El Museu Picasso descubre a Van Dongen, pintor capital del fauvismo



El autor de Rotterdam fue amigo y vecino de taller de Picasso en el Bateau-Lavoir de París. Una muestra presenta la primera antológica en España del poco conocido pero decisivo artista



NATÀLIA FARRÉ
El periódico de Catalunya



¿Quién fue Kees van Dongen? Según Nathalie Bondil, directora del Museo de Bellas Artes de Montreal, «el artista más grande de entreguerras, a excepción de Picasso». La definición es, como mínimo, sorprendente para un pintor desconocido para el público español y del que la primera y última vez que se pudieron ver un conjunto de obras en España fue en 1915, en una muestra individual que le dedicaron las Galeries Dalmau.

Pepe Serra, director del Museu Picasso, justifica este desconocimiento por las «barreras culturales que aún existen», pues en Francia y Holanda le han dedicado grandes retrospectivas, y sobre todo, por la «deriva personal en la que el pintor holandés entró en el final de su vida que lo apartó de los nuevos lenguajes artísticos y provocó que quedará al margen de las revisiones de las vanguardias», explica.

En cualquier caso, lo cierto es que Van Dongen (Rotterdam, 1877- Mónaco, 1968) tuvo un papel destacado en las revoluciones artísticas del siglo XX, sobre todo en el fauvismo, del que se convirtió en el más destacado retratista con sus ajustados encuadres y particulares perspectivas. En su momento, fue una figura de primer nivel «más conocido que Picasso y muy apreciado por los coleccionistas», sostiene Serra. Con el objetivo de levantar el velo de «opacidad» que hay en el contexto artístico de inicios del siglo pasado y «presentar la aportación de este artista en la historia del arte», explica Jean-Michel Bouhours, comisario de la muestra, se ha organizado la retrospectiva Kees van Dongen, que después de pasar por Montreal y Mónaco, puede verse, hasta el 27 de septiembre, en el Museu Picasso.

La muestra de Barcelona está focalizada en la relación estética y de amistad que mantuvieron Van Dongen y Picasso en París, vecinos de taller en el Bateau-Lavoir y unidos por su fascinación por el mundo de las prostitutas. Para evidenciar estos lazos, una de las salas, incluye una serie de retratos que Van Dongen realizó a Fernande Olivier, la compañera de Picasso, un hecho insólito teniendo en cuenta los celos del malagueño.

COLOR Y EROTISMO

El recorrido por la obra de Van Dongen es cronológico e incluye piezas clave en su trayectoria como Las luchadoras de Tabarin y Autorretrato fauvista. Empieza con sus primeras telas, influenciadas por los claroscuros de Rembrandt y acaba en los años 20, cuando, dedicado a la vida y a la pintura mundana, retrataba a los personajes destacados de la época. En medio, los años fauves, marcados por un lenguaje muy personal centrado en la efervescencia de los colores y las formas, «orgias torrenciales de color», según la crítica de la época; y por una sensualidad y erotismo exagerados que llevaron al poeta Apollinaire a tacharlo de «el pintor de las vergüenzas ciudadanas»