ALBERTO MORENO
Soitu
Normalmente el camino es a la inversa: eres mexicano, consigues plata gringa y ruedas con actores glamourosos una cinta denuncia en la que poner a parir a la migra estadounidense. Pero no en este caso. Cary Joji Fukunaga, californiano de 32 años, de padre japonés y madre sueca, pero yanqui a todos los efectos, atravesó la frontera en dirección sur para filmar 'Sin nombre', su debut en la ficción. Por si fuera poco, el ganador del premio al Mejor Director en el pasado Festival de Sundance no se centra en la inmigración fronteriza, sino en la hondureña, que debe atravesar todo México casi a ciegas con la esperanza de llegar quién sabe si a California o a Texas.
Por si no hubiera suficiente drama, Fukunaga introduce un segundo factor de tensión dramática: las pandillas, en concreto la Mara Salvatrucha, a la que pertenecen Casper (el protagonista), Smiley (recién ingresado) y Lil' Mago (el cabecilla). Afincados en Tapachula (México), suben a bordo del tren de mercancias en cuyo techo viajan hondureños y guatemaltecos (entre ellos la joven Sayra, su padre y su tío) con el fin de robarles. "Yo pensaba que el drama estaba en la frontera de México-EE.UU., nunca creí que el drama podía estar más al sur", nos cuenta el director reclinado en la butaca de la suite en la que nos recibió a su paso por el Festival de San Sebastián.
"'Sin nombre' empezó como un proyecto sobre la inmigración, pero, poco a poco, a medida que fui investigando, aprendí que existían este tipo de pandillas que controlan el trafico de inmigrantes en el sur de México, por lo que me decidí a incluirlas", explica. El germen de la historia fue casi un accidente, pues, al estudiar el segundo curso de su Máster en cine por la Universidad de Nueva York, quiso rodar "un corto con conciencia social en vez de limitarme a experimentar". Un artículo del New York Times que cayó en sus manos sobre un grupo de inmigrantes abandonados en un tráiler fue el núcleo del corto 'Victoria para chino' (2004), y éste a su vez, la semilla de 'Sin nombre'. "Haciendo la investigación para el corto aprendí que los inmigrantes de Guatemala y Honduras estaban obligados a cruzar Centroamérica ilegalmente normalmente encaramados a techos de trenes y enfrentándose, por tanto, a peligros muy fuertes. Pensé que si podía hacer una película algún dia, haría algo sobre esto porque yo nunca he visto nada parecido en el cine", afirma.
Entre la ficción y la realidad
Es sutil el límite que traza Fukunaga entre la ficción y el documental, quizá en gran medida debido al riguroso proceso de investigación que acometió para enfrentarse al proceso. "Mis estudios se han centrado en Historia y Ciencias Políticas, con lo que tengo bastante información en el campo académico. Además, para dar verosimilitud al guión, me entrevisté con el Jefe de Seguridad del Estado de Chiapas, así como con profesores de Antropología, pandilleros e inmigrantes como los que retrato", confiesa.
"Acumulé decenas de historias y detalles que conocí de primera mano y después edité toda la información para encontrar rasgos comunes y así poder escribir historias dinámicas e interesantes que relataran una ficción, por lo que cada personaje es la mezcla de mucha gente", cuenta satisfecho. Sin embargo no puede evitar pensar que más allá de su rigor, 'Sin nombre' encierra ciertos rasgos de western: "Creo que escribí la estructura del guión de manera muy parecida a la de los westerns, pero fue algo inconsciente porque no me di cuenta hasta que lo acabé. Hay varias semejanzas, ya que muestro a los inmigrantes como peregrinos atravesando un territorio peligroso para llegar a una tierra prometida".
Diego Luna y Gael García Bernal, padrinos
A pesar de los nombres que adornan el cartel de la película (Diego Luna y Gael García Bernal figuran como productores), el rodaje no fue demasiado desahogado. "La producción fue modesta aunque aparezcan Focus y Universal en los créditos. Ni siquiera había silla de director, sino que eran cajas de lentes, pero eso no me molesta porque la precariedad ayuda a la creatividad y a la intensidad del rodaje", dice. "Y, en cuanto a Diego y a Gael, su papel fue más bien el de padrinos. No estaban en el set, y si hubiera tenido problemas, les podría haber llamado, pero afortunadamente no lo necesité. La razón de que se embarcaran en esta historia es que la productora Amy Kauffman tenía un trato con Focus y Diego Luna también; entonces, en el momento en que dijimos que queríamos hacer una coproducción con México, fue lógica la asociación", resume.
México, territorio peligroso
Paulina Gaitán, que interpreta a Sayra en la película explicó durante la promoción de Sundance que "en México se trata mal al inmigrante", aseveración que quiso matizar Fukunaga: "No es que se les trate mal por norma general, pero ha habido varios casos especialmente significativos. Se sabe que la policia judicial, muy cerca de Puebla, secuestró a 80 inmigrantes el pasado mes de marzo para pedir rescate a sus familias de Honduras y Guatemala. Además, tengo un amigo que está haciendo una película en Oaxaca que encontró a un hombre con cicatrices por todo su cuerpo debido a que unos policias quisieron vender sus órganos. A esos niveles no hay casi ley porque muchos inmigrantes van sin documentos y se aprovechan de vulnerabilidad", apostilla.
No es 'Sin nombre' una película de fácil digestión. No plantea un futuro lleno de oportunidades ni una tierra prometida a la vuelta de la esquina. Es la crónica de un complicado peregrinaje hacia el desahogo que muchas veces se paga con la vida. Y, para mostrarlo, Fukunaga no ha ahorrado en dureza.
Por si no hubiera suficiente drama, Fukunaga introduce un segundo factor de tensión dramática: las pandillas, en concreto la Mara Salvatrucha, a la que pertenecen Casper (el protagonista), Smiley (recién ingresado) y Lil' Mago (el cabecilla). Afincados en Tapachula (México), suben a bordo del tren de mercancias en cuyo techo viajan hondureños y guatemaltecos (entre ellos la joven Sayra, su padre y su tío) con el fin de robarles. "Yo pensaba que el drama estaba en la frontera de México-EE.UU., nunca creí que el drama podía estar más al sur", nos cuenta el director reclinado en la butaca de la suite en la que nos recibió a su paso por el Festival de San Sebastián.
"'Sin nombre' empezó como un proyecto sobre la inmigración, pero, poco a poco, a medida que fui investigando, aprendí que existían este tipo de pandillas que controlan el trafico de inmigrantes en el sur de México, por lo que me decidí a incluirlas", explica. El germen de la historia fue casi un accidente, pues, al estudiar el segundo curso de su Máster en cine por la Universidad de Nueva York, quiso rodar "un corto con conciencia social en vez de limitarme a experimentar". Un artículo del New York Times que cayó en sus manos sobre un grupo de inmigrantes abandonados en un tráiler fue el núcleo del corto 'Victoria para chino' (2004), y éste a su vez, la semilla de 'Sin nombre'. "Haciendo la investigación para el corto aprendí que los inmigrantes de Guatemala y Honduras estaban obligados a cruzar Centroamérica ilegalmente normalmente encaramados a techos de trenes y enfrentándose, por tanto, a peligros muy fuertes. Pensé que si podía hacer una película algún dia, haría algo sobre esto porque yo nunca he visto nada parecido en el cine", afirma.
Entre la ficción y la realidad
Es sutil el límite que traza Fukunaga entre la ficción y el documental, quizá en gran medida debido al riguroso proceso de investigación que acometió para enfrentarse al proceso. "Mis estudios se han centrado en Historia y Ciencias Políticas, con lo que tengo bastante información en el campo académico. Además, para dar verosimilitud al guión, me entrevisté con el Jefe de Seguridad del Estado de Chiapas, así como con profesores de Antropología, pandilleros e inmigrantes como los que retrato", confiesa.
"Acumulé decenas de historias y detalles que conocí de primera mano y después edité toda la información para encontrar rasgos comunes y así poder escribir historias dinámicas e interesantes que relataran una ficción, por lo que cada personaje es la mezcla de mucha gente", cuenta satisfecho. Sin embargo no puede evitar pensar que más allá de su rigor, 'Sin nombre' encierra ciertos rasgos de western: "Creo que escribí la estructura del guión de manera muy parecida a la de los westerns, pero fue algo inconsciente porque no me di cuenta hasta que lo acabé. Hay varias semejanzas, ya que muestro a los inmigrantes como peregrinos atravesando un territorio peligroso para llegar a una tierra prometida".
Diego Luna y Gael García Bernal, padrinos
A pesar de los nombres que adornan el cartel de la película (Diego Luna y Gael García Bernal figuran como productores), el rodaje no fue demasiado desahogado. "La producción fue modesta aunque aparezcan Focus y Universal en los créditos. Ni siquiera había silla de director, sino que eran cajas de lentes, pero eso no me molesta porque la precariedad ayuda a la creatividad y a la intensidad del rodaje", dice. "Y, en cuanto a Diego y a Gael, su papel fue más bien el de padrinos. No estaban en el set, y si hubiera tenido problemas, les podría haber llamado, pero afortunadamente no lo necesité. La razón de que se embarcaran en esta historia es que la productora Amy Kauffman tenía un trato con Focus y Diego Luna también; entonces, en el momento en que dijimos que queríamos hacer una coproducción con México, fue lógica la asociación", resume.
México, territorio peligroso
Paulina Gaitán, que interpreta a Sayra en la película explicó durante la promoción de Sundance que "en México se trata mal al inmigrante", aseveración que quiso matizar Fukunaga: "No es que se les trate mal por norma general, pero ha habido varios casos especialmente significativos. Se sabe que la policia judicial, muy cerca de Puebla, secuestró a 80 inmigrantes el pasado mes de marzo para pedir rescate a sus familias de Honduras y Guatemala. Además, tengo un amigo que está haciendo una película en Oaxaca que encontró a un hombre con cicatrices por todo su cuerpo debido a que unos policias quisieron vender sus órganos. A esos niveles no hay casi ley porque muchos inmigrantes van sin documentos y se aprovechan de vulnerabilidad", apostilla.
No es 'Sin nombre' una película de fácil digestión. No plantea un futuro lleno de oportunidades ni una tierra prometida a la vuelta de la esquina. Es la crónica de un complicado peregrinaje hacia el desahogo que muchas veces se paga con la vida. Y, para mostrarlo, Fukunaga no ha ahorrado en dureza.