Kubrick también fue novato. La historia de 'Fear and desire'


JOAQUÍN REGADERA
Paisajes eléctricos




“Shape of Fear” fue el título previo del primer largometraje de Stanley Kubrick, realizado en 1951. Es una cinta con historia propia: en uno de los primeros pases no oficiales del film hubieron risitas entre los asistentes cuando “no debían”; se rieron también de la amanerada actuación de Paul Mazursky en su interpretación del Soldado Raso Sydney; en general, todo pareció un poco exagerado y recargado.

El guionista, novelista y biógrafo Gavin Lambert asistió a uno de estos pases y al encenderse la luz comentó: “Creo que es increíblemente horrible, y creo que él tiene un talento increíble”. Kubrick, que estaba delante, se volvió y se presentó; se hicieron amigos y Lambert ayudó a Kubrick en sus artículos.

En noviembre de 1952 Kubrick fue a ver a Joseph Burstyn, que había distribuido la mayoría de las películas neorrealistas italianas en América. Normalmente sólo trabajaba con películas extranjeras, pero la enérgica carta de Kubrick le llamó la atención y Burstyn se quedó con “Shape of Fear” cambiándole el nombre por el de “Fear and Desire” (Miedo y Deseo), programándola para ser estrenada en la primavera de 1953. Sus condiciones no eran generosas, pero en aquel momento para Kubrick no era una cuestión de beneficios sino de ver su película distribuida y tener una respuesta de los críticos.

“Fear and Desire” fue preestrenada para la prensa de Nueva York el 26 de marzo de 1953, antes de estrenarse en el Guild Theatre el 31 de marzo. Burstyn no se andaba con chiquitas en lo referente a publicidad. Promocionó Roma, ciudad abierta como “¡Más sexy de lo que Hollywood se ha atrevido a hacer nunca!”. Ahora convenció a Walter Winchell, el columnista de cotilleos y locutor de radio más influyente de Nueva York, que diese publicidad a “Fear and Desire” diciendo: “Los lobos se quedan sin aliento al ver a Virginia Leith”; frase que se usó mucho para promocionar la película y que Kubrick apoyó fotografiando a Leith en su camerino llevando un ajustado sostén que marcaba sus pezones erectos. La imagen, que no aparece por ninguna parte del film, presidía la publicidad de la cinta.

La prensa dio la bienvenida al joven director y, en general, aprobaron la película; ignorando el torpe guión de Howard Sackler, subrayaban la excelente fotografía y, por encima de todo, la ambición de su joven y prometedor director. A pesar de las críticas, tuvo poco impacto en taquilla. Con los escasos cines de arte y ensayo de Nueva York y Los Ángeles, la poca comercialidad de las películas en 16 mm y los festivales de cine ampliamente desconocidos aún, no había ningún sitio más al que acudir. Incluso en 1955 Kubrick pidió a Jimmy Harris, que tras su desmovilización de la Signal Corps Photographic Unit en 1954 puso en marcha una compañía de distribución de televisión –Flamingo Films-, que le ayudase a venderla a la televisión, pero los asuntos de Joseph Burstyn estaban tan desordenados tras su muerte repentina que nadie pudo conseguir los papeles necesarios.

No obstante, la obra sirvió para introducir al reparto y equipo de producción en la industria. Virginia Leith siguió actuando en papeles secundarios en dramas de Hollywood como La viudad negra, de Nunnally Johnson, o Sábado trágico, de Richard Fleischer. Paul Mazursky interpretó a un estudiante delincuente en Semilla de maldad, de Richard Brooks, y más tarde hizo carrera como director. Howard Sacker ganó el premio Pulitzer en 1969 con su obra de teatro La gran esperanza blanca, sobre el boxeador afroamericano Jack Johnson, y se convirtió en un guionista de éxito. Incluso los avalistas de Kubrick llegaron a recuperar su dinero.

Kubrick también consiguió una nueva credibilidad a partir del film. Sin embargo, a lo largo de los años se distanció de “Fear and Desire”, despreciándola como a un embarazoso trabajo de aprendiz. Se cree que él mismo supervisó la destrucción del negativo poco después de que muriera Burstyn en 1953. Ciertamente hizo todo lo posible para mantener la película fuera de circulación, excluyéndola expresamente de retrospectivas sobre su obra. En 1994, cuando empezaron a reaparecer copias en archivos, pidió a la Warner Brothers, el estudio con el que había trabajado durante la mayor parte de los años ochenta y noventa, que publicasen una carta en su nombre llamando a Fear and Desire “un fallido ejercicio de cineasta aficionado” y “una rareza completamente inepta, aburrida y pretenciosa”. De todas las lecciones que aprendió al hacerla, sólo diría: “El dolor es un buen maestro”.

Pero este trabajo le había enseñado que los actores estaban dispuestos a sacrificar unos ingresos regulares a cambio de un buen papel. “Fear and Desire” se había hecho a base de entusiasmo juvenil; el compromiso evidente de Kubrick y su rechazo hacia las normas establecidas conquistaron al equipo y a los actores. Trabajar en una película así era noble, generoso. Pero para su siguiente proyecto, El beso del asesino, tenía la mirada claramente puesta en Hollywood.

La idea original de “Fear and Desire” surge en la mente de Kubrick como una amalgama de sus más refinados gustos y la realidad que vivía su país, inmiscuido en la guerra de Corea. Como es de todos conocido, una de las principales aficiones del cineasta durante su vida fue el ajedrez, juego que le apasionaba y al cual hizo constantes referencias a lo largo de su obra. Puesto que el ajedrez no es sino una representación abstracta de la guerra, es entendible que este concepto abunde en su filmografía: Senderos de gloria, La chaqueta metálica; y que sea, cómo no, el punto de partida para su carrera como cineasta.

El estilo visual de Kubrick para este film está inspirado en el de otros maestros que admiraba, principalmente el de Akira Kurosawa y Orson Welles, pero también está dotado de cierto toque personal. La película cuenta la historia de cuatro soldados que quedan aislados de su compañía en medio de un bosque. El teniente al mando del grupo propone cruzar el río cercano para buscar una ruta de escape, pero esta travesía enfrentará a los protagonistas con diversos contratiempos, el principal de ellos una guarnición enemiga, pero también la presencia de un perro y de una mujer, a la que toman prisionera. La cinta, así como todas las filmadas por Kubrick referentes a conflictos bélicos, nos habla del horror de la guerra y de sus consecuencias, patentes en el resultado final y en el destino de los personajes. Trata también de la debilidad del espíritu humano, desgranando las personalidades de acuerdo a las situaciones. Y referencia el concepto de que cada hombre no es una isla, sino la parte de un todo; citando de esta manera el poema del poeta metafísico John Donne con el que Ernest Hemingway abre su novela Por quien doblan las campanas.

En definitiva, como opera prima resulta un más que estimable preludio convertido en un mito por el que su condición hasta hace poco de inaccesible sustentaba una leyenda en toda regla.