Lorrie Moore vuelve con ‘Al pie de la escalera’ una novela magnífica, inquietante y devastadora


Valía la pena esperar una década desde su última obra para ver el resultado de la nueva novela de Lorrie Moore. Con el telón de fondo de un EEUU en guerra con Irak, la escritora examina, en ‘Al pie de la escalera’, el racismo latente en la sociedad de su país tras el 11-S gracias a la historia brutal y trágica en la que envuelve a su protagonista, una joven que ejerce de canguro de una niña mulata adoptada


SERGI SÁNCHEZ
El periódico de Catalunya




Puede parecer que a Lorrie Moore (Glens Falls, Nueva York, EEUU, 1957) le cuesta tomarse las cosas en serio. Su prosa es tan exuberante, tan proclive a los juegos de palabras y a las bromas privadas, que a ratos el lector podría sentirse como el único invitado de una opípara cena que no pilla el chiste que a todos les divierte tanto. Tardas un poco en confiar en una escritora tan generosa como Moore, aunque pronto te das cuenta de que hay pocos en su especie que sean capaces de escribir un cuento sobre un bebé con cáncer de riñón (su propio hijo) y no resultar melodramática.

Solo ella, pues, podría describir a su protagonista de un modo tan creativo y a la vez tan certero: «Yo siempre me había sentido tan invisible como el corazón de una fresa, tan secreta y fetal como la retorcida tira de papel en la galleta de la suerte, y dicha invisibilidad no carecía de ventajas, ni tampoco de egocentrismos, ni de excesos alimentados por la pena».

VÍCTIMA DE LA HIPOCRESÍA

Tres líneas de Al pie de la escalera y Tassie se ha clavado en tu conciencia como una mariposa en el escaparate de un coleccionista. Es su primer año de universidad, proviene de un pueblo del Medio Oeste americano mucho más desolado que el que ahora acoge sus desvelos, es hija de granjeros y no había pisado un restaurante chino hasta que empezó a estudiar cosas como Introducción al Sufismo y Bandas Sonoras del Cine Bélico. Moore utiliza a Tassie a la vez como espía y víctima de la hipocresía de la clase media alta norteamericana. Al ponerla en contacto con un matrimonio que está empeñado en adoptar a una niña, Tassie, la canguro novata, entra en un mundo extraño, que esconde el polvo y los malos modales bajo una pátina reluciente de vaselina políticamente correcta. Moore no solo examina el racismo latente en la sociedad de su país pocos meses después del 11-S sino que enfrenta la inocencia de Tassie a sus propias dudas sobre lo que significa la responsabilidad moral. Ejercer de madre adoptiva de una niña medio mulata, que tiene otra madre adoptiva, la oficial, para la que el concepto de maternidad se resume en enviarle un poco de rissotto a su hija por Fed-ex, saca a la luz las debilidades de su propia familia, lo difícil que es ser un buen padre pero también un buen hijo, cuando ni siquiera estamos preparados para entender las tragedias que nos sobrevienen.

Y sí, la arcilla con que Moore modela esta magnífica novela, su primer libro en 10 años, es trágica. Lentamente Tassie deja de estar al margen, acurrucada en la cama de su falsa hija, viviendo una vida que no le corresponde. La historia brutal que Moore le tiene preparada hace crecer al lector y hunde a aquellos que aún no han pagado penitencia por sus crímenes.

En cuanto a Tassie, su novio brasileño (o casi) Reynaldo, la avisa de lo que le ocurrirá: «Cuando descubras quién eres, ya no serás inocente (...) Sentirás que tienes una especie de sabiduría, muy errónea, pero será un error que para ti tendrá cierto poder y por desgracia lo atesorarás y lo cultivarás».

PROSA BURBUJEANTE

Moore envuelve a su heroína en una prosa burbujeante, que destaca todavía más en el telón de fondo de un país en guerra, mientras la novela deja tras de sí cadáveres con acné, metidos en ataúdes que podrían estar tallados a mano. De un modo oblicuo, inquietante y devastador, Al pie de la escalera es la elegía que Moore ha dedicado a esos cadáveres.