Dos décadas esquizofrénicas en el autobús de los Ramones


Sale a la luz la imprescindible biografía del mánager del grupo


JESÚS MIGUEL MARCOS
Público




La discografía de los Ramones está construida a base de eructos melódicos de dos minutos. Ruido más estribillo más velocidad igual a canción. En algo parecido convirtieron sus vidas. Querían ser superestrellas del rock, pero se quedaron en grupo de culto y terminaron encadenados a una gira sin fin. Por eso, quién mejor que su roadie de toda la vida para hablar del grupo.

Monte A. Melnick se encargó de la organización de 2.263 conciertos de los Ramones entre 1974 y 1996. Eso significaba comprar billetes, reservar hoteles y llevarlos al aeropuerto, pero también sacarles de peleas, conseguirles droga, reconciliarlos con sus novias... ¡incluso tuvo que apagar algún incendio (real)! Era como una baby-sitter, pero de cuatro maromos melenudos en estado de ebriedad perenne.

"Cosas que para mí eran rutina, parte de la vida de la gira, parecen fascinar a los chavales que crecieron con la música y a menudo se agolpan a mi alrededor en cuanto explico mis historias", cuenta Melnick. Ese interés le llevó a escribir De gira con los Ramones (Munster Books, 2009), la mejor biografía de la banda neoyorquina, que se edita ahora por primera vez en España.

Un coro de voces

Lo primero que llama la atención (aparte de una portada bastante cachonda, con un dibujo de todos los que han sido miembros de los Ramones dentro de una furgoneta conducida por el autor del libro) es que la biografía está construida a base de declaraciones, una obra coral por la que desfilan todos los personajes que tienen algo que decir en la historia de estos pioneros del punk.

Nunca vendieron muchos discos (su mejor puesto en las listas de ventas lo consiguieron con End of the century, número 44 en EEUU y 14 en Reino Unido), pero su papel en la eclosión del punk fue determinante. Sin saber tocar ni cantar, ¿cuál era su arma? Entre otras cosas, como revela Johnny Ramone en un extracto del libro, la confianza: "Sentía que éramos mejores que todos los demás. Recuerdo ver unas imágenes de Led Zeppelin y pensé: Oh, Dios, esos tipos son una mierda".

Además de todo tipo de jugosas declaraciones que dibujan con trazo fino la historia del grupo, el otro tesoro de este libro es el abundante material fotográfico que recopila. Escenas de camerinos, rodajes de videoclips, paseos por ciudades europeas, encuentros con otros artistas (impagable la foto en la que Julia Roberts examina el tatuaje que C. J. Ramone tiene en el pecho), así como decenas de carteles de conciertos, portadas de discos y pases VIP.