Prehistorias de la radio

El Trigésimo Aniversario del nacimiento de Radio 3 coincide con uno de los momentos de mayor debilidad del Rock alternativo español

JESÚS LILLO
ABC



Surgida en julio de 1979 como simple sección nocturna del Tercer Programa, al que terminó por suplantar en 1981, Radio 3 celebra su trigésimo aniversario, como cualquier otro gran medio de comunicación metido en años, con una mezcla de nostalgia e incertidumbre, aquí desequilibrada por el lastre de un pasado que para lo bueno y lo malo todavía la identifica. El papel protagonista del canal público en la cobertura a escala nacional de los fenómenos musicales de la Movida -de la que fue cómplice necesario y portavoz autorizado- sigue siendo el mayor legado de una emisora que, tras apostar de forma temática por las ofertas musicales, tiene dificultades para volver a tirar del carro de un pop nacional cuya creatividad no sale del estado crítico al que se abonó cuando lo del indie.

No tienen la culpa los responsables y locutores de Radio 3 de que en la actualidad salgan al mercado alternativo cosas tan flojas como Russian Red, pero la cadena de RTVE muestra en su treinta cumpleaños síntomas de parálisis para continuar ejerciendo a gran escala el oficio de promotor del pop nacional que con tanto éxito desempeñó hace más de un cuarto de siglo. Ni siquiera a ese público, en torno a los 300.000 oyentes, que registra el EGM parece importarle demasiado lo que canten o dejen de cantar las últimas estrellas del panorama alternativo que, quizá como servicio público, sigue defendiendo la emisora.

Gestas meritorias. Tras sacrificar de forma progresiva los contenidos contraculturales que definieron su primera etapa y perder por el camino unos servicios informativos tan alternativos que la Administración socialista decidió suprimir en los años noventa, Radio 3 hizo de las oferta musical su única razón de ser. El empeño de la cadena por mantener con vida una escena propia frente al paulatino desarrollo de herramientas informativas que ponían al alcance de la mano de cualquier aficionado las propuestas procedentes del extranjero ha permitido que en los últimos años, y de atrás hacia adelante, el pop español todavía sea capaz de protagonizar gestas tan meritorias como las de Los Planetas o, más recientemente, Vetusta Morla, inexplicables sin el apoyo promocional que la emisora de Prado del Rey ha prestado a sus obras.

Ejercicio de patriotismo. Radio 3 conserva aún la autoridad necesaria para marcar el camino de quienes todavía se preocupan de lo que sucede en el pop nacional, y su programa sirve de guía para valorar las novedades de un mercado cuya cercanía -quizá su principal valor en otra época informativa- resulta ya similar a la de las bandas extranjeras a las que sin complejos tratan de imitar, cada vez más accesibles sin necesidad de pasar por filtros mediáticos del siglo pasado. Contaminados por una influencia anglosajona que se puede sintonizar directamente, los grupos españoles compiten en igualdad de condiciones con quienes les sirven de modelos, algo que en las actuales circunstancias mediáticas los deja sin apenas sitio para respirar. Quedarse con Russian Red teniendo a la vuelta del verano un nuevo álbum de Hope Sandoval es, por expresarlo con buenas palabras, un ejercicio de patriotismo.

Los archivos de Radio 3 documentan la decadencia creativa de un rock nacional que desde los primeros años noventa decidió competir en las ligas extranjeras, pero sin tener en cuenta que las televisaban en abierto. El creciente éxito de las emisoras musicales de Unión Radio, con unos «40 Principales» que rozan ya los tres millones de oyentes, revela la creciente distancia que separa el pop español de consumo, politono y pandereta de las producciones de quienes insisten en cultivar una independencia creativa cuya dependencia exterior, valga la paradoja, resulta más que notable y, sobre todo, ahogadiza.

Auge y caída. A lo largo de estas tres décadas de existencia, Radio 3 ha retransmitido en directo el auge y caída de un rock alternativo que, tras desarrollar un lenguaje propio, agotado a finales de los años ochenta, hizo un cursillo de inglés a bastante distancia para adoptar una presunta marginalidad que fue su tumba. A medida que internet ha ido aproximando al aficionado las producciones de quienes reinventan el lenguaje del rock, y la crisis del mercado del disco los ha llevado de gira hasta convertirlos casi en paisanos, sus traductores e intérpretes han pasado a ser prescindibles.

En un mundo en el que las distancias se acortan e incluso desaparecen, la noción de cercanía -el sitio histórico de Radio 3- exige unos refuerzos que muy pocos parecen dispuestos a cultivar.