Llegó en julio a Barcelona para trabajar en el Obrador de Dramaturgia de la Sala Beckett. Prepara una versión de Un funeral de muerte
IMMA FERNÁNDEZ
El Periódico de Catalunya
–Ya estuvo el año pasado y ha vuelto este julio al espacio de creación teatral organizado por la Sala Beckett. ¿Qué le atrae de la propuesta?
–El lugar y la atmósfera son como estar de vacaciones y el trabajo era un gran reto: debía crear una obra muy rápidamente a partir de una charla con los actores. En una noche tuve que escribir 30 páginas. Me encanta trabajar con los actores y los españoles tienen tanto talento como los de Estados Unidos.
–Su fuente de inspiración fueron de nuevo las relaciones de pareja.
–Sí, la obra iba de una expareja que se encuentra al cabo de diez años. Las relaciones implican un trabajo muy duro, pero muchos prefieren no resolver los conflictos, olvidar. Si uno quiere algo: familia, trabajo, amor..., hay que luchar por ello.
–¿Por eso duran poco las parejas?
–Sí, además existe una despersonalización; vivimos todo en constante movimiento, todo se hace rápido: internet, la tele... y la manera de relacionarnos también. Todo es muy accesible y desechable al instante. Si no gusta algo o alguien, adiós.
–¿Nos tratamos como objetos?
–Sí, hay gente que tira las relaciones en vez de intentar mejorarlas. Un actor de Hollywood me hizo la analogía entre su matrimonio y su coche. Me dijo: «Se rompió. Qué voy a hacer. P, pues como el coche, ¡comprarme uno nuevo!» Pero es que hasta los autos se pueden intentar arreglar.
–Ha triunfado en la escena con su trilogía sobre la apariencia (Gorda, La forma de las cosas y Reasons to be pretty). ¿Tan superficiales somos?
–Los norteamericanos, y no somos los únicos, somos muy buenos en eso. Te lo dicen en la tele: solo lograrás el éxito si estás en un club, tienes dinero, belleza... Cuando voy a Nueva York veo a todos comprando cosas para estar más guapos. Nos gusta ganar, ser importantes, destacar... En La forma... muestro de lo que somos capaces por complacer a alguien: estás tan preocupado de lo que piensan los demás de ti que olvidas quién eres tú, pierdes tu esencia.
–¿Por qué le atrae tanto escarbar en las inmundicias del ser humano?
–Porque hay más conflictos en ese lado oscuro. Sobre la gente maravillosa no hay mucho que decir y el hombre tiene la capacidad de ser malo. Cuando hice En compañía de hombres se dijo que era un filme muy misógino; yo no lo creo. El protagonista no era feliz, hacía cosas crueles, burlarse de mujeres, por diversión. Hay hombres así. Cazadores. Quieren a una mujer y cuando la tienen, ya no les interesa. Se sienten jugadores.
–¿El hombre es un lobo para la mujer?
–La crueldad de la caza es un trazo más masculino, las mujeres son más sutiles. Me interesa la batalla de sexos, las diferencias de género. Los hombres dan mucha importancia a cosas superficiales: la casa, el coche, quién tiene los pechos más grandes, quién la tiene más grande... y los niños lo ven y tienen esas influencias.
–¿Cómo ser mejores?
–La honestidad es un buen sitio para empezar. Ser honestos con nosotros mismos y con lo que queremos. A veces para complacer a los demás mentimos. Hay que ser valientes, decir: quiero a esta mujer gorda. Pero muchos traicionan y se traicionan; están casados y desean probar..., o incluso siguen juntos y al cabo de años se reprochan la traición.
–Ahora prepara una versión de Un funeral de muerte. ¿Por qué?
–Me encantó y quería hacer una comedia. La gente te encasilla y yo deseaba demostrar que puedo hacer comedia. Creo que va a ser muy divertida. Estará Chris Rock, con quien hice Persiguiendo a Betty. También estoy adaptando La mujer de al lado, de Truffaut, una historia de examantes.
–¿Le gustaría trabajar en España?
–Sí, claro. Barcelona es bonita; a la gente le gusta el cine y el teatro; Javier Bardem es increíble...
–El lugar y la atmósfera son como estar de vacaciones y el trabajo era un gran reto: debía crear una obra muy rápidamente a partir de una charla con los actores. En una noche tuve que escribir 30 páginas. Me encanta trabajar con los actores y los españoles tienen tanto talento como los de Estados Unidos.
–Su fuente de inspiración fueron de nuevo las relaciones de pareja.
–Sí, la obra iba de una expareja que se encuentra al cabo de diez años. Las relaciones implican un trabajo muy duro, pero muchos prefieren no resolver los conflictos, olvidar. Si uno quiere algo: familia, trabajo, amor..., hay que luchar por ello.
–¿Por eso duran poco las parejas?
–Sí, además existe una despersonalización; vivimos todo en constante movimiento, todo se hace rápido: internet, la tele... y la manera de relacionarnos también. Todo es muy accesible y desechable al instante. Si no gusta algo o alguien, adiós.
–¿Nos tratamos como objetos?
–Sí, hay gente que tira las relaciones en vez de intentar mejorarlas. Un actor de Hollywood me hizo la analogía entre su matrimonio y su coche. Me dijo: «Se rompió. Qué voy a hacer. P, pues como el coche, ¡comprarme uno nuevo!» Pero es que hasta los autos se pueden intentar arreglar.
–Ha triunfado en la escena con su trilogía sobre la apariencia (Gorda, La forma de las cosas y Reasons to be pretty). ¿Tan superficiales somos?
–Los norteamericanos, y no somos los únicos, somos muy buenos en eso. Te lo dicen en la tele: solo lograrás el éxito si estás en un club, tienes dinero, belleza... Cuando voy a Nueva York veo a todos comprando cosas para estar más guapos. Nos gusta ganar, ser importantes, destacar... En La forma... muestro de lo que somos capaces por complacer a alguien: estás tan preocupado de lo que piensan los demás de ti que olvidas quién eres tú, pierdes tu esencia.
–¿Por qué le atrae tanto escarbar en las inmundicias del ser humano?
–Porque hay más conflictos en ese lado oscuro. Sobre la gente maravillosa no hay mucho que decir y el hombre tiene la capacidad de ser malo. Cuando hice En compañía de hombres se dijo que era un filme muy misógino; yo no lo creo. El protagonista no era feliz, hacía cosas crueles, burlarse de mujeres, por diversión. Hay hombres así. Cazadores. Quieren a una mujer y cuando la tienen, ya no les interesa. Se sienten jugadores.
–¿El hombre es un lobo para la mujer?
–La crueldad de la caza es un trazo más masculino, las mujeres son más sutiles. Me interesa la batalla de sexos, las diferencias de género. Los hombres dan mucha importancia a cosas superficiales: la casa, el coche, quién tiene los pechos más grandes, quién la tiene más grande... y los niños lo ven y tienen esas influencias.
–¿Cómo ser mejores?
–La honestidad es un buen sitio para empezar. Ser honestos con nosotros mismos y con lo que queremos. A veces para complacer a los demás mentimos. Hay que ser valientes, decir: quiero a esta mujer gorda. Pero muchos traicionan y se traicionan; están casados y desean probar..., o incluso siguen juntos y al cabo de años se reprochan la traición.
–Ahora prepara una versión de Un funeral de muerte. ¿Por qué?
–Me encantó y quería hacer una comedia. La gente te encasilla y yo deseaba demostrar que puedo hacer comedia. Creo que va a ser muy divertida. Estará Chris Rock, con quien hice Persiguiendo a Betty. También estoy adaptando La mujer de al lado, de Truffaut, una historia de examantes.
–¿Le gustaría trabajar en España?
–Sí, claro. Barcelona es bonita; a la gente le gusta el cine y el teatro; Javier Bardem es increíble...