Simon Brand “No es una película de inmigración, es de iniciación a la vida"


JUAN SARDÁ
El Mundo




Con su segunda película, Paraíso Travel, Simon Brand ha logrado que lo comparen con Meirelles o González Iñárritu y arrasar en su país, Colombia. El filme, una luminosa tragicomedia, retrata la dura peripecia existencial de un inmigrante de Medellín en el asfalto de Nueva York.

La miseria no es el único motivo por el que miles de personas se juegan la vida todos los días para huir del tercer mundo. El amor también es una fuerza muy poderosa como bien sabe Simon Brand (Calí, 1972), director de cine que, de forma muy parecida al protagonista de Paraíso Travel, huyó de su país natal a los 18 años persiguiendo hasta Miami a la mujer que amaba. Desde entonces, Brand ha ido prosperando hasta ser considerado por la revista Variety como uno de los latinos más poderosos de Hollywood, es hoy el director más taquillero de su país y TIME, cree que junto a Fernando Meirelles (Ciudad de Dios) y Alejandro González Inñárritu (Amores perros), es la tercera gran revelación de la cinematografía suramericana de esta década. Todo ello gracias a su segundo filme, Paraíso Travel, también ganador de media docena de festivales, de Los ángeles a Huelva. “Cuando llegué a Miami -explica Brand- hice de todo. Fui dependiente, vigilante de seguridad y limpié cristales. No era ilegal, pero sé lo que es estar abajo del todo”.

Aunque a Brand la aventura americana no le salió bien en el apartado romántico, decidió quedarse en Estados Unidos, tras ganar una beca en la Music and Video Academie de Miami. Con estos antecedentes, no es extraño que se sintiera inmediatamente identificado con el joven protagonista de la novela Paraíso Travel de Jorge Franco Ramos, también autor de la conocida Rosario Tijeras. No en vano, Marlon Cruz (interpretado por Aldemar Correa) emprende una incierta y peligrosa travesía por medio continente para llegar a Nueva York y no perder a la mujer de la que está enamorado, Reina (Angelica Blandon). Según el propio director: “En la vida de todo hombre llega ese momento en el que uno se vuelve loco por una mujer y es capaz de hacer las mayores tonterías. Ese primer amor suele ser imposible y de esa terrible decepción uno suele salir convertido en una persona mucho más madura. Claro que hay gente que jamás se enamora, eso también pasa”.

Por ello, Paraíso Travel trasciende el subgénero sobre inmigrantes para centrarse en el retrato psicológico de su protagonista y el retablo de los secundarios antes que en la “denuncia” o la voluntad de dejar constancia fílmica de la experiencia latinoamericana en Estados Unidos: “Nunca pretendí hacer una película sobre la inmigración aunque obviamente también me interesaba mostrar las condiciones en que ésta se produce. Era importante hacer justicia a las millones de personas que habitan en Occidente y que mucha gente ve bajo la lente deformadora del prejuicio, pero lo esencial era explicar una historia de amor triangular y, como dicen los americanos, hacer un “coming of age”, una historia de iniciación a la vida”.

El sueño americano

En Paraíso Travel, al contrario de lo que sucede en mucho cine “social”, el contexto no se convierte en asunto primordial sino en escenario en el que se desarrollan las pasiones de unos personajes jóvenes y vitalistas que no buscan tanto huir de la miseria extrema (Marlon pertenece a una familia de clase media que vive con cierta comodidad) como la posibilidad de alcanzar metas mayores y poder reinventarse a sí mismos huyendo de sus raíces: “El hecho de ser un inmigrante te hace más consciente de que tienes que crearte tu propia vida, marcarte un camino porque no tienes un colchón sobre el que acomodarte. Marlon busca una redención pero para ganársela tendrá que trabajar duro y ponerse a prueba. En Estados Unidos nadie regala nada, es una sociedad muy competitiva y puede ser muy cruel”.

Sin embargo, la visión de Brand sobre el país no se refugia en un pesimismo devastador: “Creo que mi virtud como director es que sé manejar los ritmos. Hay gente que le ha gustado la película y otra que no tanto pero en general a todo el mundo le ha parecido que estaba bien montada. Hay momentos muy duros y otros más suaves. Creo que la vida suele ser así para todo el mundo. No tenía mucho sentido apretar aún más las tuercas”. De fondo, un mensaje luminoso que atraviesa zonas de gran oscuridad: “La idea es que para crecer uno tiene que asumir un cierto grado de decepción y de fracaso pero no debe dejarse vencer por el cinismo”, afirma.

El propio director es un ejemplo de superación. Al poco de llegar a Estados Unidos, Brand obtuvo una beca en la Music and Video Academic de Miami y comenzó a trabajar como meritorio de producción. Fue una banda de pop de su país, Estados alterados, quien le encargó su primer videoclip. “Tuve la suerte de que empecé a trabajar dirigiendo vídeos musicales cuando las cadenas empezaron a poner el nombre del director en el mismo cartelito que la banda”, explica Brand. A partir de entonces, el colombiano inicia una fructífera carrera que le convierte en el número uno del universo latino: Shakira, Ricky Martin o Alejandro Sanz son algunos de sus clientes. Al mismo tiempo, el director comienza a trabajar como director de publicidad, muchas veces en España, para compañías como Telefónica o Repsol. “Le debo mucho a los anuncios, no hay demasiada diferencia en la mecánica de rodar una película a un spot. Con ella he aprendido los recursos del lenguaje audiovisual”. En 2006, su primer largometraje, el thriller claustrofóbico Mentes en blanco, con Jim Caviezel, se convierte en uno de los éxitos sorpresa de la temporada. “En realidad -explica- , el proyecto de Paraíso Travel es anterior. Tuve que hacer antes Mentes en blanco, que es una película de género más fácil de vender, para demostrar que era capaz”.

Trabajar con actores fue el principal reto al que se enfrentó y uno de los gozos de rodar películas, aunque afirma: “Sigo con la publicidad porque me permite no tener que dedicarme profesionalmente al cine y hacer sólo las películas que me interesan. El cine fue siempre la parada final pero no estoy dispuesto a rodar cualquier cosa sólo para ganar dinero”. Casado con una modelo y presentadora de televisión colombiana habitual de la surrealista prensa del corazón latinoamericana, Brand es el exponente más sobrio y exquisito de ese Miami de estrellas bronceadas y palmeras.