TIPOS INFAMES
Soitu
Sí, ya lo sé… somos chicos bien y tal… pero eso no me libró de pasar en un psiquiátrico las mañanas de los sábados durante algunos años. No piensen mal, que no acertarán… Se trataba de arbitrar (o al menos de intentarlo) partidos de baloncesto entre los pacientes de un centro situado en las afueras de Madrid. Allí pude comprobar como a menudo los extremos se confunden, que no existía apenas diferencia entre cuidadores e internos y que locura y lucidez se tocan en algún punto dentro de cada uno de nosotros.
Algo así es lo que experimentará quien se acerque a 'Un paseo solitario' (Periférica, 2009) la primera novela del británico Gul Y. Davis, que nos introducirá en un submundo psiquiátrico cuyas paredes rezuman gritos y sangre. Leyendo esta historia de abuso y dolor se reabren las viejas heridas que produjeron las obras de Alan Sillitoe o 'Alguien voló sobre el nido del cuco' de Ken Kesey. Es imposible acercarse a este libro y no quedar tocado. Davis ganó el J.B. Priestley Award for Young Writers con esta intensa novela de tintes autobiográficos. La nota que incluye la editorial advierte que está trabajando en la segunda. Ya está tardando…
"Los sufrimientos son tan agudos que me parece que mi alma va a romperse, que voy a desvanecerme de dolor… soy un harapo viviente, un mortificado montón de inmundicias". Lo dijo Artaud hace más de cincuenta años desde el interior de una institución psiquiátrica, pero podría suscribirlo Wil Shaw, el protagonista de 'Un paseo solitario'. Una atrayente novela que puede enlazarse con otros dos títulos, también recientes, y de la misma editorial. Tres experiencias intensas capaces de irradiar una luz peculiar, tres retratos lúcidos e insumisos de la sociedad del bienestar europea en el cambio de siglo contados desde su lado opuesto. 'Un paseo solitario', 'Sida mental' y 'Esta vez el fuego' constituyen una suerte de trío de la estética underground europea actual, ajenos a versiones oficiales y a las estadísticas, porque están en contra de lo que unas cuentan y porque sus vidas son ajenas a las 'medias'.
El extrarradio, las viviendas de protección oficial y los materiales de deshecho son el paisaje de la peculiar educación sentimental del protagonista de 'Sida mental' (Periférica, 2008), las mismas calles grises de olores desagradables que forman parte del recuerdo del autor, Lionel Tran: novelista francés, guionista de cómics y director de la editorial alternativa Terrenoire.
La novela es un ejercicio de introspección en las experiencias más intensas y dolorosas del narrador. El autorretrato de un niño frágil, la descripción del placer y el dolor ligados al descubrimiento de su propia sexualidad, y la pulsión violenta que manifiesta hacia los inferiores a él, consecuencia del miedo que ha respirado desde niño con el humo de las chimeneas de las fábricas, pero también porque él sufre los abusos de quienes son más fuertes que él. La desoladora vista del entorno desde su cuarto y el conflictivo entorno familiar, convierten su casa en el lugar del que hay que tratar de huir –de ahí el vagabundeo por las calles- o donde poder encerrase a llorar envidiando las vidas de los otros que ve desde la ventana.
Los recuerdos vienen y van de la infancia a la juventud, sin seguir un orden lineal. La siguiente anotación muestra la capacidad de Lionel Tran para describir las alteraciones emocionales haciendo partícipe de forma inevitable al lector. "Empiezo a tener miedo de mí, miedo de mis apetitos, miedo de la violencia que siento acechar en el fondo. Empiezo a hablar con gente, a contar las cosas horribles de las que me acuerdo, las cosas que he sufrido, las cosas que he hecho".
La última de las incorporaciones al catálogo de Periférica lleva por título 'Esta vez el fuego'. En ella se narra a modo de crónica una historia de ficción que bien hubiese podido suceder. O mejor al contrario: una historia real cuyo narrador hubiera deseado fuera producto de su imaginación. La trama parte de la manifestación que a mediados de los 90 organizaron los sindicatos y que consiguió reunir a miles de personas en Roma contra el primer gobierno de Forza Italia. La desesperanza de las privatizaciones, su polémico presidente (Silvio Berlusconi), la alianza con la extrema derecha de Umberto Bossi… hicieron que parte de la población italiana se echara a las calles para reclamar un cambio de política o por lo menos una mesura en las formas y en el fondo.
Dentro de esta masa de esperanzados, que el tiempo ha convertido en ilusos, se encuentra un grupo de jóvenes que encabezados por Michele, nombre del propio autor, Michele Molina, parten de su pueblo para acudir al multitudinario encuentro. Todo comienza la noche anterior con el viaje en tren, en cuyos vagones se aglutina una generación comprometida con la política, dispuestos a realizar el trayecto para reivindicar sus propios valores y dejar patente su desconcierto/descontento ante la situación.
Iremos conociendo a los distintos amigos del narrador, Marco, Tomaso, Mirko… y el resto de cómplices y aliados de batallas campales o nocturnas, que ligan sus futuros como uno solo. Un futuro que en esos momentos parecen sentir incierto y ajeno ante la presencia de un neofascismo de traje de chaqueta e injerto de pelo. Michele nos esboza sus personalidades y comportamientos en una situación en la que el final, la marcha en Roma, es sólo el principio de algo que no sabemos si tendrá fin.
Consolémonos y pensemos que si Berlusconi y su aspecto parecen eternos como la belleza de las jovencitas que le acompañan, más eterna es la Roma que en esta novela se llega a convertir en un verdadero y complejo peligro para caminantes .
Algo así es lo que experimentará quien se acerque a 'Un paseo solitario' (Periférica, 2009) la primera novela del británico Gul Y. Davis, que nos introducirá en un submundo psiquiátrico cuyas paredes rezuman gritos y sangre. Leyendo esta historia de abuso y dolor se reabren las viejas heridas que produjeron las obras de Alan Sillitoe o 'Alguien voló sobre el nido del cuco' de Ken Kesey. Es imposible acercarse a este libro y no quedar tocado. Davis ganó el J.B. Priestley Award for Young Writers con esta intensa novela de tintes autobiográficos. La nota que incluye la editorial advierte que está trabajando en la segunda. Ya está tardando…
"Los sufrimientos son tan agudos que me parece que mi alma va a romperse, que voy a desvanecerme de dolor… soy un harapo viviente, un mortificado montón de inmundicias". Lo dijo Artaud hace más de cincuenta años desde el interior de una institución psiquiátrica, pero podría suscribirlo Wil Shaw, el protagonista de 'Un paseo solitario'. Una atrayente novela que puede enlazarse con otros dos títulos, también recientes, y de la misma editorial. Tres experiencias intensas capaces de irradiar una luz peculiar, tres retratos lúcidos e insumisos de la sociedad del bienestar europea en el cambio de siglo contados desde su lado opuesto. 'Un paseo solitario', 'Sida mental' y 'Esta vez el fuego' constituyen una suerte de trío de la estética underground europea actual, ajenos a versiones oficiales y a las estadísticas, porque están en contra de lo que unas cuentan y porque sus vidas son ajenas a las 'medias'.
El extrarradio, las viviendas de protección oficial y los materiales de deshecho son el paisaje de la peculiar educación sentimental del protagonista de 'Sida mental' (Periférica, 2008), las mismas calles grises de olores desagradables que forman parte del recuerdo del autor, Lionel Tran: novelista francés, guionista de cómics y director de la editorial alternativa Terrenoire.
La novela es un ejercicio de introspección en las experiencias más intensas y dolorosas del narrador. El autorretrato de un niño frágil, la descripción del placer y el dolor ligados al descubrimiento de su propia sexualidad, y la pulsión violenta que manifiesta hacia los inferiores a él, consecuencia del miedo que ha respirado desde niño con el humo de las chimeneas de las fábricas, pero también porque él sufre los abusos de quienes son más fuertes que él. La desoladora vista del entorno desde su cuarto y el conflictivo entorno familiar, convierten su casa en el lugar del que hay que tratar de huir –de ahí el vagabundeo por las calles- o donde poder encerrase a llorar envidiando las vidas de los otros que ve desde la ventana.
Los recuerdos vienen y van de la infancia a la juventud, sin seguir un orden lineal. La siguiente anotación muestra la capacidad de Lionel Tran para describir las alteraciones emocionales haciendo partícipe de forma inevitable al lector. "Empiezo a tener miedo de mí, miedo de mis apetitos, miedo de la violencia que siento acechar en el fondo. Empiezo a hablar con gente, a contar las cosas horribles de las que me acuerdo, las cosas que he sufrido, las cosas que he hecho".
La última de las incorporaciones al catálogo de Periférica lleva por título 'Esta vez el fuego'. En ella se narra a modo de crónica una historia de ficción que bien hubiese podido suceder. O mejor al contrario: una historia real cuyo narrador hubiera deseado fuera producto de su imaginación. La trama parte de la manifestación que a mediados de los 90 organizaron los sindicatos y que consiguió reunir a miles de personas en Roma contra el primer gobierno de Forza Italia. La desesperanza de las privatizaciones, su polémico presidente (Silvio Berlusconi), la alianza con la extrema derecha de Umberto Bossi… hicieron que parte de la población italiana se echara a las calles para reclamar un cambio de política o por lo menos una mesura en las formas y en el fondo.
Dentro de esta masa de esperanzados, que el tiempo ha convertido en ilusos, se encuentra un grupo de jóvenes que encabezados por Michele, nombre del propio autor, Michele Molina, parten de su pueblo para acudir al multitudinario encuentro. Todo comienza la noche anterior con el viaje en tren, en cuyos vagones se aglutina una generación comprometida con la política, dispuestos a realizar el trayecto para reivindicar sus propios valores y dejar patente su desconcierto/descontento ante la situación.
Iremos conociendo a los distintos amigos del narrador, Marco, Tomaso, Mirko… y el resto de cómplices y aliados de batallas campales o nocturnas, que ligan sus futuros como uno solo. Un futuro que en esos momentos parecen sentir incierto y ajeno ante la presencia de un neofascismo de traje de chaqueta e injerto de pelo. Michele nos esboza sus personalidades y comportamientos en una situación en la que el final, la marcha en Roma, es sólo el principio de algo que no sabemos si tendrá fin.
Consolémonos y pensemos que si Berlusconi y su aspecto parecen eternos como la belleza de las jovencitas que le acompañan, más eterna es la Roma que en esta novela se llega a convertir en un verdadero y complejo peligro para caminantes .