JUAN LUIS CAVIARO
Blog de cine
"Hay dos clases de personas. Los cabrones comunistas y los enemigos de los cabrones comunistas"
Recientemente os hablé de dos películas coreanas que partían del mismo núcleo argumental, la división y el conflicto entre las naciones del Sur y del Norte, pero con tratamientos muy diferentes, siendo una un thriller de acción (la mediocre ‘Typhoon’) y la otra un drama de intriga (la estupenda ‘Doble agente’). Os decía que es un punto de partida muy recurrente del cine de allí, ha dado mucho dinero, más aún cuando los norcoreanos (comunistas) se están convirtiendo cada vez más claramente en uno de los enemigos más peligrosos del llamado “mundo civilizado” (o capitalista), al que por supuesto pertenecen los surcoreanos, sus vecinos, sus hermanos. Hoy voy a cerrar este tema, por el momento, con la película que mejor lo ha plasmado, mezclando géneros de una forma ejemplar.
Hace diez años, ‘Shiri’ (1999) reventó las taquillas de Corea, eclipsando incluso a ‘Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma’; la película gira en torno a unos terroristas del Norte que amenazan con atentar en el Sur. Fue el principio de una nueva era cinematográfica en el país, que empezó a sentirse más interesado por lo que hacían sus compatriotas que por lo que llegaba de Hollywood, un comportamiento impensable en otros lugares. Sólo un año después se estrenó ‘JSA: Joint Security Area’ (2000), sobre el misterioso crimen de dos soldados norcoreanos, el público volvió a responder, con mayor entusiasmo aún, y la película desbancó a ‘Shiri’ como la más vista hasta entonces. Gracias a este éxito su realizador, Park Chan-wook pudo recuperar su carrera y emprender la famosa “trilogía de la venganza”.
La “Joint Security Area”, o “Área de seguridad compartida”, a la que hace referencia el título, es el lugar donde se produce el tiroteo sobre el que va a girar la trama; se trata de una zona que separa las fronteras de las dos naciones coreanas, con un puente al que llaman “el de no retorno”. Al parecer, un soldado surcoreano traspasó la frontera y asesinó a dos miembros del ejército norcoreano, que estaban de guardia; es la versión del Norte, mientras que el Sur, por el contrario, defiende que su soldado fue secuestrado, se liberó y disparó para salvar su vida. Lo único que está claro, a ciencia cierta, es que hay dos muertos y un autor que ha confesado. La delicada situación política podría verse agravada dependiendo de cómo se resuelva el caso, así que se hace llamar a una tercera parte, neutral, para que investigue los hechos y decida qué ocurrió realmente.
Así es como entra en escena la oficial del ejército suizo Sophie E. Jean (una impecable Lee Young-ae, por cierto, la futura “lady vengeance”), nacida y criada en Ginebra pero de padre coreano (más adelante se explicará su situación personal, por qué no tuvo a su hija en su país), lo que parece facultarla para entender la problemática situación, la tensión entre ambas naciones, sin sentirse implicada, ni favorecer a ninguna de las dos partes. Ella, que no había pisado suelo coreano en su vida, va a representar al público (más aún al internacional, que no conoce el país), siendo sus ojos, sus oídos y su lógica; ha llegado allí para descubrir lo que ha ocurrido realmente. Y la verdad es que al menos una de las dos versiones no es correcta. ¿Lo será la otra? Podría ser, pero hay un pequeño gran problema: en los cuerpos hay evidencias de dieciséis balas, pero del arma del soldado, que se ha declarado culpable de los disparos, sólo pueden haber salido quince. Falta una bala. Es decir, falta la verdad.
Nada más llegar, a Sophie le aclaran dónde se está metiendo. Por un lado le sueltan que debe ser neutral, y por otro, que debe elegir un bando (uno de los dos que señala la cita que he copiado arriba). Sin embargo, lo más importante es que tenga plena consciencia de la gravedad de las consecuencias que pueden derivarse, tanto del incidente como de la resolución del caso. Está jugando con fuego. Eso se desprende de la metáfora con la que se le retrata a la actual Corea: “Es como un bosque seco. Una pequeña chispa puede hacer arder el bosque entero“. A la mujer no le tiembla el pulso, e incluso bromea ante la seriedad de lo que tiene entre manos (sello del director, siempre hay humor, especialmente en las situaciones más inusuales). Tiene tres testigos, entre los que está el supuesto autor de los hechos, para intentar destapar todas las mentiras y dar con la solución.
Lo que comienza como un thriller detectivesco convencional, sobre un crimen a resolver, con un personaje atando cabos y tratando de descubrir la verdad, destinado a resolverse en el último momento, da un giro completo y se transforma en una comedia dramática que critica la situación política y militar de las dos Coreas. Así, tal cual, como si nada. Park Chan-wook separa al público de Sophie y lo mete en la cabeza de Lee Soo-hyeok (un convincente Lee Byung-hun, antes de convertirse en estrella), el soldado acusado de asesinar a los dos norcoreanos y herir a un tercero. Entonces empezamos a ver lo que ha ocurrido realmente, mientras la oficial continúa con sus propias (y certeras) averiguaciones. Y resulta nada es lo que parecía a simple vista. Lejos de lo que mantienen las autoridades de ambos países, separados y enfrentados desde hace más de medio siglo, lo cierto es que los soldados implicados no eran rivales, sino amigos.
Pronto descubrimos que bajo esa fachada de hostilidad, reglas y frialdad, de unos contra otros, en realidad se ocultan personas que, en otras circunstancias, podrían ser grandes amigos. ‘JSA: Joint Security Area’ apuesta por desvelar la estupidez del enfrentamiento y la división de las dos naciones hermanas, forzada, antinatural. La película trata sobre la propia situación que viven los coreanos pero su mensaje va más allá, pues en el fondo es un canto al entendimiento y la amistad de los hombres, al abandono de las armas y los conflictos bélicos. Hay una escena muy representativa, y muy divertida (la comedia puede ser en el fondo más efectiva como crítica que un drama), sobre el absurdo que mantienen las dos Coreas en torno a la vigilancia de las fronteras, cuando uno de los soldados (un sensacional, como de costumbre, Song Kang-ho) se hace el sorprendido y avisa con aparente seriedad a Lee: “Tu sombra ha cruzado la línea. Ten cuidado“.
Aunque la película se basa en una novela escrita por Park Sang-yeon, y tiene elementos del cine comercial, buscando la satisfacción del gran público (pero tratándolo de forma inteligente, no como se suele hacer cada vez más en los productos norteamericanos), se nota la particular visión y el inconfundible estilo visual del director de ‘Old Boy’, muy dado a componer planos atípicos, cargados de información, raramente gratuitos. Su mano en el guión también es evidente, ya que aparte del señalado humor negro, hay en la historia de ‘Joint Security Area’ similitudes con otros de sus trabajos, como el presentar a personajes que se ven envueltos, por el azar, en una situación de la que no pueden escapar, condenados de antemano a un destino trágico, e injusto. En definitiva, sólo me queda, me parece, recomendar a todos los que no la hayan visto que no esperen más, que la película se puede adquirir en DVD y es una joya, divertida, intensa, emocionante. Y con uno de los mejores finales que he visto nunca.
Recientemente os hablé de dos películas coreanas que partían del mismo núcleo argumental, la división y el conflicto entre las naciones del Sur y del Norte, pero con tratamientos muy diferentes, siendo una un thriller de acción (la mediocre ‘Typhoon’) y la otra un drama de intriga (la estupenda ‘Doble agente’). Os decía que es un punto de partida muy recurrente del cine de allí, ha dado mucho dinero, más aún cuando los norcoreanos (comunistas) se están convirtiendo cada vez más claramente en uno de los enemigos más peligrosos del llamado “mundo civilizado” (o capitalista), al que por supuesto pertenecen los surcoreanos, sus vecinos, sus hermanos. Hoy voy a cerrar este tema, por el momento, con la película que mejor lo ha plasmado, mezclando géneros de una forma ejemplar.
Hace diez años, ‘Shiri’ (1999) reventó las taquillas de Corea, eclipsando incluso a ‘Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma’; la película gira en torno a unos terroristas del Norte que amenazan con atentar en el Sur. Fue el principio de una nueva era cinematográfica en el país, que empezó a sentirse más interesado por lo que hacían sus compatriotas que por lo que llegaba de Hollywood, un comportamiento impensable en otros lugares. Sólo un año después se estrenó ‘JSA: Joint Security Area’ (2000), sobre el misterioso crimen de dos soldados norcoreanos, el público volvió a responder, con mayor entusiasmo aún, y la película desbancó a ‘Shiri’ como la más vista hasta entonces. Gracias a este éxito su realizador, Park Chan-wook pudo recuperar su carrera y emprender la famosa “trilogía de la venganza”.
La “Joint Security Area”, o “Área de seguridad compartida”, a la que hace referencia el título, es el lugar donde se produce el tiroteo sobre el que va a girar la trama; se trata de una zona que separa las fronteras de las dos naciones coreanas, con un puente al que llaman “el de no retorno”. Al parecer, un soldado surcoreano traspasó la frontera y asesinó a dos miembros del ejército norcoreano, que estaban de guardia; es la versión del Norte, mientras que el Sur, por el contrario, defiende que su soldado fue secuestrado, se liberó y disparó para salvar su vida. Lo único que está claro, a ciencia cierta, es que hay dos muertos y un autor que ha confesado. La delicada situación política podría verse agravada dependiendo de cómo se resuelva el caso, así que se hace llamar a una tercera parte, neutral, para que investigue los hechos y decida qué ocurrió realmente.
Así es como entra en escena la oficial del ejército suizo Sophie E. Jean (una impecable Lee Young-ae, por cierto, la futura “lady vengeance”), nacida y criada en Ginebra pero de padre coreano (más adelante se explicará su situación personal, por qué no tuvo a su hija en su país), lo que parece facultarla para entender la problemática situación, la tensión entre ambas naciones, sin sentirse implicada, ni favorecer a ninguna de las dos partes. Ella, que no había pisado suelo coreano en su vida, va a representar al público (más aún al internacional, que no conoce el país), siendo sus ojos, sus oídos y su lógica; ha llegado allí para descubrir lo que ha ocurrido realmente. Y la verdad es que al menos una de las dos versiones no es correcta. ¿Lo será la otra? Podría ser, pero hay un pequeño gran problema: en los cuerpos hay evidencias de dieciséis balas, pero del arma del soldado, que se ha declarado culpable de los disparos, sólo pueden haber salido quince. Falta una bala. Es decir, falta la verdad.
Nada más llegar, a Sophie le aclaran dónde se está metiendo. Por un lado le sueltan que debe ser neutral, y por otro, que debe elegir un bando (uno de los dos que señala la cita que he copiado arriba). Sin embargo, lo más importante es que tenga plena consciencia de la gravedad de las consecuencias que pueden derivarse, tanto del incidente como de la resolución del caso. Está jugando con fuego. Eso se desprende de la metáfora con la que se le retrata a la actual Corea: “Es como un bosque seco. Una pequeña chispa puede hacer arder el bosque entero“. A la mujer no le tiembla el pulso, e incluso bromea ante la seriedad de lo que tiene entre manos (sello del director, siempre hay humor, especialmente en las situaciones más inusuales). Tiene tres testigos, entre los que está el supuesto autor de los hechos, para intentar destapar todas las mentiras y dar con la solución.
Lo que comienza como un thriller detectivesco convencional, sobre un crimen a resolver, con un personaje atando cabos y tratando de descubrir la verdad, destinado a resolverse en el último momento, da un giro completo y se transforma en una comedia dramática que critica la situación política y militar de las dos Coreas. Así, tal cual, como si nada. Park Chan-wook separa al público de Sophie y lo mete en la cabeza de Lee Soo-hyeok (un convincente Lee Byung-hun, antes de convertirse en estrella), el soldado acusado de asesinar a los dos norcoreanos y herir a un tercero. Entonces empezamos a ver lo que ha ocurrido realmente, mientras la oficial continúa con sus propias (y certeras) averiguaciones. Y resulta nada es lo que parecía a simple vista. Lejos de lo que mantienen las autoridades de ambos países, separados y enfrentados desde hace más de medio siglo, lo cierto es que los soldados implicados no eran rivales, sino amigos.
Pronto descubrimos que bajo esa fachada de hostilidad, reglas y frialdad, de unos contra otros, en realidad se ocultan personas que, en otras circunstancias, podrían ser grandes amigos. ‘JSA: Joint Security Area’ apuesta por desvelar la estupidez del enfrentamiento y la división de las dos naciones hermanas, forzada, antinatural. La película trata sobre la propia situación que viven los coreanos pero su mensaje va más allá, pues en el fondo es un canto al entendimiento y la amistad de los hombres, al abandono de las armas y los conflictos bélicos. Hay una escena muy representativa, y muy divertida (la comedia puede ser en el fondo más efectiva como crítica que un drama), sobre el absurdo que mantienen las dos Coreas en torno a la vigilancia de las fronteras, cuando uno de los soldados (un sensacional, como de costumbre, Song Kang-ho) se hace el sorprendido y avisa con aparente seriedad a Lee: “Tu sombra ha cruzado la línea. Ten cuidado“.
Aunque la película se basa en una novela escrita por Park Sang-yeon, y tiene elementos del cine comercial, buscando la satisfacción del gran público (pero tratándolo de forma inteligente, no como se suele hacer cada vez más en los productos norteamericanos), se nota la particular visión y el inconfundible estilo visual del director de ‘Old Boy’, muy dado a componer planos atípicos, cargados de información, raramente gratuitos. Su mano en el guión también es evidente, ya que aparte del señalado humor negro, hay en la historia de ‘Joint Security Area’ similitudes con otros de sus trabajos, como el presentar a personajes que se ven envueltos, por el azar, en una situación de la que no pueden escapar, condenados de antemano a un destino trágico, e injusto. En definitiva, sólo me queda, me parece, recomendar a todos los que no la hayan visto que no esperen más, que la película se puede adquirir en DVD y es una joya, divertida, intensa, emocionante. Y con uno de los mejores finales que he visto nunca.