"Poetry of the deed", Frank Turner (2009)


KEPA ARBIZU
Lumpen




Con motivo de su nuevo disco, “Préliminaires”, Iggy Pop hablaba sobre la necesidad, en ocasiones, de liberarse de las ataduras que proporciona ser parte de una banda de rock. Es beneficioso, según sus palabras, alejarse de todo ello para sacar las ideas, formas o gustos que bajo la disciplina de un grupo son imposibles de expresar. Tengo la impresión de que Frank Turner corroboraría dichos pensamientos en su totalidad.

Este músico inglés, aunque nacido en Bahrein, tras pertenecer a la escena punk-hardcore (Million Dead fue su último y más importante grupo), decidió hace unos años abandonarla para crear su propia música y dar salida a esas influencias que siempre habían estado ahí (Neil Young, Bob Dylan, Bruce Springsteen) pero que nunca habían podido tomar forma.

Sus discos en solitario van a ir en busca del sonido folk-country tradicional pero con una salvedad, la actitud beligerante con la que contaba en el pasado no va a desaparecer, además su forma de cantar con un tono de voz duro y gritón ayuda a darle un aire punk a sus composiciones. Con estas características es lógico que una de sus referencias esenciales, tanto musicales como personales, sea la del cantautor Billy Bragg.

Su nuevo disco se titula “Poetry deed”, expresión acuñada por el anarquista ruso Bakunin. En comparación con su anterior trabajo, “Love ire & song”, no existen significativas diferencias aunque sí es conveniente recalcar que, en el recientemente editado, sus composiciones son algo más rock, al contrario que las anteriores que sí tenían un tono más clásico y acústico. Otro detalle es que los temas de sus canciones para esta ocasión son más reflexivos y sentimentales, en parte por su nueva situación personal, frente a los pasados con un poso más reivindicativo.

Producido por Alex Newport y editado por Epitaph, dos reminiscencias de su etapa más dura, “Poetry of the deed” tiene una línea argumental basada en la controversia que se produce al intentar continuar con una vida bohemia y algo juvenil alcanzada cierta edad. De ahí el título de su primera canción, “Live fast die old”. Utilizando un rock americano clásico, como el de Bruce Springsteen o el de los más actuales Hold Steady, reflexiona sobre cómo compaginar el romanticismo y el paso de los años.

Con “Try this at home” empieza a enseñar en pequeñas dosis sus influencias y gustos punk. En este tema en concreto, poseedor de mucho ritmo y mezclado con un aire folk acelerado, recuerda a los Pogues. En otras como “Dans song”, suma a todo lo anterior, su faceta de cantautor acercándose en estilo a Billy Bragg.

El lado más reposado y romántico aparece en canciones como la amorosa “Isabel”, que adolece de cierta sensiblería. No sucede lo mismo con canciones realmente bonitas como “Faithful son”, "Journey of the Magi”, un poema de T.S. Elliot que da como resultado la composición más sobria de todas ellas, o “Sunday nights”, más rockera y con una ambientación más épica. “The fastest way at home” contiene una curiosa melodía pop-rock con reminiscencias clásicas.

“The road”, su single de adelanto, suena realmente comercial pero no en un sentido peyorativo, sino por su estribillo con mucho ritmo y contagioso. De “Richard Divine” se podría decir lo mismo. Un tema muy bien construido, con cambios de ritmo muy conseguidos.

En este nuevo disco Frank Turner ha incorporado a su sonido más presencia del rock, más guitarras eléctricas, melodías más celeradas y una forma de cantar algo más potente. Personalmente creo que es en su anterior trabajo, con predominio de la faceta acústica y un sonido más tradicional en la onda del country folk, donde mayor partido sacaba a su nueva condición de cantautor. Aun con todo, sigue sonando con ese desparpajo, heredado de su paso por la escena hardcore, que le hace merecer la pena.