Tranquilos, Mulas ya lo hizo

Las fotografías de Ugo Mulas se muestran estos días en PhotoEspaña. La exposición recorre una trayectoria sinuosa y brillante


TXEMA RODRÍGUEZ
Soitu




Las fotografías del italiano Ugo Mulas (1928-1973) se muestran por primera vez en España de forma acorde a su valor. Un centenar de piezas que constituyen un recorrido completo por el trabajo de un gran maestro. Algo increíble en estos tiempos de proyectos precocinados y envasados al vacío. Tal vez su obra hubiera llegado antes de haberse dedicado a tocar un palo —y le dio a casi todos, el social, la moda, el urbano, el retrato, el arte... —porque la especialización parece ir unida a cierto favor del gran público, que busca cosas fáciles de encasillar, y de muchos críticos desbordados con tanto trasiego.

La exposición es casi, sólo en una sala y gratis, un recorrido completo por la historia reciente de la fotografía; un canto a las posibilidades artísticas del objetivo y el papel —sin necesidad de apabullantes ampliaciones y soportes molones— y una patada en los bajos de muchos pretendidos artistas que han tomado la fotografía al abordaje; armados hasta los dientes de chorradas y comisarios. Mulas murió en 1973 y fue un fotógrafo de los pies a la cabeza, alguien capaz de ver más allá, incluso de sus propias dudas, y de tomar una buena instantánea. Que eso es lo difícil. Han pasado muchos años y sus imágenes se explican por si mismas, adquieren fuerza con el paso del tiempo, brillan como sólo lo hacen las verdaderas joyas.

Sus fotos muestran muchas de las contradicciones que afloran en la preocupación por el estilo, desde sus inicios neorrealistas hasta su final 'experimental'. Son tópicos que no encajan, aunque Mulas fue también un gran teórico, en una trayectoria que evidencia que un buen ojo lo es siempre, más allá del tema, del momento, de la anécdota. Desde los paisajes humanos de las chabolas que De Sica inmortalizaría en Miracolo in Milano hasta las fiestas en la Factory de Wharhol, pasando por los retratos de artistas famosos, de paisajes urbanos, de modelos de alta costura, Mulas pasó por la fotografía intentado saltar de un lado a otro del cajón, huyendo de las etiquetas y de las premisas. Otros hubieran firmado quedarse sólo con una de sus aristas mientras él, algo que sólo está al alcance de los verdaderos talentos, cambiaba de registro como si nada y sin aparente esfuerzo. Todo para mostrar que las falacias posmodernas sobre la teoría de la imagen son una mera especulación cuando la cámara cae en manos de alguien que dispara con criterio.

La obra de Mulas es valiosa por muchos motivos —aunque los más populares sean sus testimonios sobre la farándula del Pop Art y el trabajo teórico y conceptual de 'Verifiche', que se muestra aparte, con buen criterio, en la sala—. Lo curioso del caso es que se trata de un artista que colabora en la causa de darle vueltas de tuerca al género. Comienza distanciándose con ironía del fotoperiodismo —"pensábamos que era lo más importante de la fotografía (...) sólo después he entendido que en realidad éste era un aspecto instrumental"— mientras necesita justificar su trabajo en el mundo de la moda —"Yo he dedicado quizá sólo la décima parte de mi tiempo al verdadero trabajo de fotógrafo (...) como de todos modos me iba a vender, tanto daba declararlo abiertamente"— y romper, al menos sobre el papel, las ataduras a los preceptos "rechazo esta idea o teoría del instante fugitivo porque pienso que todos los instantes son fugitivos y, en cierto sentido, uno vale tanto como el otro»–.

Mulas pasó sus días como fotógrafo rompiendo con todo lo anterior hasta llegar a 'Verifiche' (Verificaciones) un complejo entramado de ideas y exploraciones conceptuales sobre el proceso mecánico de la fotografía con la naturaleza de la imagen como telón de fondo, con referencias a la película, a la cámara, al tiempo, el laboratorio, los objetivos...en una serie que se cierra, tras abrirse con la pieza Homenaje a Niepce, con una dedicatoria a Marcel Duchamp (a quien retrató en su periplo por Nueva York) y a su 'no hacer, que tanto ha significado en el arte más reciente y sin el cual parte de mi trabajo no existiría'.

Una frase que tal vez sirva de explicación al sorprendente descuido de no haber editado un catálogo de la exposición. Con la de papel que se gasta en fotitos intrascendentes...