El Reina Sofía dedica una muestra a Los Esquizos, corriente que puso los cimientos de la efervescencia cultural del tardofranquismo
ISABEL REPISO
Público
¿Dónde estaba Pedro Almodóvar en 1969? Aunque todavía no hiciera películas ya se movía por los círculos culturales de Madrid con total desparpajo. Una fotografía en blanco y negro lo retrata a los 18 años junto al artista Herminio Molero tras el happening Zoo Triste.
Sin su cabellera blanca, mira a cámara con el ímpetu de un recién llegado. Sus anfitrones eran los miembros del movimiento Los Esquizos –algunos de los cuales rondaban la treintena-, quienes crearon las condiciones para que una década más tarde floreciera La Movida.
El peso de una doble vida
De gran impacto en la juventud de los 70, Los Esquizos vuelven a la actualidad recuperados por el Reina Sofía, que los dedica una exposición hasta el 24 de septiembre. Herminio Molero recuerda el final de los 60 como un “espatarramiento vital”: por una parte trabajaba como delineante y, en los ratos libres, plasmaba sus inquietudes en pintura plástica.
La noche, esfera de relación social y válvula de escape, se dividía entre ir a preconciertos y merodear La Elipa y Quintana con su pandilla de barrio. “No hacíamos distinciones entre cultura elitista y popular, abrazábamos todo”, recuerda.
La particularidad de Los Esquizos, mote que le viene del colectivo barcelonés Trama (1973-78), consistió en hacer pintura cuando la corriente dominante era verla como una vía muerta para el arte. Y más aún si no se abordaba desde el abstractismo sino desde la figuración.
No obstante, su visión de la pintura estaba influida por una experiencia vital en la que coexistían drogas, alcohol y música. De ahí que Guillermo Pérez Villalta disculpara el desprecio que un profesor suyo brindó a uno de sus cuadros. “No puede entenderlo porque nunca se ha tomado un tripi”, dicen que dijo Villalta.
Pero que nadie se llame a engaño. El consumo de drogas no relegó al grupo a ninguna invisibilidad social. De hecho, sus obras fueron objeto de exposiciones en galerías como Buades, Edurne o Vandrés y por Paloma Chamorro, que dirigía en Televisión Española los programas Trazos y La Edad de Oro.
La apuesta de Los Esquizos por la pintura estaba influenciada por la obra de De Chirico, Richard Hamilton y Luis Gordillo, y por los temas de David Bowie o Roxy Music.
Carlos Alcolea, Chema Cobo, Carlos Franco, Sigfrido Martín Begué, Herminio Molero, Rafael Pérez-Mínguez, Guillermo Pérez Villalta, Manolo Quejido, Javier Utray y Luis Pérez-Mínguez sirvieron como caldo de cultivo a una nueva generación volcada en la música.
Sin ir más lejos, Molero diseñó el folletón promocional de Radio Futura y el grupo fue repetidamente retratado por la cámara de Pérez-Mínguez. Y ya en el 79 Kaka de Luxe (Alaska y Carlos Berlanga) y Los Zombies (Tessa y Bernardo Bonezzi) aparecen mezclados junto a varios miembros de Los Esquizos. Una buena exposición para saber de dónde venimos.
Sin su cabellera blanca, mira a cámara con el ímpetu de un recién llegado. Sus anfitrones eran los miembros del movimiento Los Esquizos –algunos de los cuales rondaban la treintena-, quienes crearon las condiciones para que una década más tarde floreciera La Movida.
El peso de una doble vida
De gran impacto en la juventud de los 70, Los Esquizos vuelven a la actualidad recuperados por el Reina Sofía, que los dedica una exposición hasta el 24 de septiembre. Herminio Molero recuerda el final de los 60 como un “espatarramiento vital”: por una parte trabajaba como delineante y, en los ratos libres, plasmaba sus inquietudes en pintura plástica.
La noche, esfera de relación social y válvula de escape, se dividía entre ir a preconciertos y merodear La Elipa y Quintana con su pandilla de barrio. “No hacíamos distinciones entre cultura elitista y popular, abrazábamos todo”, recuerda.
La particularidad de Los Esquizos, mote que le viene del colectivo barcelonés Trama (1973-78), consistió en hacer pintura cuando la corriente dominante era verla como una vía muerta para el arte. Y más aún si no se abordaba desde el abstractismo sino desde la figuración.
No obstante, su visión de la pintura estaba influida por una experiencia vital en la que coexistían drogas, alcohol y música. De ahí que Guillermo Pérez Villalta disculpara el desprecio que un profesor suyo brindó a uno de sus cuadros. “No puede entenderlo porque nunca se ha tomado un tripi”, dicen que dijo Villalta.
Pero que nadie se llame a engaño. El consumo de drogas no relegó al grupo a ninguna invisibilidad social. De hecho, sus obras fueron objeto de exposiciones en galerías como Buades, Edurne o Vandrés y por Paloma Chamorro, que dirigía en Televisión Española los programas Trazos y La Edad de Oro.
La apuesta de Los Esquizos por la pintura estaba influenciada por la obra de De Chirico, Richard Hamilton y Luis Gordillo, y por los temas de David Bowie o Roxy Music.
Carlos Alcolea, Chema Cobo, Carlos Franco, Sigfrido Martín Begué, Herminio Molero, Rafael Pérez-Mínguez, Guillermo Pérez Villalta, Manolo Quejido, Javier Utray y Luis Pérez-Mínguez sirvieron como caldo de cultivo a una nueva generación volcada en la música.
Sin ir más lejos, Molero diseñó el folletón promocional de Radio Futura y el grupo fue repetidamente retratado por la cámara de Pérez-Mínguez. Y ya en el 79 Kaka de Luxe (Alaska y Carlos Berlanga) y Los Zombies (Tessa y Bernardo Bonezzi) aparecen mezclados junto a varios miembros de Los Esquizos. Una buena exposición para saber de dónde venimos.