La revancha de los perdedores

Steve Jacobs estrena Desgracia, adaptación de la novela de J. M. Coetzee protagonizada por John Malkovich


GUILLAUME FOURMONT
Público


Sin ofender a René Descartes, el decano de la filosofía moderna, el sentido común no es la cosa "mejor compartida del mundo". Son el odio, el egoísmo y la soberbia los que guían los pasos de una sociedad injusta.

El diagnóstico asusta, aterroriza, aunque es lo único que queda no hay esperanza tras leer Desgracia, de John Maxwell Coetzee. Y es lo único que queda tras ver la adaptación al cine de la obra del Premio Nobel de Literatura sudafricano. Es el retrato sin concesiones de la supuesta nueva sociedad post Apartheid. La película, dirigida por SteveJacobs, se estrena hoy.

"Quiero mostrar la paradoja del protagonista quien, cuando abusa de los demás, no ve nada malo, aunque no lo acepta cuando los que abusan son los otros", explicó Steve Jacobs durante una reciente visita a Madrid. El protagonista es David Lurie (JohnMalkovich), profesor de Poesía Romántica en la Universidad de Ciudad del Cabo. Su cargo lo dice todo: cuando no aburre a en clase con sus versos, los declama en clasesprivadas con sus alumnas.

La cámara sigue el punto de vista de Lurie, un hombre blanco y dominador. Divorciado, sólo se acuesta con prostitutas, osa enamorarse de ellas, su soberbia es inaceptable,inaguantable. "Es una película sobre la identidad del hombre, sobre el sexo, el placer y los abusos de poder", añadió Jacobs.

Desgracia, publicada hace ahora diez años, es una de las novelas más aclamadas deCoetzee. Para su adaptación, Jacobs contó con la ayuda de su productora y esposa, Anna Maria Monticelli. "Cuando fuimos a ver a Coetzee, ya había recibido ofertas de ingleses y estadounidenses para hacer el filme. Esperamos un año antes de volver a proponerle nuestro guión. Y aceptó", recordó Jacobs.

Racismo

Y la cámara da la vuelta. El buen profesor cruza una frontera peligrosa: la de la raza. Desde la llegada de los holandeses en África del Sur en el siglo XIX hasta 1991, la segregación entre blancos y negros rigió la sociedad del país africano. Era, claro estaba, para proteger la raza blanca, defender el poder de los blancos.

Antes del rodaje de la película,Jacobs nunca había estado en Sudáfrica, "un país maravilloso", aunque no se atreve a hacer comentarios políticos. Porque "soy un director de películas", argumentó.

Tras perseguir a una de sus alumnas (mestiza), Lurie dimite de la Universidad y huye de Ciudad del Cabo. Busca lo que considera importante y se refugia en el campo, en la casa de su hija Lucy.

Los perros desempeñan un papel fundamental en el filme: cuando Lurie narra a su hija la historia de un perro adiestrado para controlar sus instintos sexuales y su violencia, tres hombres (negros) surgen de la nada y se dejan llevar por sus pulsiones: violan a Lucy. Para Jacobs, "el protagonista se ve entonces ante la complejidad de los deseos y de la justicia". ¿Justicia? En Desgracia, "no hay ninguna", dijo Jacobs. Sólo hablan la rabia, la soberbia y el racismo de los hombres, blancos o negros, ricos o pobres.

"No es un filme sobre la violencia", insistió. Tiene claro que en todos los países del mundo "la Policía no ayuda a la gente pobre y Lurie entiende lo que significa estar del lado de los pobres". Lurie abusó y abusaron de él. A Jacobs le impresionó la labor de Malkovich: "Su inteligencia le permitió dar credibilidad a las dos caras del profesor de poesía".

Jacobs, hasta entonces conocido por La Spagnola, no quería hablar de política, aunque reconoció la fuerza de su filme, que da la vuelta a la Historia, "escrita siempre por los vencedores. ¿Qué pasa cuando ganan losperdedores?".