El cine español oculto


Un DVD y una exposición itinerante reescriben la historia del cine experimental de España, en su mayor parte un gran desconocido incluso dentro de nuestras fronteras pese al mérito de muchas de sus propuestas


ANTONIO WEINRICHTER
ABC




Sin duda tiene rango de verdadero acontecimiento la iniciativa de acometer en condiciones una revisión del cine experimental producido en España. Se trata de un viejo proyecto de Antoni Pinent, él mismo un prolífico productor y programador de este tipo de cine, quien sólo pudo llevarlo a cabo al conseguir la colaboración de la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (SEACEX) y del Centro de Cultura Contemporéna de Barcelona (CCCB), de cuya programación estable, conocida como Xcèntric y en la que está involucrado el propio comisario, surge la propuesta.

Francotiradores

La intención declarada es «dar a conocer fuera de España» la tradición experimental autóctona y la prueba de la oportunidad del proyecto, presentado el pasado 15 de septiembre, es la espectacular itinerancia que ya ha conseguido: la londinense Tate Gallery, el neoyorquino Anthology Film Archives de Jonas Mekas, la National Gallery de Washington, el festival de cine experimental de Tokio, etc. Parece haber verdadero interés por conocer este cine oculto allende nuestras fronteras; si bien, irónicamente, habría que empezar por darlo a conocer también dentro de ellas: lo que tenemos aquí, con alguna excepción que conforman nombres relativamente más conocidos (Val del Omar, Sistiaga, Zulueta), es una colección de francotiradores que han explorado los limites del lenguaje fílmico sin apenas recibir reconocimiento.

Doble iniciativa

Esta es la situación que puede empezar a cambiar gracias a la doble iniciativa que ahora se articula. Por un lado la edición de un notable cofre de dos dvd, acompañado de un lujoso y documentado folleto-programa de 160 páginas, que se pondrá a la venta el 17 de octubre bajo el título Del éxtasis al arrebato. Un recorrido por el cine experimental español. Y por otro la exposición itinerante arriba mencionada, que se exhibirá también en el CCCB y el museo Reina Sofía, con el mismo título general pero con el subtítulo 50 años del otro cine español. La discrepancia proviene de que las seis sesiones del ciclo itinerante se rigen por un concepto más abierto de lo experimental, acogiendo por ejemplo un largometraje narrativo como Arrebato (1980), de Iván Zulueta, que por otra parte nunca es ocioso dar a conocer. También se incluyen en el ciclo más títulos actuales y producciones en video, así como otro largometraje, el realizado por José Antonio Sistiaga, que ocuparía quizá demasiado espacio en el doble disco (de él se ofrece un fragmento de su espectacular corto Impresiones en la alta atmósfera).

Es necesario resaltar la cuidadosa labor de restauración que se ha acometido, con la inestimable colaboración de diversas filmotecas además de la Española: alguna pieza, como la espectacular A MAL GAM A, de Zulueta, estaba disponible ya en dvd pero sin la misma calidad que la que ahora se ofrece. El comisario y su equipo revisaron no menos de 2.500 títulos, visitaron filmotecas y archivos, y siempre que fue posible entrevistaron a los autores de las piezas: parte de la exquisita documentación que ofrece el cofre es la grabación de la presentación de los trabajos a cargo de los propios cineastas.

Pintura y celuloide

Pasemos al contenido del dvd editado por Cameo, salvando las notorias ausencias (Buñuel, Portabella) que se deben a la existencia de otros proyectos de edición en marcha. Más que reescribir o, en rigor, comenzar a escribir la historia integrada de la experimentación fílmica en España, labor acometida antes sólo en unas pocas publicaciones que comparecen puntualmente citadas en el folleto, cabe establecer una serie de tendencias o corrientes. La relación con la pintura es una de las más reiteradas, fruto tanto de un (reconocido) sesgo personal de los comisarios (Andrés Hispano comparte aquí esta labor, lo que permite incorporar una pieza del propio Pinent, Gioconda/Film) como de la voluntad de los cineastas de establecer un diálogo en igualdad de condiciones entre dos artes: además del fragmento de Sistiaga, hay otras piezas pintadas a mano sobre celuloide de Joaquim Puigvert, Jordi Artigas y Ton Sirera; mientras, Copy Scream, de Oriol Sánchez, evoca El grito de Munch y la ralentización feroz de Brutal Ardour, de Manuel Huerga, o de las tres piezas de Juan Bufill producen efectos decididamente pictóricos.

El happening filmado asoma en piezas, muy a la Escuela de Barcelona, de Antoni Padrós y Carles Durán. La herencia, en su momento ineludible, del cine estructural se hace notar en los trabajos de Eugeni Bonet, Pinent, y Eugenia Balcells (su Boy Meets Girl es, además, un ejemplo casi aislado de trabajo sobre los medios de masas); también en Espectro siete, aunque Javier Aguirre sea reacio a reconocerse en tendencia alguna, y en los trabajos sobre el aparato cinematográfico de Luis Rivera y de la jovencísima Laida Lertxundi: su Farce sensationelle! logra además el milagro de convocar el espíritu pionero de Dziga Vertov. Y fuera de toda escuela y para quien la desconociera, la antropología alucinada del Val del Omar de Fuego en Castilla.