PAULA CORROTO
Público
Alemania y España son dos países con una memoria delicada. Han tenido que esculpir con un buril doloroso los recuerdos de un régimen fascista, una guerra y muchos muertos.
También con literatura, con una novelística muy reciente que ha creado debate en ambos países. Entre los alemanes, porque, aunque hace tiempo que escribieron de la II Guerra Mundial y la posguerra, ahora ciernen su mirada sobre la Alemania dividida. Entre los españoles, porque, tras una época de vacío, en los últimos diez años no han dejado de aparecer novelas sobre la Guerra Civil con diferentes perspectivas.
Los escritores Uwe Timm (Hamburgo, 1940) y Rafael Chirbes (Valencia, 1949) han dedicado buena parte de su obra a dirigir la mirada hacia las etapas oscuras ¿Qué aporta la literatura a la memoria histórica? ¿Cuál es su función? ¿Qué pueden enseñar al lector la experiencia alemana y la española?
Lo primero que ambos resaltan para explicar su mirada es su ideología marxista. "No se puede explicar el alma del presente sin ver cómo se ha formado el pasado. Yo no hago novelas de posguerra. Y Uwe tampoco. Lo suyo es un análisis del alma humana", afirma Chirbes.
Enseguida se centran en el poder de la ficción. Para Timm, "en todas las novelas siempre hay una construcción de la realidad porque la objetividad exacta no existe". De ahí que señale que su novela Tras la sombra de mi hermano (Destino), en la que abordaba la muerte de su hermano en Ucrania durante la guerra, "lo que buscaba era analizar cómo me hubiera comportado yo en su situación. Lo importante de estas novelas es que siempre hay preguntas individuales detrás".
Chirbes está de acuerdo con su colega alemán. Para el valenciano, que en La caída de Madrid (2000) recogía las consecuencias del franquismo, "la novela tiene una función externa y social, pero debe surgir de una indagación personal. La novela que se escriba para presentar algo del exterior se queda vacía. Y eso le ocurre a Günter Grass".
Ambos escritores apuntan a que la literatura no debe utilizarse como un instrumento político. "Yo creo que toda novela forma parte del espectro político, pero no son un manifiesto, aunque el poder la utilice así", señala Chirbes.
Cambio de óptica
La razón es que esta utilización política provoca un posicionamiento de cara al lector. Y se establece un revisionismo con el que los dos se muestran muy críticos. Uwe Timm recuerda cómo, durante mucho tiempo, las novelas de su país apenas tocaron el tema del bombardeo a las ciudades alemanas. Era todavía el tiempo del silencio autoimpuesto por la culpa. También hubo otras novelas que renegaban del Holocausto. Por suerte, eso ha cambiado: "Ahora sería absurdo negar el Holocausto. Nadie sensato lo haría".
Chirbes piensa que en España esta problemática todavía se mantiene. Para él, la clave es que las novelas han llegado a la batalla política más maniquea. "Tenemos dos partidos clónicos, pero uno se ha arrogado como el adalid de la República y el otro se ha convertido en lo contrario. Y no se puede establecer esa dicotomía para ganar elecciones".
A pesar de todo, ambos escritores manifiestan que existe una madurez entre los escritores que ahora miran al pasado. Por un lado, Timm señala que, después de mucho silencio, "por fin se ha puesto el foco de atención en los criminales y no sólo en las víctimas. Y no me refiero a los grandes nazis. La pregunta es cómo la gente corriente pudo convertirse en criminal". Asimismo, alaba que jóvenes como Julia Frank y Uwe Tell-kamp escriban sobre una RDA que no fue tan idílica.
Para Chirbes, la salvación también está en los novelistas más jóvenes, como Ignacio Martínez de Pisón e Isaac Rosa. "Tras libros con una visión muy previsible, algunos autores la están tratando con consideración".