Barricada: Rock con conciencia


La edición del impresionante nuevo trabajo de Barricada, el discolibro “La tierra está sorda”, nos permite entrevistar a Enrique “El Drogas” Villareal, su mítico bajista y vocalista. En los últimos años los de Navarra han mantenido un buen nivel creativo, pero con esta nueva obra se sitúan a años luz de ellos mismos



JUANJO ORDÁS
Efe Eme




Barricada da un salto de gigante con “La tierra está sorda”, un discolibro alrededor de la Guerra Civil y más en concreto sobre la recuperación de la memoria de los perdedores de la misma. Una obra valiente tanto en lo literario y en lo musical que rompe con la imagen que se pudiera tener del grupo que tiene en Enrique “El Drogas” Villareal su cabeza más visible y que ha sido el principal impulsor de este nuevo trabajo. Él es quien responde a nuestras preguntas.

“La tierra está sorda” es un trabajo brillante. ¿Está viviendo Barricada una nueva juventud?

Para Barricada es importante proponerse nuevos retos con el fin de huir de la sensación de repetición. Esto permite a la cabeza indagar caminos desconocidos sin ningún miedo, dando la sensación –debido a este meneo– de ser un grupo en constante búsqueda y poniendo siempre en duda nuestras propias convicciones. Cuando la inercia se apodera del trabajo de una banda, las canciones comienzan a arrugarse y a secarse.

Se trata de un disco que se puede escuchar sin prestar atención al libro que le acompaña, aunque el citado libro es fundamental para comprender la obra. ¿Hasta qué punto crees que son indivisibles?

El libro es tan imprescindible como decida el receptor de la música. Para mí es fundamental ya que la obra en su conjunto resulta más comprensible.

La temática se limita a un periodo histórico, aunque la Guerra Civil da para bastante. ¿Tuvisteis que cribar temáticas?

Había que poner punto final al trabajo, con lo que esto conlleva de no tratar a fondo algunos aspectos de la temática. De no haber tomado esta decisión, el trabajo hubiese sido infinito. El sistema para escribir las letras también ayudaba a no individualizar en personas concretas cada canción, aunque fuese un punto de partida. Encontrar hechos comunes en diferentes historias creo que fue una decisión acertada para dar las pinceladas deseadas a cada tema. Aunque por ejemplo, no se hace mención a ninguna batalla, por decisión propia, sí se me ha quedado la espina clavada de que la temática de los “topos” no aparezca por ningún lado.

Jamás me imaginé que escucharía el ‘Cara al sol’ en un disco de Barricada. ‘Desfilan’ es un tema que, nada más comenzar, realmente asusta, da miedo. ¿Era esa la intención?

‘Desfilan’ hace la función de introducción al trabajo. Había que reflejar de manera escueta qué organizaciones armadas y qué personajes apoyaron el golpe de Estado del treinta y seis y cómo hubo que teorizar toda la violencia ejercida sobre los perdedores para hacer “legal” algo incomprensible. El himno de Falange creo que da menos miedo que las actuaciones de sus militantes en retaguardia. Además, Franco utilizó a su lider, Jose Antonio, como acompañante en su viaje de delirio porque estaba muerto.

LA MÚSICA

Vuestras sonoridades han ido ampliándose, hasta el punto de contar con sonidos muy actuales, como el solo de guitarra de ‘Sotanas’. ¿Cómo reactualiza Barricada su sonido?

El sonido en nuestros discos va en consonancia con lo que se escucha en el grupo. Por concretar más, en los últimos trabajos es definitiva la influencia en el sonido de Alfredo [Piedrafita, guitarra]. Ahora mismo es el que más música escucha y eso se nota. Por supuesto que este trabajo no hubiese sido lo mismo sin las aportaciones de Iker Piedrafita [hijo de Alfredo y componente del grupo Dikers], tanto en sonidos como en arreglos.

El piano en ‘Maestros’ es uno de los puntos álgidos del disco, ¿cómo trabajasteis un instrumento tan ajeno a vuestra instrumentación típica?

Esta vez se ha trabajado sin complejos a la hora de meter ciertos arreglos. Nuestra experiencia con el acústico fue alucinante. Enredar con voces, saxo y teclados daba otra dimensión a las canciones y eso que aprendimos con el “Mordiscos” lo hemos llevado a la práctica. Además, repito que contar con la sabiduría de Iker ha sido un lujo

¡En ‘Matilde Landa’ sonáis folk! Siempre os han gustado los sonidos acústicos, ¿os sentís muy cómodos con ellos?

La verdad que ambientar una canción es un proceso muy interesante. Enredar con los instrumentos, desarreglar lo que ya parecía acabado… A veces nos pasamos de rosca y hay que desandar el camino. Pero, en general, escuchar la simpleza de una canción tras haberla ido desnudando es un placer

Es genial el contraste entre la energía rockera del grupo y esas letras tan fuertes y profundas. ¿Cómo conseguisteis que empastaran sin problemas?

Había que jugar entre las frases con la instrumentación. Los riffs de guitarra tenían que poner las comas, los puntos, los acentos, etc. La emotividad y la rabia no sólo debía estar en las letras, sino también en la música. No se debía perder lo que siempre hemos defendido: Trabajar letra y música para la canción.

¿Ha sido duro emocionalmente crear una obra tan dramática como “La tierra está sorda”?

Lo más duro quizás no sea lo que refleja el trabajo en sí, sino el olvido al que gran parte del país se aferra. Emociona ver gente trabajando en recuperar para la memoria colectiva todos los aspectos que debieran realizarse por instituciones tanto públicas como privadas. No puede ser que los gastos de una exhumación corran a cargo de las familias. No puede ser que, por ejemplo, en Navarra la Institución Príncipe de Viana no controle los destrozos que se están llevando a cabo en el interior del fuerte-prisión de San Cristobal. No puede ser que en el nuevo Palacio de Congresos de Badajoz no haya ninguna referencia a los sucesos allí acaecidos cuando fue plaza de toros y entraron en la ciudad los franquistas. No puede ser continuar leyendo a los historietógrafos que en el Valle de los Caidos no hubo presos republicanos trabajando como esclavos. Estos hechos y un largo etcétera es lo realmente duro. Hay un libro de Emilio Majuelo dedicado a Ricardo Zabalza que define muy bien a esos hombres y mujeres que se quiere borrar de la Historia: “La generación perdida”

¿Cómo crees que encajarán estas canciones con el repertorio clásico?

Ahora mismo no es algo que nos preocupe ya que la próxima gira tendrá dos partes diferencidas. Con el paso del tiempo veremos qué canciones quedan o cómo lo planteamos

¿Y cómo vais a plantear la gira?

En una primera parte irán las 18 canciones de este disco. Llevaremos a Iker Piedrafita como músico de apoyo (teclados, bajo, guitarra, coros) y en el escenario queremos dar una sensación más íntima jugando con la iluminación, de tal manera que será la parte “reflexiva”. Tras un pequeño paréntesis de cinco o diez minutos, para adaptar el escenario, llegará el turno a unas 33 canciones donde la voz la pondrá la gente. En total vendrán a ser tres horas de festival.