘Destiny Street?´.
Claro.
R- Pues siempre lo odié. Para mí fue un fracaso. Me gusta el material, las canciones de ese álbum, pero no cómo lo grabamos, se quedó a medias. Metíamos como veinte guitarras en una misma canción, hacíamos experimentos extraños... por no hablar de las mezclas. Los músicos eran buenos, pero todo quedó enterrado bajo esa muralla de guitarras. Por eso siempre me dio rabia que se editara así, sobre todo porque, como te digo, muchas de esas canciones me encantan. Siempre deseé haberlo grabado de otra manera, y ahora, por fin, creo que eso va a hacerse realidad. Voy a hacer una nueva versión de aquel disco usando algunas de las grabaciones originales, aquellas partes que tocamos en las primeras tomas del proceso de grabación, cuando aún las canciones estaban mucho más limpias. Lo que llevo hecho hasta ahora suena realmente bien; me siento feliz. Creo que va a ser diez veces mejor que el disco original. Seguro que mucha gente piensa que es una idiotez volver sobre ese material, pero...
No es ninguna tontería. Si no quedaste contento en su día, ¿por qué no regrabarlo?
R- Exacto. ¡Eso es lo que quería oír! (Risas) Es que así es como me siento, y creo que cuando lo edite se verá que ha sido una buena idea... Pero, de todas formas, sé que habrá gente que me reproche el grabar material antiguo en vez de hacer cosas nuevas. Aunque me da igual. Para mí está siendo un placer y seguro que aquéllos que realmente están interesados en mi trabajo van a saber apreciarlo.
Es como esos poetas que escriben nuevas versiones de viejos poemas.
R- ¿Como cuáles?
Borges lo hizo alguna vez...
R- Es cierto. No me acordaba de eso. Sé que hizo versiones mejoradas de textos que había escrito años atrás... ¡Ésa es la idea!
Continúas viviendo en Nueva York. ¿Qué es lo que te sigue fascinando de la ciudad?
R- Nueva York tiene de todo, excepto montañas o naturaleza. Pero si dejamos lo de la naturaleza a un lado, en Nueva York puedes encontrar lo mejor de cada cosa; las mejores películas, la mejor música, las mejores galerías de arte... los mejores lavabos...
¿Los mejores lavabos?
(Risas) Sí. Todo lo mejor está en Nueva York. Repito, dejando al margen la naturaleza. Es estimulante, por eso me gusta...
¿Qué cambios drásticos consideras que ha sufrido desde los setenta hasta ahora?
R- Entonces era una ciudad más sucia, más perversa... Era más anárquica. Y ojalá pudiésemos tener lo bueno de ambas épocas, lo bueno de entonces y lo bueno de ahora, pero hoy en día Nueva York se está convirtiendo en un coto cerrado para los ricos. Cada vez más.
¿No tienes la sensación de que los grandes artistas neoyorquinos, como Lou Reed, Woody Allen, o Scorsese, se han vuelto aburridos, que ya no están tan inspirados como en los 70s? Porque antes hacían obras maestras, y actualmente…
R- Es que los que has nombrado son bastante mayores. Pasó su momento, eso es todo... Scorsese tal vez sea la excepción, porque creo que aún es capaz de cosas formidables, casi todo lo que hace tiene ese poso de locura... Pase lo que pase, Scorsese seguirá siendo Scorsese siempre, pero no podría decir lo mismo de Lou Reed o Woody Allen. En cualquier caso, han estado en la cima muchísimo tiempo.
¿Te gustó la manera en que “Taxi Driver” retrataba Nueva York?
R- Sí. Precisamente hace poco que la volví a ver. Esa película fue todo un logro por parte de Scorsese. Aunque creo que sigue haciendo buenas películas. No siempre, claro; pero nunca me pierdo ninguno de sus estrenos. Sin embargo, no compro los discos de Reed, ni veo las películas de Woody Allen.
A mí los últimos trabajos de Scorsese me han decepcionado. Ya sabes, esas películas con Leonardo DiCaprio...
R- Te entiendo, y puedo estar de acuerdo, pero nunca le doy la espalda del todo a Scorsese. Creo que siempre existe la posibilidad de que vuelva a hacer una obra maestra. ‘El cabo del miedo’ era estupenda y, aunque no sea una película reciente, sí que la hizo mucho después de ‘Taxi Driver’... En fin, como te digo, sigo teniendo fe en Scorsese.
Has aparecido en algunas películas.
R- Hice cosas muy pequeñas, pero me di cuenta enseguida de que no era lo mío. No tengo el temperamento suficiente para ser un buen actor. Me encanta el cine, me encanta ver cine y alguna vez he intentado involucrarme en eso de hacer películas, pero lo de actuar nunca me lo tomé en serio.
La más sorprendente, sin duda, fue en “Desperately Seeking Susan”, haciendo de novio de Madonna.
R- Pues la verdad es que no tenía ni siquiera una línea de diálogo. Fue más bien una broma, un favor que le hice al director, y además me pagaron por ello... No tuve ningún contacto con Madonna. Fueron dos o tres días de trabajo para luego aparecer como treinta segundos en pantalla... y en la misma secuencia podías ver más gente de la escena del downtown neoyorquino. Era sólo un guiño del director.
Madonna se ha convertido en el mayor ejemplo de la cultura de masas, provocación que solo esconde vender...
R- Desde luego...
Pues eso era todo, Richard. Muchas gracias por tu tiempo.
R- Gracias a ti... Espero que nos encontremos cuando vengas a Nueva York.
Desde la publicación, a mediados de los noventa, de “Please Kill Me”, hagiografía del desespero, la mugre y el Punk Rock 70’s, se ha vivido todo un revival de aquella época. Los Ramones, desgraciadamente desaparecidos, han crecido invariablemente en el acervo popular, siendo utilizados como una imagen más que explotar por la moda callejera y juvenil; Rotten y compañía, tras su primera resurrección, siguen acudiendo fieles a su cita con el directo, ganando aquello que se les robó; las obscenas muñecas neoyorquinas protagonizan el mejor regreso posible, aún diezmados; de The Stooges, MC5 y demás luminarias no podemos decir lo mismo, pero ahí están, recordando décadas después de su explosiva aparición que la mecha aún no está tan mojada como para dejarla sin provecho. Casi todo aquel que haya podido subsanar alguna baja (humana o de carisma) y tenga la avaricia/valentía de subirse de nuevo a un escenario, sigue ahí, se llame Tom Verlaine, Patti Smith o Debbie Harry. Sólo hay un protagonista principal ajeno a todo este tránsito infernalmente necesario. El chico que se largó con su colega Tom a Florida y terminó perdido en tierra de nadie, por Alabama; que formó el germen y primer concepto de Television antes de hartarse de un cada vez más déspota Verlaine;el “solipsista” ser que creó los Heartbreakers con Nolan y Thunders; el desgarrado bajista y cantante que, finalmente, hizo historia con los Voidoids, grabando como ópera prima de larga duración , “uno de los asaltos más salvajes del rock& roll” (Lester Bangs dixit), “Black Generation”. Richard Hell.
Desde que dejara como principal actividad la música (algo que ha interrumpido en breves ocasiones) y la heroína, Hell se ha entregado al mundo literario. Lo cierto es que incluso siendo músico, ese bajista no especialmente bueno, y cantante desesperado en su hastío, ya era literatura (en su imagen, en sus poses, en su filosofía vital), solo que ahora, encima, la escribe y, sobre todo, la publica. Con dos novelas en el mercado, “Go Now” y “Godlike”, llenas de subversiva prosa, relatando las deterioradas relaciones humanas de sus personajes, Hell es ahora mismo alguien sin necesidad de recrear sus viejos mitos de juventud. No quiere hablar más del latrocinio de concepto que hicieron los Pistols con “Pretty Vacant”, auspiciados por Malcom McLaren, ni de que Bebe Buell no se atreviera a entrarle, o de su desastrosa y salpicada gira con The Clash en Inglaterra. Y así me lo da a entender en el primer mail que me responde. No más 70’s. Sin problema. Se puede charlar perfectamente de su obra literaria o el autor de “Les Fleurs du mal”. Es Richard Hell, y cualquier cosa que diga será interesante. Finalmente, cuando marco su número, el irónico hombre que me ha contestado por la red de redes, se transforma en alguien paciente, de tranquila charla, lúcido y amable. Y, aunque no entra en detalles sobre ciertos capítulos pretéritos que finalmente afrontará (para eso habrá que esperar a su autobiografía), sí que se le encuentra relativamente cómodo por su pasado, sin sentirse atrapado, como el amigo Carlito Brigante.
¿Cuándo te iniciaste en la escritura?
R- Pues empecé a escribir cuando me enseñaron el abecedario. (Risas).
Me refería a ser escritor, literato... (Risas)
R- Bueno, cuando decidí que quería ser un escritor profesional me mudé a Nueva York. Eso fue más o menos una semana después de cumplir los diecisiete, y al cabo de un par de años ya estaba publicando poemas aquí y allá. Después lo dejé un poco de lado cuando empecé a tocar. Digamos que renuncié a ser escritor y me centré en hacer canciones, y así fue durante todo el tiempo que pasé en el grupo, unos diez años, desde 1974 a 1984. Cuando dejé el grupo volví a escribir.
¿Cómo era la escena poética en Nueva York en los 70’s?
R- Estamos hablando más bien de finales de los sesenta, y había mucha actividad. Lo cierto es que nunca llegué a integrarme en ningún círculo concreto de escritores, porque iba por mi cuenta, pero era muy activo; impulsé mi propia revista, comencé a editar libros de otra gente... aunque, como te digo, nunca llegué a introducirme en ninguna corriente de las que había, ni me sentía influenciado por aquel movimiento de la poesía urbana de entonces. De hecho, en cierto sentido fue ese mismo movimiento lo que me hizo dejar la poesía. (Risas) Porque yo vivía al margen de las grandes editoriales, y tampoco estaba en los círculos universitarios que eran los que más solían apoyar a los escritores. Eran muy conservadores y aburridos. Así que había muchos escritores que se buscaban la vida, hacían fotocopias de sus obras y así se saltaban los cauces protocolarios por los que se suponía que debían dar a conocer sus textos. Eso sí que era excitante para mí, porque además la autoedición ha sido siempre algo muy habitual en la poesía. Por eso, cuando decidí que quería llegar a más gente me decanté por hacer que se movieran, en vez de sólo leer, y formamos una banda de rock, pero con ese espíritu de la poesía callejera, del hacerlo tú mismo, con tus propios medios.
No eres el único músico de aquella época que escribía. Tom Verlaine y Patti Smith también lo hacían. ¿Los consideras buenos poetas?
R- Tom Verlaine no era un poeta, él escribía básicamente letras de canciones. En cuanto a Patti, lo que escribió en sus primeros tiempos era genial, nadie lo hacía así, era única. Hablo de muy a principios de los setenta, con sus dos primeros libros. Era un material brillante, sensual y liberador. Ella y yo nos conocimos antes de que se metiese en la música.
¿Qué crees que admiraba Patti Smith de Arthur Rimbaud? Como poeta era excelente, de los mejores de la historia, pero su personalidad y forma de vivir…parecía todo lo contrario que Patti, muy negativo y odioso.
R- Bueno, en Patti acabó prevaleciendo su lado más hippie. Después de aquellos primeros años empezó a verse a sí misma como una especie de modelo para la gente, de modelo político, se convirtió en una idealista. Pero no era así al principio, porque cuando la conocí era muy provocativa... no quiero decir que fuese alguien negativo, pero sí que le gustaba la confrontación, el escándalo... no se me ocurre una palabra para definirla, quizá anarquista. Como te decía, eso fue muy al comienzo. Luego cambió, se dulcificó, y se convirtió en esa especie de líder político que es ahora. Así que entiendo tu pregunta, pero hay que entender que sí que hubo una época en la que la personalidad de Patti era más cercana a la de Rimbaud, más rebelde, más beligerante.
El paradigma de la literatura Rock siempre será Lester Bangs.
R- Era todo a lo que puede aspirar un crítico, y hablo de cualquier tipo de críticos. Toda su vida giró en torno a la música, y sus críticas eran ejemplos de sagacidad, de creatividad, de imaginación... hacía lo que hacía porque le gustaba de veras la música, no porque ser crítico le hiciera parecer más listo ante los demás; estaba en esto por él mismo, porque disfrutaba. Y eso le hacía a veces parecer un poco imbécil; incluso yo pensé más de una vez que era un imbécil, pero era porque se trataba de alguien muy honrado que sentía un respeto total por la música. Así que podía llegar a dar la sensación de estar un poco ido, pero fue tremendamente valioso para el mundillo. Él era todo lo que puedes desear de un crítico; le importaba más el tema sobre el que escribía que su propia persona. No buscaba aparentar, ni impresionar a la gente con su buen gusto, y eso es algo bastante poco habitual.
Hace poco le preguntaron a Lou Reed por Lester Bangs y dijo que no recordaba a ningún Lester Bangs, un detalle muy feo.
R- No me importa lo que diga Lou Reed. A mí me importa Lester Bangs, su persona, su mundo...
Has escrito poemas y novelas. ¿Qué diferencias encuentras?
R- Son dos cosas totalmente distintas, aunque en realidad yo no hago poesía. La poesía es muy importante para mí, leo mucho y la veo como la más elevada forma de escritura, pero no soy un poeta, soy un novelista. He escrito unos pocos poemas, y con mi escritura aspiro a alcanzar la claridad y la grandeza de la poesía, pero no puedo considerarme un poeta.
¿Qué opinas de la relación entre Rimbaud y Paul Verlaine? Lo digo por tu novela…
R- Sí, mi última novela, ‘Godlike’, está más o menos inspirada en ellos. Utilicé la relación entre ambos como punto de partida, aunque no pretendí que fuese una semblanza perfecta de Rimbaud o Verlaine, sólo me basé en la idea que tenía yo de esa relación. No sé cómo podría resumírtelo, pero digamos que eran dos escritores muy diferentes, dos personalidades muy diferentes. Lo que les unió, o lo que tuvieron en común durante algún tiempo, fue una cierta noción de lo que era interesante en la poesía, y de lo que importaba en la vida: básicamente emborracharse y andar con la cabeza perdida la mayor parte del tiempo. Entendían la poesía del otro, y tenían una consciencia mutua de lo bueno que eran como escritores, a pesar de escribir de forma muy distinta. La poesía de Verlaine era muy exquisita, muy bella, era sedosa y pacífica, como el sonido del piano y el violín, mientras que la de Rimbaud era ruidosa y muy visceral, tiraba mucho de argot. Técnicamente era perfecto, y no es que no fuese espiritual a su manera, pero era mucho más caótico. De todas formas, fueron los dos poetas más avanzados de su época, y eran los únicos capaces de apreciar la poesía del otro.
A Baudelaire se le puede considerar el maestro de ambos, y que fue el primero, en cierta medida, en tratar ciertos tabúes en la poesía en concreto, y la literatura en general.
R- No sé si fue el primero, porque la historia de la literatura es vastísima, y ha habido muchísimos escritores que han roto con ciertos tabúes, pero Baudelaire fue muy importante para mí, y casualmente también lo fue para Rimbaud. Rimbaud no habría existido como escritor sin Baudelaire, y él mismo lo admitió en más de una ocasión; Baudalaire fue su ídolo, su héroe. Así que podríamos decir que, además de ser un gran maestro, Baudelaire fue el primer poeta en describir la vida de las grandes ciudades, el primero que habló abiertamente sobre el consumo de drogas...
¿Te sientes cercano a alguien como Dennis Cooper? Escribes sobre cosas parecidas…
R- Respeto a Dennis Cooper, me gusta. Sin duda es uno de los novelistas más interesantes de hoy en día... pero me es difícil concretar qué cosas tenemos en común. Eso te corresponde decirlo a ti, más bien (Risas)
Tu primera novela, “Go now”, recibió críticas muy duras.
R- La verdad es que no me desagradó del todo la manera en que fue recibido aquel libro. Leí algunas críticas que me parecieron justas. No tuve la impresión de que se hicieran críticas intencionadamente negativas. Pero era un libro complicado, y ya lo sabía mientras lo estaba escribiendo. Es la historia de un yonqui escrita en primera persona; sus intentos por alejarse de las drogas, y el viaje que emprende a través de todo el país con una vieja novia a la que trata de reconquistar. Así que uno está metido dentro de la cabeza de este yonqui durante todo el libro, y era difícil conseguir que la historia no llegara a ser demasiado agobiante. A ese respecto, tenía claro que caminaba constantemente como escritor por el filo de la navaja, pero estaba empeñado en trasladarle a la gente la forma de pensar de ese yonqui, la visión que yo tenía de eso desde mi propia experiencia. Sé que mucha gente no quieren saber nada del tema, que es como una lectura especializada... Volviendo con tu pregunta, lo cierto es que no me molestaron las críticas. Creo que se escribieron algunas cosas interesantes sobre ‘Go now’.
¿Cuál es tu pensamiento actual sobre las drogas?
R- El problema con las drogas es que dejan de funcionar al cabo de muy poco tiempo. Te hablo de los narcóticos. Cuando comienzas a tomar drogas es algo emocionante, muy intenso, y crees que te son absolutamente beneficiosas; sin embargo, en cuanto te conviertes en adicto comienzan a ser una carga enorme y acaban arruinándote la vida. Se adueñan de toda tu existencia, te destrozan físicamente, y hacen que antepongas el drogarte a cualquier otra consideración vital. También afectan a tu personalidad, porque para seguir manteniendo una cierta reputación debes fingir que las sigues tomando porque quieres, porque te gusta, cuando la realidad es que sigues consumiendo porque, si no lo haces, te pones fatal. Si además eres alguien que, como yo, tienes que llevarlo todo al extremo, entonces se convierten en algo muy peligroso. A los extremistas les diría que intenten mantenerse lejos de las drogas, porque arrasarán sus vidas y probablemente se acaben matando... Pero así son las cosas; soy como soy y no puedo lamentarme por el tiempo que pasé enganchado a las drogas. Estaba en mi naturaleza. Soy lo que soy, y aquellas cosas positivas de mi vida, aquellas de las que estoy orgulloso no pueden separarse de esas otras que me han causado problemas.
¿Qué tienen tipos como Johnny Thunders para generar esa mitomanía del drogadicto glamoroso en la gente? Idealizar esa faceta suya, teniendo en cuenta que lo realmente importante es la música que hizo, me parece algo pueril...
R- Exacto. Es algo totalmente pueril. Hace mucho que dejé las drogas y hoy por hoy me dedico sólo a trabajar todo lo que puedo, pero de vez en cuando, si estoy en alguna presentación o en algún acto similar, se me siguen acercando yonquis que me hablan como si fuéramos algo así como hermanos sólo por el hecho de haber sido heroinómano. Lo cierto es que no siento que haya un vínculo especial entre ellos y yo por mi pasado como drogadicto, pero al mismo tiempo les profeso mucha compasión, porque sé lo dura que es esa vida. No te voy a decir que sienta desprecio por todos los que piensan que estar metido en las drogas es siempre divertido y glamouroso, porque los yonquis ya tienen suficientes problemas como para que encima venga alguien como yo a criticarlos, pero desde luego no me siento parte de esa especie de Hermandad de la Jeringuilla. En cuanto a Johnny Thunders, escribí una especie de ensayo sobre él cuando murió, que está en mi página Web... Me gustaba mucho Johnny, porque siempre me sentí muy cercano a él. La verdad es que tuvo una vida dura, pero siempre... No sé cómo expresarlo. Johnny no es, o no era alguien del que te compadecieras; se respetaba a sí mismo y tomó sus propias decisiones... No tengo mucho más que añadir a lo que escribí sobre él. ¿Lo has leído?
Sí.
R- Puedes citar lo que quieras de ese texto.
¿El gran cáncer del Punk fue su carácter autodestructivo?
R- Con el rock and roll siempre ha pasado igual. Básicamente, el rock and roll es autoindulgente, se trata de no crecer, y creo que eso es lo que más me gusta del rock, o del punk rock... y en el jazz también sucede. Los artistas hacen de esa filosofía su estilo de vida, aunque es física y mentalmente bastante peligrosa. (Risas).
Volviendo a “Go Now”,se dice que es autobiográfica.
R- No era exactamente autobiográfica pero, como te he comentado antes, intenté describir la vida de un yonqui, qué es lo que conlleva ser un yonqui, y era algo que yo conocía de primera mano; así que desde ese punto de vista sí que se puede decir que se trata de mi propia experiencia. Sin embargo, el personaje de la novela, sus mecanismos mentales, no eran como los míos, y las cosas que vive no son las mismas que viví yo. Todos los que aparecen en la novela son personajes imaginarios, aunque pudieran estar inspirados en gente que conocía. Es un recurso habitual de cualquier escritor. Uno escribe a partir de su propia experiencia, del mundo que conoce... Por eso no es un relato autobiográfico. Es más, ahora mismo estoy trabajando en mi próximo proyecto, que sí será una autobiografía.
Bueno, pues cuéntame un poco de su elaboración…
R- Llevo escritas unas ciento cincuenta páginas y ahora mismo estoy en la época en la que tenía veinte o veintiún años. Probablemente el libro termine trece o catorce años después de eso, ya en la treintena, a mediados de los 80s. Estoy intentando que sea una semblanza lo más precisa posible de mis experiencias y de todo lo que vi durante aquel tiempo, desde que nací hasta que cumplí los treinta y cinco.
¿Vas a escribir sobre tu etapa como músico junto a Television, los Heartbreakers y Voidoids?
R- Por supuesto...
¿Cómo la recuerdas?
R- El año que pasé en Television fue espantoso, porque se suponía que la banda era una sociedad entre Tom Verlaine y yo, pero en cuanto comenzamos a recibir algo de atención por parte de los medios Tom comenzó a hacerlo todo a su manera, por su cuenta. Se hizo con los mandos de la banda, y yo me sentí traicionado. Para mí fue horrible, porque los otros dos tipos que había en el grupo estaban a sus órdenes, así que no podía hacer nada al respecto. Había estado ahí desde el principio, había escrito letras y canciones, y me sentí absolutamente deprimido. Con los Heartbreakers fue diferente, fue muy divertido. Me caían bien todos los del grupo, pero el problema fue que en los Heartbreakers, donde estuve también más o menos un año, de hecho no llegué a grabar nada ni con ellos ni con Television…, el problema era que todo se reducía a tocar siempre el mismo tipo de canción con la misma estructura de rock and roll clásico. Y a mí me encantaba ese estilo, pero quería probar cosas nuevas. Ni se me ocurrió plantearles un cambio, porque Johnny (Thunders) y Jerry (Nolan) sólo sabían ir en esa dirección, así que después de estar un año con ellos supe que tenía que dejar la banda si quería hacer el tipo de música que de verdad me apetecía. Ahí nacieron Voidoids. Esa etapa fue muy gratificante, me llenaba, pero todo se estancó, dejamos de evolucionar, y en gran parte se debió a mi problema con las drogas. En cualquier caso, los Voidoids fueron una gran banda y estoy muy satisfecho con todo lo que conseguimos hacer... Ahora mismo estoy trabajando en un nuevo proyecto musical, y te estoy dando una primicia, porque aún no lo he comentado con ningún otro periodista. Apenas he empezado con ello, pero es algo que tenía muchas ganas de hacer desde hace tiempo. ¿Recuerdas mi segundo disco con Voidoids, ‘Destiny Street?´.
Claro.
R- Pues siempre lo odié. Para mí fue un fracaso. Me gusta el material, las canciones de ese álbum, pero no cómo lo grabamos, se quedó a medias. Metíamos como veinte guitarras en una misma canción, hacíamos experimentos extraños... por no hablar de las mezclas. Los músicos eran buenos, pero todo quedó enterrado bajo esa muralla de guitarras. Por eso siempre me dio rabia que se editara así, sobre todo porque, como te digo, muchas de esas canciones me encantan. Siempre deseé haberlo grabado de otra manera, y ahora, por fin, creo que eso va a hacerse realidad. Voy a hacer una nueva versión de aquel disco usando algunas de las grabaciones originales, aquellas partes que tocamos en las primeras tomas del proceso de grabación, cuando aún las canciones estaban mucho más limpias. Lo que llevo hecho hasta ahora suena realmente bien; me siento feliz. Creo que va a ser diez veces mejor que el disco original. Seguro que mucha gente piensa que es una idiotez volver sobre ese material, pero...
No es ninguna tontería. Si no quedaste contento en su día, ¿por qué no regrabarlo?
R- Exacto. ¡Eso es lo que quería oír! (Risas) Es que así es como me siento, y creo que cuando lo edite se verá que ha sido una buena idea... Pero, de todas formas, sé que habrá gente que me reproche el grabar material antiguo en vez de hacer cosas nuevas. Aunque me da igual. Para mí está siendo un placer y seguro que aquéllos que realmente están interesados en mi trabajo van a saber apreciarlo.
Es como esos poetas que escriben nuevas versiones de viejos poemas.
R- ¿Como cuáles?
Borges lo hizo alguna vez...
R- Es cierto. No me acordaba de eso. Sé que hizo versiones mejoradas de textos que había escrito años atrás... ¡Ésa es la idea!
Continúas viviendo en Nueva York. ¿Qué es lo que te sigue fascinando de la ciudad?
R- Nueva York tiene de todo, excepto montañas o naturaleza. Pero si dejamos lo de la naturaleza a un lado, en Nueva York puedes encontrar lo mejor de cada cosa; las mejores películas, la mejor música, las mejores galerías de arte... los mejores lavabos...
¿Los mejores lavabos?
(Risas) Sí. Todo lo mejor está en Nueva York. Repito, dejando al margen la naturaleza. Es estimulante, por eso me gusta...
¿Qué cambios drásticos consideras que ha sufrido desde los setenta hasta ahora?
R- Entonces era una ciudad más sucia, más perversa... Era más anárquica. Y ojalá pudiésemos tener lo bueno de ambas épocas, lo bueno de entonces y lo bueno de ahora, pero hoy en día Nueva York se está convirtiendo en un coto cerrado para los ricos. Cada vez más.
¿No tienes la sensación de que los grandes artistas neoyorquinos, como Lou Reed, Woody Allen, o Scorsese, se han vuelto aburridos, que ya no están tan inspirados como en los 70s? Porque antes hacían obras maestras, y actualmente…
R- Es que los que has nombrado son bastante mayores. Pasó su momento, eso es todo... Scorsese tal vez sea la excepción, porque creo que aún es capaz de cosas formidables, casi todo lo que hace tiene ese poso de locura... Pase lo que pase, Scorsese seguirá siendo Scorsese siempre, pero no podría decir lo mismo de Lou Reed o Woody Allen. En cualquier caso, han estado en la cima muchísimo tiempo.
¿Te gustó la manera en que “Taxi Driver” retrataba Nueva York?
R- Sí. Precisamente hace poco que la volví a ver. Esa película fue todo un logro por parte de Scorsese. Aunque creo que sigue haciendo buenas películas. No siempre, claro; pero nunca me pierdo ninguno de sus estrenos. Sin embargo, no compro los discos de Reed, ni veo las películas de Woody Allen.
A mí los últimos trabajos de Scorsese me han decepcionado. Ya sabes, esas películas con Leonardo DiCaprio...
R- Te entiendo, y puedo estar de acuerdo, pero nunca le doy la espalda del todo a Scorsese. Creo que siempre existe la posibilidad de que vuelva a hacer una obra maestra. ‘El cabo del miedo’ era estupenda y, aunque no sea una película reciente, sí que la hizo mucho después de ‘Taxi Driver’... En fin, como te digo, sigo teniendo fe en Scorsese.
Has aparecido en algunas películas.
R- Hice cosas muy pequeñas, pero me di cuenta enseguida de que no era lo mío. No tengo el temperamento suficiente para ser un buen actor. Me encanta el cine, me encanta ver cine y alguna vez he intentado involucrarme en eso de hacer películas, pero lo de actuar nunca me lo tomé en serio.
La más sorprendente, sin duda, fue en “Desperately Seeking Susan”, haciendo de novio de Madonna.
R- Pues la verdad es que no tenía ni siquiera una línea de diálogo. Fue más bien una broma, un favor que le hice al director, y además me pagaron por ello... No tuve ningún contacto con Madonna. Fueron dos o tres días de trabajo para luego aparecer como treinta segundos en pantalla... y en la misma secuencia podías ver más gente de la escena del downtown neoyorquino. Era sólo un guiño del director.
Madonna se ha convertido en el mayor ejemplo de la cultura de masas, provocación que solo esconde vender...
R- Desde luego...
Pues eso era todo, Richard. Muchas gracias por tu tiempo.
R- Gracias a ti... Espero que nos encontremos cuando vengas a Nueva York.