En Barcelona, Tim Robbins denuncia la video-vigilancia ciudadana con la puesta teatral de 1984, en los EE.UU. activistas alertan sobre un posible plan de Obama para controlar las redes sociales y en Buenos Aires Richard Stallman dejó a sus oyentes perplejos con la posibilidad de que todos seamos espiados
HORACIO BILBAO
Revista Ñ
Vaya suerte la de George Orwell. Su antiutopía cunde como reguero de pólvora a la sombra de la tecnología. Ya no van a dejarlo en paz. Claro que el Gran Hermano, por suerte o por desgracia, no disfruta de los mismos beneficios en el primer y el tercer mundo. Bastará mirar lo difícil que resulta cumplir con el plan de seguridad en la Argentina, donde sólo se instaló el 20 por ciento de las cámaras vigilantes que prometió el gobierno. Pero todo llega, está profetizado. Y la vigilancia incluye e-mails, servidores y redes sociales. No sólo camaritas.
Los argentinos abonamos esta paranoia con la visita de Richard Stallman, el gurú del software libre que paseó por las pampas alertándonos, entre otras cosas, sobre los riesgos de confiar nuestras computadoras a lo que el llama el software privativo. Demasiado verosímil. Los estadounidenses en cambio, siempre más avanzados, ven como los nubarrones que los atentados del 11 S trajeron en materia de vigilancia informática no se disipan ni con Obama. Ya están acusando a su primer presidente negro de legislar para controlar las redes sociales. Y ahora los catalanes, azuzados por el actor Tim Robbins, que armó una campaña publicitaria para denunciar "la video-vigilancia preventiva" y "el espionaje de las comunicaciones personales" en aras de la seguridad, el orden público y el control laboral, se preparan para debatir un fenómeno que se impuso sin grandes traumas.
Es que la campaña de Robbins, amparada en la presentación en Barcelona de la obra "1984", que el escritor y periodista británico George Orwell publicó en 1949 para denunciar el control de los gobiernos totalitarios, choca contra la opinión y la actitud de los mismos catalanes. En varias encuestas callejeras muestran que "tres de cada cuatro de ellos están a favor de la videovigilancia" o que los "vecinos del barrio gótico (en el centro de Barcelona) piden a gritos la instalación de las camaritas". ¿Saben lo que quieren? Habrá que darle la razón a Paula Sibilia cuando dice, amparándose en Foucault y Deleuze, que las estructuras de dominación funcionan mejor cuando no existe obligación alguna de estar en Facebook, de usar el e-mail, o de mirar a la camarita del techo mientras tecleamos en la computadora.
Lo cierto es que Robbins tiene en cuenta todos estos aspectos en su campaña y avisa de varios fenómenos contemporáneos en un sitio especialmente creado para su paso por Barcelona. "Google Earth, el ojo que todo lo ve; Los jefes podrán controlar el e-mail de sus trabajadores en Finlandia; Cuatro de cada diez empresas tiene un staff para controlar el e-mail de sus empleados; Miles de cámaras, la fórmula de Londres; El Gran Hermano de Orwell se cuela en las oficinas". Siempre Orwell, ubicuo en los títulos y en las ciudades.
La movida de Robbins, que es sólo para Barcelona dada la relación que tuvo Orwell con la capital catalana (en 1936 se alistó para luchar por la defensa de la República española), se acompaña con una serie anuncios (ya colgados en YouTube) y del sitio 1984bcn.com , donde se explica que el proyecto nace a partir del encargo de la promoción de la versión teatral del clásico de George Orwell dirigida por el actor y director norteamericano Tim Robbins al frente de la compañía Actor's Gang . Allí, por si hiciera falta aclaran que el control a los ciudadanos está más perfeccionado y extendido que en ningún otro momento de la historia.
Del 30 de septiembre al 4 de octubre Robbins y compañía montarán su espectáculo teatral en Barcelona, apostando a un debate que siembra suspicacias y paranoias por el mundo entero pero. "Ojo que la cámara vigila nuestros actos, pero la red controla nuestros pensamientos", ha dicho Robbins. ¿Para cuándo el fin de las distopías?
Los argentinos abonamos esta paranoia con la visita de Richard Stallman, el gurú del software libre que paseó por las pampas alertándonos, entre otras cosas, sobre los riesgos de confiar nuestras computadoras a lo que el llama el software privativo. Demasiado verosímil. Los estadounidenses en cambio, siempre más avanzados, ven como los nubarrones que los atentados del 11 S trajeron en materia de vigilancia informática no se disipan ni con Obama. Ya están acusando a su primer presidente negro de legislar para controlar las redes sociales. Y ahora los catalanes, azuzados por el actor Tim Robbins, que armó una campaña publicitaria para denunciar "la video-vigilancia preventiva" y "el espionaje de las comunicaciones personales" en aras de la seguridad, el orden público y el control laboral, se preparan para debatir un fenómeno que se impuso sin grandes traumas.
Es que la campaña de Robbins, amparada en la presentación en Barcelona de la obra "1984", que el escritor y periodista británico George Orwell publicó en 1949 para denunciar el control de los gobiernos totalitarios, choca contra la opinión y la actitud de los mismos catalanes. En varias encuestas callejeras muestran que "tres de cada cuatro de ellos están a favor de la videovigilancia" o que los "vecinos del barrio gótico (en el centro de Barcelona) piden a gritos la instalación de las camaritas". ¿Saben lo que quieren? Habrá que darle la razón a Paula Sibilia cuando dice, amparándose en Foucault y Deleuze, que las estructuras de dominación funcionan mejor cuando no existe obligación alguna de estar en Facebook, de usar el e-mail, o de mirar a la camarita del techo mientras tecleamos en la computadora.
Lo cierto es que Robbins tiene en cuenta todos estos aspectos en su campaña y avisa de varios fenómenos contemporáneos en un sitio especialmente creado para su paso por Barcelona. "Google Earth, el ojo que todo lo ve; Los jefes podrán controlar el e-mail de sus trabajadores en Finlandia; Cuatro de cada diez empresas tiene un staff para controlar el e-mail de sus empleados; Miles de cámaras, la fórmula de Londres; El Gran Hermano de Orwell se cuela en las oficinas". Siempre Orwell, ubicuo en los títulos y en las ciudades.
La movida de Robbins, que es sólo para Barcelona dada la relación que tuvo Orwell con la capital catalana (en 1936 se alistó para luchar por la defensa de la República española), se acompaña con una serie anuncios (ya colgados en YouTube) y del sitio 1984bcn.com , donde se explica que el proyecto nace a partir del encargo de la promoción de la versión teatral del clásico de George Orwell dirigida por el actor y director norteamericano Tim Robbins al frente de la compañía Actor's Gang . Allí, por si hiciera falta aclaran que el control a los ciudadanos está más perfeccionado y extendido que en ningún otro momento de la historia.
Del 30 de septiembre al 4 de octubre Robbins y compañía montarán su espectáculo teatral en Barcelona, apostando a un debate que siembra suspicacias y paranoias por el mundo entero pero. "Ojo que la cámara vigila nuestros actos, pero la red controla nuestros pensamientos", ha dicho Robbins. ¿Para cuándo el fin de las distopías?